18 abr 2015

Paz turbulenta

Las Farc advierten que los diálogos no se pueden romper y Santos dice que no cederá a presiones

Paz turbulenta: las Farc advierten que los diálogos no se pueden romper y Santos dice que no cederá a presiones

La guerrilla de las FARC afirmó que los diálogos de paz con el Gobierno “no se pueden romper por ningún motivo”, en un comunicado fechado el miércoles, cuando 11 militares murieron a manos del grupo insurgente en Cauca.
Sin mencionar ese hecho, Timoleón Jiménez (‘Timochenko’), máximo líder de las FARC, insistió en la persistencia de los diálogos en su sitio web, tras destacar las multitudinarias marchas convocadas la semana pasada por organizaciones de izquierda, en apoyo a las negociaciones.
“Las principales consignas levantadas por los marchantes se relacionaban con la urgencia de firmar desde ya un cese bilateral de fuegos que ponga fin al desangre”, aseguró ‘Timochenko’ en el documento fechado el mismo día en que 11 militares fallecieron en una “emboscada” de las FARC en el municipio de Buenos Aires, departamento de Cauca.
El hecho, reivindicado por la guerrilla, que negó, sin embargo, que se tratara de una acción ofensiva, llevó al presidente Juan Manuel Santos a reanudar los bombardeos en su contra, suspendidos hace un mes y medio en el marco de las negociaciones de paz que tienen lugar en la Habana desde noviembre del 2012.
Antes del cese temporal de los bombardeos, la guerrilla ya mantenía una tregua unilateral e indefinida desde diciembre, cuyo cumplimiento había reconocido el propio Gobierno la semana pasada.
‘Timochenko’ agregó que las manifestaciones del 9 de abril estaban “basadas todas en una premisa fundamental, la persistencia en las conversaciones actuales, que no pueden romper por ningún motivo”.
Esas marchas reflejaron “la ebullición de un gigantesco clamor por la paz”, insistió.
El líder rebelde aprovechó, además, para afirmar que la posición del gobierno colombiano en Cuba “parece más empeñada en reducir los alcances del proceso de paz a la aceptación de condenas y penas por parte de los mandos guerrilleros”, en momentos en que el espinoso tema de la justicia transicional está en debate.
‘Timochenko’, quien dirige una guerrilla de unos 8.000 combatientes, según cifras oficiales, agregó que los consensos hasta ahora conseguidos en esas pláticas, sobre desarrollo rural, participación política y solución al problema de las drogas ilícitas, “carecen de sentido si no aceptamos lo que se nos quiere imponer en materia de justicia transicional”.
“Resultaría que los diálogos de paz no son más que una representación teatral cuyo último acto debe conducir inevitablemente al sometimiento de los alzados”, agregó.
Según el comunicado, “las FARC-EP reiteramos nuestra total disposición a encontrar salidas concertadas que reflejen el carácter pacífico y dialogado de la solución al largo conflicto” de más de 50 años que vive el país, que ha dejado oficialmente al menos 220.000 muertos y 5,3 millones de desplazados, y en el que también han participado otras guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha y fuerzas militares.

