9 ene 2015

El Estado Islámico ordena ejecutar a sus miembros heridos

El Estado Islámico ha decidido ejecutar a los miembros de la organización que hayan resultado heridos en los enfrentamientos con el Ejército iraquí, supuestamente a causa de la falta de recursos médicos.

9 ene 2015

REUTERS/FBI/Handout

Como informa Hispan TV citando un documento presentado por la agencia iraní IRNA, los dirigentes del Estado Islámico ordenaron a sus comandantes matar a los integrantes de la organización heridos debido a "la falta de recursos médicos en Mosul", la ciudad del norte de Irak que es el principal bastión del EI en el país y que el grupo controla desde el pasado junio.

Es más, los líderes del Estado Islámico advirtieron a sus súbditos que castigarán duramente a aquellos que desobedezcan esta orden.

Según el analista militar Robert Farley, el Estado Islámico se ha transformado en una fuerza paramilitar muy bien armada y organizada que no es fácil derrotar; destaca asimismo su comportamiento totalmente profesional y su capacidad de improvisación.
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Cinco fosas comunes con los restos de 320 personas supuestamente asesinadas por el Estado Islámico han sido encontradas en las afueras de la ciudad de Mosul, en el norte de Irak.
Los habitantes de la ciudad iraquí de Mosul, actualmente controlada por los militantes del autoproclamado Estado Islámico, descubrieron cinco fosas comunes con los restos de 320 personas asesinadas, entre ellas niños, informaron este miércoles testigos citados por Press TV.

Los testigos añadieron que algunos de los cuerpos hallados pertenecen a miembros de la minoría kurda de los yazidíes.

Durante el último mes, las fuerzas de las Peshmerga, el ejército kurdo iraquí, han descubierto cerca de la ciudad de Sinyar, en el noroeste de Irak, nueve fosas comunes con los cadáveres de yazidíes.

El Estado Islámico inició su campaña de terror en Irak a principios de junio de 2014. Los militantes llevan a cabo horribles actos de violencia, como decapitaciones públicas, contra todas las comunidades iraquíes: chiíes, suníes, kurdos y cristianos.

Mientras, los kurdos que hacen frente a la ofensiva de los terroristas, lograron expulsar a sus milicianos de una aldea yazidí en el norte de Irak. Miembros del Estado Islámico se hicieron con el control de este poblado dejando un saldo de más de 30.000 víctimas, entre muertos y desplazados.

El avance del Estado islámico en Irak puso en el foco de la atención mundial a un grupo étnico perseguido por sus creencias religiosas. En agosto del 2014, unos 50.000 yazidíes dejaron sus casas y se refugiaron en el monte de Sinyar, donde pasaron días asediados sin agua ni comida.

“Las mujeres y los niños huyeron al monte. Y aunque los yihadistas eran más que nosotros nos quedamos y luchamos contra ellos. Pero después entendimos que nos hacía falta armamento para hacerles frente. Ellos tenían tanques, lanzagranadas, es decir, armamento pesado y nosotros ligero. Tampoco teníamos mucha fuerza, así que fuimos al monte y nos quedamos ahí unos 5 o 6 días”, relató a RT Kammu Afda Ammi, jeque del tríbu maskura.
Ocupación y liberación

Las mujeres y niñas que se quedaron en el pueblo fueron violadas, torturadas y entregadas como esposas a los combatientes. Otras fueron vendidas al mejor postor por 150 o 250 dólares. Muchas de ellas se suicidaron.


Mientras tanto, el emir del pueblo de Jansur y sus fieles yihadistas escogían las mejores casas para quedárselas. Su califato en la zona se alargó hasta diciembre, mes en que los combatientes kurdos armados entraron en la ciudad y la liberaron.

Aunque el líder local del EI fue asesinado, los yihadistas se aseguraron de dejar su huella de terror en el pueblo. Dejaron cientos de casas minadas y aunque las autoridades prometieron enviar equipos, los pobladores denuncian que hasta el momento no ha llegado ninguno.

Presentes o no en la zona, los radicales continúan realizando una limpieza étnica contra los yazidíes gracias a estas minas. Una minoría religiosa kurda, hasta ahora desconocida por muchos, pero que involuntariamente ha cobrado relevancia mundial al ser brutalmente perseguidos por la fe que profesan.

Y es que la liberación de esta aldea, en el norte de Irak, parece ser un logro incipiente frente a la turbulencia yihadista que azota a la región.