ARGENTINA
Por Alfredo Zaiat
19 de enero de 2017
Pagina12 |
El gobierno que se publicita abierto, promotor de las opiniones opuestas entre sus funcionarios para mejorar la gestión, expertos en montar reuniones de trabajo, de gabinete y retiros espirituales, respetuoso del disenso y tolerante a las críticas se desprendió de dos figuras del equipo económico y a una de la Ceocracia (Aerolíneas Argentinas) en menos de un mes. Los despidos fueron por no alinearse verticalmente a postulados de Mauricio Macri, no porque se hayan opuesto a la comunidad política, ideológica y de negocios que domina la administración de la Alianza macrismo-radicalismo. Las diferencias fueron por la intensidad de algunas líneas de acción de la política económica. Ya no se aceptan diferencias.
Con la eyección de Carlos Melconian del Banco Nación y antes de Alfonso Prat Gay del Ministerio de Hacienda y Finanzas y de Isela Costantini de Aerolíneas Argentinas, la troika de gestión (Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui) terminó de enviar el mensaje al interior del gobierno con la elección de los reemplazantes: quienes se suben al tren macrista sin chistar para transitar hacia la estación “Elecciones octubre 2017” gozarán de estabilidad laboral. Melconian es un fanático defensor de Macri pero piensa que la velocidad y el rumbo elegido para ese convoy pueden frustrar la llegada airosa a esa meta.
Quería ser el primer ministro de Economía de Macri. No pudo ser. Le ofrecieron una embajada. No aceptó. La propuesta fue entonces la presidencia del Banco Nación. Después de unos días de meditarlo, aceptó y superado el período de adaptación empezó a desplegar su hoja de trabajo en la entidad. Pese a las prevenciones iniciales, no despertó resistencia de trabajadores, sindicato ni de cámaras industriales y del sector agropecuario. Al mismo tiempo que se convencía del lugar que le había tocada en la distribución de espacios de poder en el gobierno, observaba en forma crítica la gestión fiscal de Prat Gay y la monetaria de Federico Struzenegger en el Banco Central.
El desplazamiento de Prat Gay reabrió la puerta para otra oportunidad de desembarcar en Economía. Una nueva frustración. El elegido fue un vocero económico del macrismo para ocupar la secretaria de Hacienda con cargo de ministro. Melconian ya no podía aspirar a ser ministro de Economía porque ese espacio dejó de existir en el gobierno de Macri, en una peculiar experiencia conducida desde la Jefatura de Gabinete.
El elegido para ocupar el Banco Nación fue Javier González Fraga, quien comulga con la concepción de Macri acerca de que está liderando un ciclo político que pretende realizar un profundo “cambio cultural” en Argentina. Un régimen cuyo objetivo inmediato es ganar las elecciones de octubre próximo. Cada uno de los integrantes del gobierno y cada una de las medidas tienen que subordinarse a esa meta. Para luego, si el voto popular los acompaña, comenzar el tránsito hacia el principal objetivo del macrismo como gobierno de y para el poder económico: realizar un “cambio cultural” en los ámbitos políticos, sociales y económicos. Para ello apuestan a lo que denominan “gradualismo” frente a las exigencias de “shock”, a la difusión de decenas de obras públicas en el conurbano bonaerense y a indicadores económicos positivos en comparación con los de la recesión 2016.
Con ese combo aspiran a que el “cambio cultural” se traduzca en que sectores populares dejen de votar al peronismo y pasen a convalidar políticas conservadoras que subsidian a la población sumergida en la pobreza y fomentan la concentración del ingreso. Enterrar al “populismo”. González Fraga lo escribió, provocó en entrevistas radiales y televisivas y lo expuso en ámbitos académicos de universidades privadas. Postula que la economía tiene que estar subordinada a la política tras ese objetivo. Por eso lo eligió Macri. Es uno de los principales exponentes y voceros públicos de la histórica aspiración de las elites argentinas de domesticar al peronismo, en la versión más amigable, o directamente de terminar con el peronismo como opción de poder político.
El inmenso dispositivo de propaganda público-privado presenta los cambios de gabinete como necesarios para consolidar el “trabajo en equipo”. Para otros es el inicio de la fase del verticalismo macrista eliminando el disenso dentro de las propias filas tras la misión de conseguir un resultado favorable en las elecciones de octubre próximo. González Fraga es soldado de esta causa.
