Por: Gisela Brito y Javier Calderón
Celag
El texto convoca a construir una zona económica integral en el ALBA retomando los tres conceptos rectores del bloque: cooperación para el avance económico y frente a desafíos geopolíticos, complementariedad en materia energética, financiamiento para el desarrollo de los países integrantes, y solidaridad entre los pueblos.
Este pasado 5 de marzo se llevó a cabo en Caracas la XIV Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América–Tratado de Comercio de los Pueblos).
El cónclave sesionó en homenaje a Hugo Chávez, al cumplirse el cuarto aniversario de su desaparición física, y a Fidel Castro Ruz, dos líderes impulsores de la iniciativa en 2004. La Alianza, surgida en el marco de la lucha contra el ALCA, fue el puntapié inicial de los procesos de integración regional surgidos en el siglo XXI, y, sobre todo, la expresión de un proyecto regional basado en principios de cooperación, solidaridad y justicia social a contracorriente de la globalización neoliberal.
El bloque está integrado por 12 países de América Latina y el Caribe (Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, San Cristóbal y las Nieves, Granada y Surinam) que estuvieron representados en la Cumbre por sus Jefes de Estado y/o cancilleres. Los mandatarios presentes -Daniel Ortega, Raúl Castro, Evo Morales y Nicolás Maduro- abogaron por avanzar en la construcción de una América Latina independiente y soberana ante una nueva ofensiva de las fuerzas conservadoras en la región.
El Documento Final con la Declaración de la XIV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP, denominado “Defendamos La Unión, la Dignidad y la Soberanía de Nuestra América” fue presentado por la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez. En el texto se convoca a construir una zona económica integral en el ALBA retomando los tres conceptos rectores del bloque: cooperación para el avance económico y frente a desafíos geopolíticos, complementariedad en materia energética, financiamiento para el desarrollo de los países integrantes, y solidaridad entre los pueblos.
Durante la Cumbre se realizaron tres anuncios en relación al bloque, consensuados por los países miembros. En primer lugar, frente al nuevo contexto internacional configurado por las medidas xenófobas tomadas por el presidente Trump, ALBA-TCP activará un fondo de apoyo legal a los migrantes caribeños que se encuentren en suelo estadounidense. Se trata de una iniciativa que ya había sido utilizada para asesorar a migrantes caribeños en Europa, luego del recrudecimiento de las políticas migratorias en el viejo continente.
En segundo lugar, se anunció que el bloque apoyará la iniciativa del gobierno de Evo Morales de organizar la “conferencia mundial de pueblos por un mundo sin muros” hacia la ciudadanía universal, a realizarse los días 20 y 21 de junio de 2017 en la ciudad de Cochabamba y a la que se incorporarán también el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y el G77+China.
En tercer lugar, se definió la designación como nuevo secretario ejecutivo del bloque latinoamericano y caribeño de David Choquehuanca, ex canciller del Estado Plurinacional de Bolivia. El político boliviano reemplazará a Bernardo Álvarez, fallecido inesperadamente a fines de 2016.
David Choquehuanca, nuevo Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP
Se puede considerar como un hito en la historia latinoamericana la llegada de un indígena a la conducción de la diplomacia de un Estado y de un proceso multiestatal como el ALBA-TCP. Un aymara que venció todos los obstáculos impuestos por la sociedad estamental boliviana durante sus años de juventud y formación intelectual, en los cuales forjó su pensamiento y carácter entre las enseñanzas de los abuelos líderes de su pueblo y los de la escuela pública castellanizada. David Choquehuanca creció en las estepas verdes que rodean el Lago Titicaca en Cotacota Baja, un pequeño poblado perteneciente a la región de las vicuñas, que se conoce hoy como el municipio de Huarina.