La salida política debe ser concertada – Por Timoleón Jiménez

Numerosos medios y sectores se empeñaron en presentar las marchas del pasado 9 de abril como una especie de homenaje nacional en memoria a las víctimas del conflicto interno, con la pretensión fallida de desnaturalizar su verdadero contenido, y luego quisieron minimizar su trascendencia, despachándolas aprisa con otros cubrimientos noticiosos. Pese a ello resulta incuestionable que el proceso de paz que se adelanta en La Habana cuenta con un apoyo multitudinario, al tiempo que gran parte de la nación se distancia de las posturas del gobierno.
Resulta obvio que ese tipo de contundentes manifestaciones públicas no son del completo agrado de los círculos del poder. El gobierno nacional sabe bien que las principales consignas levantadas por los marchantes se relacionaban con la urgencia de firmar desde ya un cese bilateral de fuegos que ponga fin al desangre, la necesidad de entablar conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional y la viabilidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente como mecanismo de refrendación de los acuerdos alcanzados.
Desde luego que basadas todas en una premisa fundamental, la persistencia en las conversaciones actuales, que no pueden romperse por ningún motivo. Lo que puso de presente el país nacional el pasado 9 de abril fue la ebullición de un gigantesco clamor por la paz, entendida esta como la culminación de un proceso de transformaciones políticas y sociales iniciado desde la puesta en marcha de la fase pública del proceso con las FARC-EP, a partir de noviembre de 2012. Muy al contrario de la reiterada posición gubernamental, refractaria a los cambios institucionales.
Y que cada vez parece más empeñada en reducir los alcances del proceso de paz a la aceptación de condenas y penas por parte de los mandos guerrilleros. Han sido múltiples e incisivas las posturas públicas del Presidente Santos al respecto, en las cuales no deja de leerse cierto dejo de advertencia final. O nos mostramos dispuestos a aceptar esa condición que nunca fue pactada como premisa de las conversaciones, o debemos tener claro que no será posible la firma de ningún acuerdo. Nada está acordado hasta que todo esté acordado, nos han repetido siempre.
Lo que podría traducirse del siguiente modo: las largas discusiones para llegar a la concertación de acuerdos parciales en materia del sector rural, cultivos ilícitos y participación democrática, incluso lo conseguido como aproximaciones en cuestión de víctimas y fin del conflicto, todo en su conjunto carece de sentido si no aceptamos lo que se nos quiere imponer en materia de justicia transicional. De donde resultaría que los diálogos de paz no son más que una representación teatral, cuyo último acto debe conducir inevitablemente al sometimiento de los alzados.
Como insurgencia armada por más de medio siglo, las FARC-EP no podemos ser ajenas a las realidades materiales de la confrontación. Por encima de la indiscutible verdad de que la rebelión es un justo derecho de los pueblos ante los regímenes violentos, un argumento que podría hacerse valer hasta sus últimas consecuencias a fin de esgrimir, por ejemplo, que todo lo acaecido durante los años de guerra es única responsabilidad del poder injusto que provocó el alzamiento, nuestra vocación sincera en la Mesa es la de alcanzar un acuerdo que signifique una salida.
Somos conscientes de que la necesidad de hallar una fórmula satisfactoria impone facilitarla antes que impedirla, lo cual exige rigurosa ecuanimidad a la hora de hacer planteamientos. Recuerdo ahora el horroroso episodio histórico de la tortura y ejecución del dirigente indígena Túpac Amaru, vencido y atrapado por el poder español tras encabezar el más grande levantamiento colonial contra la Corona a finales del siglo XVIII. Zaherido y sometido a los más crueles tormentos, soportaba el interrogatorio del visitador del rey Carlos III, acerca de sus demás cómplices.
Entonces, en el colmo de su desespero, tuvo el coraje de responderle: Aquí no hay más cómplices que tú y yo. Tú por opresor, yo por libertador, ambos merecemos la muerte. Quizás recordaba que su primer acto como rebelde había sido la aprehensión y posterior ejecución del corregidor español Antonio Arriaga, hecho que radicalizó y extendió la insurrección. No creo que haya quien piense hoy en la injusticia del levantamiento indígena ni en el crimen contra la majestad de rey. En cambio todos nos estremecemos con la brutalidad aplicada contra Túpac, su esposa y sus hijos.
Ejercida además en nombre de Dios y la ley, lo cual conduce a pensar en el carácter temporal y cambiante del derecho y la justicia, nociones que muchos pretenden inmutables y válidas para todos los tiempos y espacios. Nuestra posición ha sido la de reconocer en todo momento la parte de la responsabilidad que nos quepa en las violencias que envuelven la dinámica de una guerra a muerte, lo que no significa que nos arrepintamos de nuestro alzamiento. Pero el Estado, el conjunto del Establecimiento, también deben asumir con franqueza las suyas.
Porque se trata de una salida concertada, de un acuerdo entre dos partes que desean poner fin al largo calvario de la confrontación fratricida entre los hijos de una misma patria. Una solución de índole política que necesariamente requerirá un derecho que se adapte a ella, que puede ser creado y convalidado por un clamor nacional como el propuesto por las arrolladoras marchas del pasado 9 de abril. Carece de lógica pretender que la dirigencia insurgente resulte condenada como culpable única, y que además se someta a penas que la excluirán de la política a futuro.
Mientras que los auténticos responsables de todos los crímenes y violencias desatados como consecuencia de sus políticas de terror, continúan impunemente en el poder o a su servicio, disfrutando de la prosperidad económica que les aumentaría con una pacificación tan barata. Así resultará todo muy difícil. Más si consideramos que pese a los acuerdos alcanzados, el gobierno nacional promueve distintos proyectos de ley en abierta contravía de lo pactado, o adelanta una violenta arremetida contra los campesinos cultivadores de ilícitos, contrariando lo firmado.
Las FARC-EP reiteramos nuestra total disposición a encontrar salidas concertadas que reflejen el carácter pacífico y dialogado de la solución al largo conflicto. De esa manera asumimos el respaldo nacional al proceso de paz de La Habana y las manifestaciones de solidaridad internacional, como la aplastante muestra de apoyo de la reciente Cumbre de las Américas. Pensamos, con todo respeto, que el gobierno nacional debiera enfocar las cosas del mismo modo. No creemos que el tiempo de la Mesa sea un obstáculo, ni que seamos nosotros los responsables de su duración.
Montañas de Colombia, 15 de abril de 2015.