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El gobierno que se publicita abierto, promotor de las opiniones opuestas entre sus funcionarios para mejorar la gestión, expertos en montar reuniones de trabajo, de gabinete y retiros espirituales, respetuoso del disenso y tolerante a las críticas se desprendió de dos figuras del equipo económico y a una de la Ceocracia (Aerolíneas Argentinas) en menos de un mes. Los despidos fueron por no alinearse verticalmente a postulados de Mauricio Macri, no porque se hayan opuesto a la comunidad política, ideológica y de negocios que domina la administración de la Alianza macrismo-radicalismo. Las diferencias fueron por la intensidad de algunas líneas de acción de la política económica. Ya no se aceptan diferencias.
Con la eyección de Carlos Melconian del Banco Nación y antes de Alfonso Prat Gay del Ministerio de Hacienda y Finanzas y de Isela Costantini de Aerolíneas Argentinas, la troika de gestión (Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui) terminó de enviar el mensaje al interior del gobierno con la elección de los reemplazantes: quienes se suben al tren macrista sin chistar para transitar hacia la estación “Elecciones octubre 2017” gozarán de estabilidad laboral. Melconian es un fanático defensor de Macri pero piensa que la velocidad y el rumbo elegido para ese convoy pueden frustrar la llegada airosa a esa meta.
Quería ser el primer ministro de Economía de Macri. No pudo ser. Le ofrecieron una embajada. No aceptó. La propuesta fue entonces la presidencia del Banco Nación. Después de unos días de meditarlo, aceptó y superado el período de adaptación empezó a desplegar su hoja de trabajo en la entidad. Pese a las prevenciones iniciales, no despertó resistencia de trabajadores, sindicato ni de cámaras industriales y del sector agropecuario. Al mismo tiempo que se convencía del lugar que le había tocada en la distribución de espacios de poder en el gobierno, observaba en forma crítica la gestión fiscal de Prat Gay y la monetaria de Federico Struzenegger en el Banco Central.
El desplazamiento de Prat Gay reabrió la puerta para otra oportunidad de desembarcar en Economía. Una nueva frustración. El elegido fue un vocero económico del macrismo para ocupar la secretaria de Hacienda con cargo de ministro. Melconian ya no podía aspirar a ser ministro de Economía porque ese espacio dejó de existir en el gobierno de Macri, en una peculiar experiencia conducida desde la Jefatura de Gabinete.
El elegido para ocupar el Banco Nación fue Javier González Fraga, quien comulga con la concepción de Macri acerca de que está liderando un ciclo político que pretende realizar un profundo “cambio cultural” en Argentina. Un régimen cuyo objetivo inmediato es ganar las elecciones de octubre próximo. Cada uno de los integrantes del gobierno y cada una de las medidas tienen que subordinarse a esa meta. Para luego, si el voto popular los acompaña, comenzar el tránsito hacia el principal objetivo del macrismo como gobierno de y para el poder económico: realizar un “cambio cultural” en los ámbitos políticos, sociales y económicos. Para ello apuestan a lo que denominan “gradualismo” frente a las exigencias de “shock”, a la difusión de decenas de obras públicas en el conurbano bonaerense y a indicadores económicos positivos en comparación con los de la recesión 2016.
Con ese combo aspiran a que el “cambio cultural” se traduzca en que sectores populares dejen de votar al peronismo y pasen a convalidar políticas conservadoras que subsidian a la población sumergida en la pobreza y fomentan la concentración del ingreso. Enterrar al “populismo”. González Fraga lo escribió, provocó en entrevistas radiales y televisivas y lo expuso en ámbitos académicos de universidades privadas. Postula que la economía tiene que estar subordinada a la política tras ese objetivo. Por eso lo eligió Macri. Es uno de los principales exponentes y voceros públicos de la histórica aspiración de las elites argentinas de domesticar al peronismo, en la versión más amigable, o directamente de terminar con el peronismo como opción de poder político.
El inmenso dispositivo de propaganda público-privado presenta los cambios de gabinete como necesarios para consolidar el “trabajo en equipo”. Para otros es el inicio de la fase del verticalismo macrista eliminando el disenso dentro de las propias filas tras la misión de conseguir un resultado favorable en las elecciones de octubre próximo. González Fraga es soldado de esta causa.