El nuevo secretario general del ALBA estuvo al frente de la Cancillería boliviana desde el inicio del gobierno de Evo Morales hasta hace pocas semanas, tiempo en el que se destacó por ser el más férreo defensor de los principios indígenas de la Pacha (la tierra) y el Suma Qamaña (el Vivir Bien). En todas sus intervenciones oficiales, escritos publicados y entrevistas, explica la cosmovisión indígena de impulsó al proceso político del Estado plurinacional, marcando la diferencia con las teorías del desarrollo centradas en la oferta del vivir mejor, pues las considera los fundamentos de la desigualdad. “Vivir mejor significa que otros vivan peor, mientras que la idea Aymara de Vivir Bien, significa que todos vivimos bien” [1].
Esta visión lo ha convertido en uno de los principales líderes del movimiento indígena-campesino y de otros sectores urbanos que concuerdan con los postulados del vivir bien. Cuenta con gran legitimidad en las organizaciones populares, no sólo por su nacionalidad aymara, sino por estar desde muy joven vinculado a las luchas de significación de la población originaria. Su conocimiento de la historia y de las cosmovisiones Aymara y Quechua no fueron parte de la formación escolar, sino que lo construyó en todos los años de actividad política como miembro de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia-Csutcb. En el año 2000 la Csutcb fue una fuerza social y sindical nodal en la creación del Instrumento Político de Liberación de los Pueblos, un espacio de articulación política y electoral de los movimientos sociales fundamental en el desarrollo de las ‘guerras’ del agua y el gas en los primeros años del siglo XXI, motores del cambio político boliviano que permitió al Movimiento al Socialismo llegar al gobierno.
Se puede afirmar, por lo tanto, que su nombramiento como ministro y los 11 años de permanencia en el cargo no fueron casualidad, ni menos un acto de oportunismo político. Son el resultado de una exitosa carrera política como militante del movimiento social. Esa ligazón con la construcción indígena, también explica su intensa disputa cultural desde el Ministerio. Desde su cargo emprendió en 2006, junto con todo el gobierno del MAS, una amplia reconfiguración interna en la administración de las relaciones exteriores de Bolivia, en búsqueda de superar el trato colonial y discriminatorio. Para la política exterior configuró la exigencia de un trato igualitario para Bolivia en sus relaciones bilaterales y multilaterales, en especial con los países centrales, aunque también con sus vecinos sudamericanos. Fue partícipe en la creación de la Unasur, la Celac, las conversaciones comerciales con el Mercosur y la conformación del ALBA-TCP. Manejó con solvencia los debates y diferencias con otros Estados, generados por la irritación de las transnacionales a partir de las nacionalizaciones de los hidrocarburos y minerales. Tuvo un rol importante en la búsqueda de respaldo internacional para el gobierno y en la conciliación cuando surgieron las intenciones separatistas de la llamada medialuna boliviana, cuando en pleno proceso constituyente los prefectos de Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni desafiaron la unidad del Estado.
En estos años de militancia social y de gestión gubernamental, se ha convertido en uno de los principales referentes del proceso de cambio boliviano y latinoamericano. Se ha ganado un lugar como intelectual orgánico. Sus disertaciones siempre están dirigidas a explicar el sentido profundo de la lucha por el cambio social que significa el vivir bien, el respeto por la tierra y el uso adecuado de los recursos naturales, reconociendo con firmeza la necesidad de usar los recursos en beneficio de las transformaciones sociales. Quienes le critican tienen dificultades para encontrar argumentos, los partidos opositores señalan errores en la demanda contra Chile por la salida al mar de Bolivia, un argumento con poco vuelo, si se recuerda que esa disputa por el mar había sido abandonada por la derecha.
Sin temor a equívocos, David Choquehuanca es uno de los principales cuadros políticos con los que cuenta Bolivia y los sectores antineoliberales de la región, su capacidad intelectual y sus logros de gestión así lo demuestran. Cumplirá un rol central en el período que viene en defensa de los logros populares del ALBA-TCP, por su conexión con el pensamiento de los movimientos sociales y el profundo conocimiento del entramado de fuerzas, intereses y necesidades que coexisten en el espacio principal que sustenta el campo popular latinoamericano. Afines y opositores lo ubican como un filósofo indígena de los movimientos populares.
