4 nov 2016

Uruguay: Los mitos ideológicos y una realidad que desmiente

Por Eduardo Camin

4 NOV, 2016




En poco tiempo se acelero un proceso de grandes transformaciones mundiales que cambiaron radicalmente las bases sobre las cuales se asentaban las relaciones internacionales y que han tenido una profunda repercusión en la vida interna de todas las naciones del mundo. En ese contexto los países industrializados favorecidos por los organismos internacionales han utilizado su poderío y las ventajas económicas y políticas derivados de la actual correlación de fuerzas, para imponer su “nuevo orden mundial” con una vieja receta el neoliberalismo que hace a los países del tercer mundo más subordinados y dependientes de sus políticas.

Actualmente, una gran mayoría de los países latinoamericanos recorren los senderos trazados por los organismos internacionales de crédito, pero en virtud de la inquietud que origina a nivel mundial estas políticas económicas y el libre comercio deberíamos interpelarnos sobre sus dramáticas consecuencias sociales.

En los últimos meses en nuestro país; Uruguay, se ha producido una constante progresion de la políticas de corte liberal del gobierno del Dr. Vázquez, que ha estado marcado por un significativo avance de las políticas de privatización y de ajuste fiscal

Pero para sostener sus creencias niegan que se basan en una concepción ideológica (neoliberal) desde donde construye sus mitos. Uno de ellos es que el Estado representa al conjunto de la población. Sabido es que el poder de la clase dominante puede sostener este mito cuando concede algunas reformas reales, pero si se entra en una situación de crisis las demandas sociales se despolitizan desplazando su responsabilidad en las supuestas fuerzas “automáticas” y “naturales” del mercado. Hay que dejar que los mercados se “autoregulen” protegiendo los beneficios de los capitales, bajando los salarios e imponiendo la “flexibilización laboral”.

De esta forma se crean los “trabajadores pobres”; es decir, aquellos que tienen un trabajo precario, temporal, inseguro y con contratos basura. En ese sentido diremos que no es casual, las dificultades actuales para firmar los convenios laborales vigentes, como tampoco es ajeno los mecanismos de la esenciabilidad de los servicios decretada frente a determinados reclamos de los trabajadores, son síntomas que nos muestran el crepúsculo de un nuevo amanecer… menos idílico.

Uruguay en lo que va de este siglo, despues de tres gobiernos sucesivos de “izquierdas” ha tenido una situación en la cual el sistema financiero, que es quién dirige la economía del país, impuso una política cada vez más exigente desde el punto de vista del control global del salario, del achique del estado, demostrando ademas una gran irregularidad cuando no opacidad en los negocios, que quiebran luego de créditos estatales. Agregare ingenuamente que las políticas “progresistas” que atemperan sus costos no pueden tener efectividad, si no se plantean una perspectiva anticapitalista.

Tenemos un panorama que se enmarca en un aerea de turbulencias en toda la política financiera, ello hasta hace muy poco tiempo ha estado encubierto, por importantes flujos de inversión de capitales que están muy lejos de resolver las necesidades del país, pero que por un tiempo dieron la impresión subjetiva que el país andaba bien porque, los indices del consumo asi lo maquillaban; se vendía algún autito mas , las inmobiliarias hacian sus negocios y el flujo de crédito interno estimulaba la compra de las pauperizadas capas medias y sectores de trabajadores que solo pudieron endeudarse, a traves de la nueva burbuja financiera que se avecina a escala mundial , las tarjetas de credito.

Pero esto en realidad no es una garantía de desarrollo ni mucho menos, la caída de las exportaciones y el detenimiento del crecimiento de la industria en su producto global, ha llevado invariablemente a la caída del empleo, del salario y las jubilaciones.

Sin embargo la situación económica desfavorable, ha profundizado aún más, las políticas del sector financiero, que globalmente exigen más a nuestro país, y que ha encontrado en el gobierno un importante aliado a los efectos de ejecutar su política, de obligaciones de pagos y condicionamientos globales de nuestra economía.

Una política que en lo referente al salario y a la posibilidad productiva con independencia nacional, ha mantenido una distancia más que significativa, pues si algo ha ido quedando claro durante este tiempo, es que el capital extranjero y nacionales favorecidos por esta política no han sido capaces de integrar a el país una perspectiva de desarrollo que cada día se aleja más.

No es ninguna novedad que en la época actual el ritmo de las transformaciones es muy rápido, pero también es cierto que la distancia entre los inmensamente ricos que cada vez son menos contrasta con los inmensamente pobres, que son más. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿en qué medida la liberalización del comercio y de las inversiones directas extranjeras promueve el empleo y la productividad en el mundo, en particular en nuestros países, y que tipo de políticas, internacional y nacionales se requiere para reforzar esos efectos? 

La Organización Mundial del Trabajo (OIT) reconocía hace algún tiempo, que la experiencia de los últimos 20 años ha suscitado en todo el mundo una inquietud general por el impacto de unos flujos más libres de comercio y de capital en el empleo y los salarios. En los países industrializados se advierte que un comercio más libre está destruyendo puestos de trabajo no calificados y aumentando la desigualdad salarial. 

Además de que la liberalización del comercio ha suprimido puestos de trabajo de una gran calidad y creado otros de menos calidad, incluso en aquellos países mas adaptados a la nueva situación Esto también cuenta para nuestro país, que no ha resuelto esté problemas por más, que demos “cátedra de democracia” en los foros internacionales. Ahora bien, lo que deberíamos preguntarnos es ¿cuáles son los efectos en la subjetividad de estos mitos ideológicos ante una realidad que la desmiente?

(*) Periodista uruguayo, fue director del semanario Siete sobre Siete y colaboró en otras publicaciones uruguayas y de America Latina. Corresponsal en Naciones Unidas y miembro de la Asociacion de Coresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Miembro de la Plataforma Descam de Uruguay para los Derechos Economicos sociales y medio ambientales. Docente en periodismo especializado sobre Organismos Internacionales.