Santos da mensaje de tranquilidad a la Fuerza Pública

Con el fin de explicarles a las tropas que el asesinato de 11 militares a manos de las Farc es una muestra más de la crueldad de una guerra que hace 50 años de sangra al país y que tiene que acabarse lo más pronto posible, el presidente Juan Manuel Santos reanudó este jueves sus jornadas pedagógicas sobre el proceso de paz en los cuarteles militares.
Si bien esta vez el escenario no fue propiamente un batallón, sí convocó a uniformados de todas las fuerzas (Aérea, Ejército, Armada y Policía) al Centro de Convenciones de Cartagena, donde les explicó cómo avanzan los diálogos con las Farc en La Habana y cuáles son los retos de la negociación.
Por supuesto que el mandatario no evitó hablarles a los uniformados sobre el asesinato de sus 11 compañeros de armas e hizo énfasis en que este acto “infame” de guerra no puede desviar el rumbo del debate sobre el fin del conflicto armado.
De hecho, el mensaje principal de Santos fue un parte de tranquilidad en torno a que su futuro como tropas no está en discusión y que en absoluto se dejará presionar por actos violentos para ceder en las pretensiones de las Farc.
El Presidente estuvo acompañado de su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, y de la cúpula militar.
Unas horas antes, durante la instalación del VIII Congreso de Asofondos –también en Cartagena–, el Santos aseguró que sintió “rabia” al enterarse de la muerte de los 11 militares, pero insistió en que su deber como Jefe de Estado es canalizarla hacia “caminos productivos”.
“Pensaba cómo reaccionar frente a esta situación y a ese sueño que tengo de la paz”, precisó Santos, quien enfatizó: “Cómo no morirse de rabia cuando se ve a esos soldados asesinados por las Farc”.
El mandatario también quiere conjurar cualquier tipo de malestar entre las tropas que pueda surgir por las “mentiras” que se tejen en torno a los diálogos de paz, por lo que esta pedagogía será cada vez más frecuente.
‘Habrá que tomar una definición pronto’: Vargas
El vicepresidente Germán Vargas Lleras, quien pocas veces habla públicamente sobre los diálogos con las Farc, aseguró este jueves que es necesario que se definan plazos concretos para evitar que esas conversaciones se prolonguen indefinidamente.
“Si se fijan plazos, para sí o para no, se reducen los riesgos. Más allá de la reanudación de la actividad plena del Ejército, ya va llegando la hora, y creo que el país así lo quiere, que las negociaciones se materialicen y se concreten, y habrá que llegar a una definición pronto”, advirtió Vargas Lleras en entrevista con ‘RCN La Radio’.
Lo que aseguró el Vicepresidente es que la guerrilla tiene que cumplir con los compromisos que ha adquirido en la mesa de diálogo, y, a su vez, la opinión pública necesita ver si realmente ese grupo ilegal tiene o no la voluntad de llegar a un acuerdo definitivo.
“No veo por qué esas conversaciones hayan de prolongarse indefinidamente. Lo que hoy todos reclamamos es que se concrete en términos de tiempo esa negociación”, enfatizó Vargas Lleras en la entrevista radial.
El Vicepresidente insistió en que el asesinato de los 11 uniformados “deslegitima” los diálogos con las Farc ante la ciudadanía.