Mar 12, 2017
El texto convoca a construir una zona económica integral en el ALBA retomando los tres conceptos rectores del bloque: cooperación para el avance económico y frente a desafíos geopolíticos, complementariedad en materia energética, financiamiento para el desarrollo de los países integrantes, y solidaridad entre los pueblos.
Este pasado 5 de marzo se llevó a cabo en Caracas la XIV Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América–Tratado de Comercio de los Pueblos).
El cónclave sesionó en homenaje a Hugo Chávez, al cumplirse el cuarto aniversario de su desaparición física, y a Fidel Castro Ruz, dos líderes impulsores de la iniciativa en 2004. La Alianza, surgida en el marco de la lucha contra el ALCA, fue el puntapié inicial de los procesos de integración regional surgidos en el siglo XXI, y, sobre todo, la expresión de un proyecto regional basado en principios de cooperación, solidaridad y justicia social a contracorriente de la globalización neoliberal.
El bloque está integrado por 12 países de América Latina y el Caribe (Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, San Cristóbal y las Nieves, Granada y Surinam) que estuvieron representados en la Cumbre por sus Jefes de Estado y/o cancilleres. Los mandatarios presentes -Daniel Ortega, Raúl Castro, Evo Morales y Nicolás Maduro- abogaron por avanzar en la construcción de una América Latina independiente y soberana ante una nueva ofensiva de las fuerzas conservadoras en la región.
El Documento Final con la Declaración de la XIV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP, denominado “Defendamos La Unión, la Dignidad y la Soberanía de Nuestra América” fue presentado por la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez. En el texto se convoca a construir una zona económica integral en el ALBA retomando los tres conceptos rectores del bloque: cooperación para el avance económico y frente a desafíos geopolíticos, complementariedad en materia energética, financiamiento para el desarrollo de los países integrantes, y solidaridad entre los pueblos.
Durante la Cumbre se realizaron tres anuncios en relación al bloque, consensuados por los países miembros. En primer lugar, frente al nuevo contexto internacional configurado por las medidas xenófobas tomadas por el presidente Trump, ALBA-TCP activará un fondo de apoyo legal a los migrantes caribeños que se encuentren en suelo estadounidense. Se trata de una iniciativa que ya había sido utilizada para asesorar a migrantes caribeños en Europa, luego del recrudecimiento de las políticas migratorias en el viejo continente.
En segundo lugar, se anunció que el bloque apoyará la iniciativa del gobierno de Evo Morales de organizar la “conferencia mundial de pueblos por un mundo sin muros” hacia la ciudadanía universal, a realizarse los días 20 y 21 de junio de 2017 en la ciudad de Cochabamba y a la que se incorporarán también el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y el G77+China.
En tercer lugar, se definió la designación como nuevo secretario ejecutivo del bloque latinoamericano y caribeño de David Choquehuanca, ex canciller del Estado Plurinacional de Bolivia. El político boliviano reemplazará a Bernardo Álvarez, fallecido inesperadamente a fines de 2016.
David Choquehuanca, nuevo Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP
Se puede considerar como un hito en la historia latinoamericana la llegada de un indígena a la conducción de la diplomacia de un Estado y de un proceso multiestatal como el ALBA-TCP. Un aymara que venció todos los obstáculos impuestos por la sociedad estamental boliviana durante sus años de juventud y formación intelectual, en los cuales forjó su pensamiento y carácter entre las enseñanzas de los abuelos líderes de su pueblo y los de la escuela pública castellanizada. David Choquehuanca creció en las estepas verdes que rodean el Lago Titicaca en Cotacota Baja, un pequeño poblado perteneciente a la región de las vicuñas, que se conoce hoy como el municipio de Huarina.
