1 ene 2015

Hijo de Robert Kennedy: “Tenemos tanto que aprender de Cuba”.

Robert F. Kennedy, hijo de Robert F. (Bobby) Kennedy y sobrino del presidente estadounidense John F. Kennedy (1961-1963), calificó el bloqueo a Cuba como un “fracaso monumental”. En una columna de opinión divulgada por la Agencia IPS, este abogado de amplia trayectoria incluso advierte: “Tenemos tanto que aprender de Cuba”.


30 diciembre 2014 
Robert Kennedy. Foto: GlobalNews
Robert Kennedy. Foto: GlobalNews

A continuación, detalles del artículo publicado por IPS:
Parece una tontería que Estados Unidos mantenga una política exterior mediante la repetición de una estrategia que demostró ser un fracaso monumental durante seis décadas. La definición de la locura es la repetición de una misma acción una y otra vez a la espera de resultados diferentes. En este sentido, el embargo es una locura.

Cuba consiguió algunos logros impresionantes. El gobierno se jacta de que su población tiene el índice de alfabetización más alto de cualquier país del hemisferio, que sus ciudadanos gozan de acceso universal a la atención sanitaria y que posee más médicos por habitante que los demás países del continente americano. Los médicos cubanos tendrían una formación médica de alta calidad.

Es claro para todos que el embargo aplicado por primera vez durante la administración de Eisenhower en octubre de 1960 castiga injustamente a los cubanos de a pie. Este impide el desarrollo económico al hacer que prácticamente todos los productos básicos y toda clase de equipos sean astronómicamente caros y difíciles de obtener.

Es más que paradójico que los mismos políticos que argumentaron que deberíamos castigar a Castro por limitar los derechos humanos y maltratar a los presos en las cárceles cubanas sostienen que el maltrato que Estados Unidos proporciona a nuestros prisioneros en las cárceles cubanas está justificado.

Imagine que un presidente estadounidense se enfrentara, como le sucedió a Castro, a más de 400 intentos de asesinato, miles de episodios de sabotaje apoyados desde el extranjero y dirigidos a la población, las fábricas y los puentes de nuestra nación, a una invasión patrocinada desde el exterior y a 50 años de guerra económica que, en los hechos, privara a nuestra ciudadanía de artículos de primera necesidad y estrangulara nuestra economía.

Los líderes cubanos apuntaron al embargo, con abundante justificación, como la razón de la privación económica en Cuba.

El embargo permite que el régimen cubano exhiba a Estados Unidos como un matón y se muestre como la personificación del coraje, de pie ante las amenazas, la intimidación y la guerra económica por la mayor superpotencia militar de la historia.

Le recuerda constantemente al orgulloso pueblo cubano que nuestra poderosa nación, que ha orquestado la invasión de su isla, saboteó sus industrias y
confabuló durante décadas para asesinar a sus líderes, mantiene una agresiva campaña para llevar su economía a la ruina.

Quizás el mejor argumento a favor de levantar el embargo sea que no funciona. Nuestro embargo de más de 60 años contra Cuba es el más longevo en la historia y, sin embargo, el régimen de los Castro se mantiene en el poder.

En lugar de levantar el embargo, las diferentes administraciones estadounidenses, incluida la de Kennedy, lo han fortalecido, sin ningún resultado.

Parece una tontería que Estados Unidos mantenga una política exterior mediante la repetición de una estrategia que demostró ser un fracaso monumental durante seis décadas. La definición de la locura es la repetición de una misma acción una y otra vez a la espera de resultados diferentes. En este sentido, el embargo es una locura.

El embargo desacredita claramente la política exterior estadounidense, no solo en América Latina, sino también en Europa y otras regiones.

Durante más de 20 años, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas solicitó el levantamiento del embargo. Este año, al igual que en 2013, el pedido tuvo 188 votos a favor y dos en contra, estos últimos de Estados Unidos e Israel. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el principal órgano de derechos humanos de las Américas, también reclamó lo mismo, al igual que la Unión Africana.

Una de las razones por las que disminuye nuestro prestigio mundial y autoridad moral es que el embargo solo hace hincapié en nuestra relación distorsionada con Cuba, cargada históricamente de fuertes paradojas que hacen que el resto del mundo vea a Estados Unidos como un país hipócrita.

Más recientemente, mientras culpamos a Cuba de encarcelar y maltratar a los presos políticos, sometimos simultáneamente a prisioneros, muchos de ellos inocentes según la propia admisión del Pentágono, a la tortura, incluido el submarino, la detención ilegal y el encarcelamiento sin juicio en la prisión cubana de la bahía de Guantánamo.

Culpamos a Cuba porque no permite que sus ciudadanos viajen libremente a Estados Unidos, pero restringimos los viajes de nuestros propios ciudadanos a Cuba. En ese sentido, el embargo parece particularmente antiestadounidense. ¿Por qué mi pasaporte dice que no puedo visitar Cuba?

Si el presidente Kennedy hubiera sobrevivido para cumplir una segunda administración, el embargo se habría levantado hace medio siglo.

La Unión Soviética ya no existe desde 1991, hace más de 20 años, pero el embargo liderada por Estados Unidos continúa ahogando a la economía cubana. Si el objetivo de nuestra política exterior en Cuba es promover la libertad de sus ciudadanos sometidos, deberíamos abrirles las puertas y no cerrárselas.

Tenemos tanto que aprender de Cuba, de sus éxitos en algunos ámbitos y de sus fracasos en otros.

Mientras caminaba por las calles de La Habana, los viejos Ford T resoplaban al pasar junto a la efigie en hierro forjado del Che colgada en las alturas y el bronce de una estatua de Abraham Lincoln se erguía en un jardín de una arbolada avenida.
Sentía el peso de 60 años de la historia cubana, una historia profundamente entrelazada con la de mi propio país.
Robert F. Kennedy Jr. es abogado del National Resources Defense Council y de Hudson Riverkeeper y presidente de Waterkeeper Alliance. También es profesor y abogado supervisor de la Clínica Procesal Ambiental de la Facultad de Derecho de la Universidad Pace y coanfitrión de Ring of Fire en Air America Radio. En el pasado se desempeñó como fiscal general adjunto de la ciudad de Nueva York.