por Thierry Meyssan
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 8 DE ABRIL DE 2017
No se deje engañar por los rejuegos diplomáticos y los medios de difusión que reaccionan como rebaño. Lo sucedido en Siria este viernes no tiene nada que ver ni con la presentación de los hechos que se está divulgando ni con las conclusiones que muchos exponen.
Estados Unidos anunció que en la madrugada de este viernes disparó desde el Mediterráneo 59 misiles del tipo crucero para destruir la base aérea siria de Sha’irat. Supuestamente se trata de una acción unilateral de Estados Unidos como castigo al ataque químico atribuido al Ejército Árabe Sirio.
Sorprendidos ante la envergadura de la acción estadounidense, todos los comentaristas concluyen que la administración Trump ha dado un giro de 180 grados en cuanto al tema sirio. La Casa Blanca supuestamente ha acabado plegándose a lo que le exigían su oposición estadounidense y sus aliados británicos, franceses y alemanes.
¿Es realmente así?La realidad no concuerda con lo que nos dicen los comunicadores
Los misiles crucero estadounidenses atravesaron sin problema la zona actualmente cubierta por el nuevo armamento radioeléctrico ruso que permite anular los sistemas de comunicaciones, control y mando de la OTAN. Según reconoció el general estadounidense Philip Breedlove, cuando aún era Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN, con ese nuevo dispositivo Rusia ha tomado ventaja sobre Estados Unidos en materia de guerra convencional. Ese dispositivo tendría que haber anulado, o al menos haber afectado, los sistemas de guía de los misiles estadounidenses. Pero como eso no sucedió, nos vemos ante 2 posibilidades: Estados Unidos ha encontrado una contramedida que neutraliza el dispositivo ruso o… Rusia desactivó ese sistema.
La defensa antiaérea del territorio sirio incluye ahora los misiles antiaéreos S-300, en manos de las fuerzas armadas de la República Árabe Siria, así como los S-400, en manos de las fuerzas rusas presentes en suelo sirio. Aunque se trata de una situación que nunca se ha presentado en el campo de batalla, los S-300 y los S-400 son considerados como ampliamente capaces de interceptar los misiles crucero. Y se trata, por supuesto, de un tipo de armamento que funciona automáticamente. Pero tampoco funcionó. No se disparó ningún tipo de misil antimisiles, ni por parte del contingente ruso, ni por parte de las fuerzas armadas de la República Árabe Siria.
Cuando los misiles crucero estadounidenses se abatieron sobre su objetivo, la base militar siria acababa de ser evacuada y se hallaba prácticamente vacía. El ataque estadounidense destruyó la pista de la base, varios radares y algunos aviones que desde hace tiempo se hallaban fuera de servicio, así como algunos hangares e instalaciones destinadas a albergar el personal de la base. Pero hubo una docena de víctimas, 9 de ellas fatales.
Aunque no se ha reportado oficialmente ningún misil crucero estadounidense perdido ni destruido, en la base de Shairat cayeron sólo 23 de los 59 misiles disparados.
¿Qué significa todo este teatro?
Desde su llegada a la Casa Blanca, el presidente Trump ha estado tratando de modificar la política de su país y de reemplazar los actuales enfrentamientos por diversas formas de cooperación. En lo referente al «Medio Oriente Ampliado», Trump se pronunció por la «destrucción» de las organizaciones yihadistas, en vez de la «reducción» que mencionaba su predecesor Barack Obama.
En los últimos días, la administración Trump había reconocido incluso la legitimidad de la República Árabe Siria y, por ende, había aceptado que el presidente sirio Bachar al-Assad –democráticamente electo por el pueblo sirio– pudiera mantenerse en el poder. Trump recibió en la Casa Blanca al presidente de Egipto, el mariscal Abdel Fattah al-Sissi, aliado de Siria, y lo felicitó por su lucha contra los yihadistas. Incluso restableció un canal directo de comunicación entre Washington y Damasco.
El problema del presidente Trump era cómo convencer a los aliados de Estados Unidos para que apliquen la política que él preconiza, a pesar de todo lo que ya han gastado en su empeño por acabar con la República Árabe Siria.
Claro, siempre es posible que el presidente Trump se haya dejado convencer por alguno de los videos que están circulando en YouTube… pero es más probable que su acción militar de este viernes forme parte de la lógica de su acción diplomática anterior.
Con este ataque contra una base militar siria, el presidente Trump satisface a sus opositores, que ya no podrán por tanto oponerse a lo que venga después. La propia Hillary Clinton reclamaba este miércoles un bombardeo contra Siria como reacción estadounidense ante el supuesto uso de armas químicas por el «régimen sirio».
De todo lo que están diciendo los medios de difusión, nos queda como hecho concreto que Donald Trump ordenó disparar casi 100 misiles crucero contra una base siria prácticamente vacía… después de haberle anunciado a Rusia, y por ende a Siria, lo que iba a suceder.
Aceptando ese sacrificio, Siria confiere de cierta manera al presidente Trump una forma de “autoridad” para actuar contra todo el que use armas químicas. Y, hasta el momento, los únicos utilizadores de armamento químico claramente identificados por la ONU son… los yihadistas.
Por su parte, los yihadistas del Emirato Islámico (Daesh), también avisados sobre el inminente ataque estadounidense –pero por sus jefes británicos, franceses y alemanes– iniciaron de inmediato un ataque contra la ciudad de Homs, que ahora carece de la protección que le garantizaba la base aérea.
Habrá que esperar a ver cómo reaccionan Washington y sus aliados ante el posible avance de los yihadistas en esa zona. Sólo entonces sabremos si la maniobra de Donald Trump y la apuesta de Vladimir Putin y Bachar al-Assad realmente funcionan.
Thierry Meyssan
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