El nuevo secretario general del ALBA estuvo al frente de la Cancillería boliviana desde el inicio del gobierno de Evo Morales hasta hace pocas semanas, tiempo en el que se destacó por ser el más férreo defensor de los principios indígenas de la Pacha (la tierra) y el Suma Qamaña (el Vivir Bien). En todas sus intervenciones oficiales, escritos publicados y entrevistas, explica la cosmovisión indígena de impulsó al proceso político del Estado plurinacional, marcando la diferencia con las teorías del desarrollo centradas en la oferta del vivir mejor, pues las considera los fundamentos de la desigualdad. “Vivir mejor significa que otros vivan peor, mientras que la idea Aymara de Vivir Bien, significa que todos vivimos bien” [1].
Esta visión lo ha convertido en uno de los principales líderes del movimiento indígena-campesino y de otros sectores urbanos que concuerdan con los postulados del vivir bien. Cuenta con gran legitimidad en las organizaciones populares, no sólo por su nacionalidad aymara, sino por estar desde muy joven vinculado a las luchas de significación de la población originaria. Su conocimiento de la historia y de las cosmovisiones Aymara y Quechua no fueron parte de la formación escolar, sino que lo construyó en todos los años de actividad política como miembro de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia-Csutcb. En el año 2000 la Csutcb fue una fuerza social y sindical nodal en la creación del Instrumento Político de Liberación de los Pueblos, un espacio de articulación política y electoral de los movimientos sociales fundamental en el desarrollo de las ‘guerras’ del agua y el gas en los primeros años del siglo XXI, motores del cambio político boliviano que permitió al Movimiento al Socialismo llegar al gobierno.
Se puede afirmar, por lo tanto, que su nombramiento como ministro y los 11 años de permanencia en el cargo no fueron casualidad, ni menos un acto de oportunismo político. Son el resultado de una exitosa carrera política como militante del movimiento social. Esa ligazón con la construcción indígena, también explica su intensa disputa cultural desde el Ministerio. Desde su cargo emprendió en 2006, junto con todo el gobierno del MAS, una amplia reconfiguración interna en la administración de las relaciones exteriores de Bolivia, en búsqueda de superar el trato colonial y discriminatorio. Para la política exterior configuró la exigencia de un trato igualitario para Bolivia en sus relaciones bilaterales y multilaterales, en especial con los países centrales, aunque también con sus vecinos sudamericanos. Fue partícipe en la creación de la Unasur, la Celac, las conversaciones comerciales con el Mercosur y la conformación del ALBA-TCP. Manejó con solvencia los debates y diferencias con otros Estados, generados por la irritación de las transnacionales a partir de las nacionalizaciones de los hidrocarburos y minerales. Tuvo un rol importante en la búsqueda de respaldo internacional para el gobierno y en la conciliación cuando surgieron las intenciones separatistas de la llamada medialuna boliviana, cuando en pleno proceso constituyente los prefectos de Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni desafiaron la unidad del Estado.
En estos años de militancia social y de gestión gubernamental, se ha convertido en uno de los principales referentes del proceso de cambio boliviano y latinoamericano. Se ha ganado un lugar como intelectual orgánico. Sus disertaciones siempre están dirigidas a explicar el sentido profundo de la lucha por el cambio social que significa el vivir bien, el respeto por la tierra y el uso adecuado de los recursos naturales, reconociendo con firmeza la necesidad de usar los recursos en beneficio de las transformaciones sociales. Quienes le critican tienen dificultades para encontrar argumentos, los partidos opositores señalan errores en la demanda contra Chile por la salida al mar de Bolivia, un argumento con poco vuelo, si se recuerda que esa disputa por el mar había sido abandonada por la derecha.
Sin temor a equívocos, David Choquehuanca es uno de los principales cuadros políticos con los que cuenta Bolivia y los sectores antineoliberales de la región, su capacidad intelectual y sus logros de gestión así lo demuestran. Cumplirá un rol central en el período que viene en defensa de los logros populares del ALBA-TCP, por su conexión con el pensamiento de los movimientos sociales y el profundo conocimiento del entramado de fuerzas, intereses y necesidades que coexisten en el espacio principal que sustenta el campo popular latinoamericano. Afines y opositores lo ubican como un filósofo indígena de los movimientos populares.