9 abr 2015

CHILE: Las privatizaciones de los ‘80



En medio de la batahola de los casos Penta, Cascadas, SQM y Caval, todos se preguntan si Chile es un país corrupto. Claramente no lo es, ni tampoco una nación de pillos, ni de ladrones. 
5 de abril, 2015
OPINION

/ Agencia Uno

Al contrario, Chile es un país que crece y se desarrolla, con una masa laboral, en todos los ámbitos, que se sacrifica día a día para empujar el carro de la estabilidad y de las oportunidades, incluyendo a los miles de extranjeros que llegan a Chile, con expectativas bastantes más altas que los propios chilenos. Así lo dicen los indicadores económicos, de extranjería y el índice de percepción de la corrupción, en que estamos número 21 a nivel mundial. Por este motivo, como hay gente sacrificada, la mayoría de los chilenos, les molesta estos casos y con justa razón, los care palo que han hecho su fortuna evadiendo impuestos y falsificando boletas, o las privatizaciones de los años ’80… porque casi todos los chilenos culturalmente, ven con buenos ojos el esfuerzo y al que llega a ser jefe o tiene su fortuna mediante el mérito. Es por eso que la sociedad exige que la cancha sea igual para todos o al menos, que todos jueguen en la misma cancha.

Lamentablemente, y me detendré un poco en este punto, los “nuevos ricos” que se crearon bajo la dictadura militar, privatizaron las empresas estatales y se apoderaron de ellas, mediante la corrupción, hoy tambalean. Todos, quién más o quién menos, luego denostaron la ineficiencia del Estado para resolver los problemas económicos, pero ellos felices, se apoderaron de ellas. Hay que ser muy care palo, para que estos grupetes y personajes, aún estén en la impunidad, excepto los que hoy están en la palestra pública y en la cárcel.

Un libro clave para entender este entramado es “El Saqueo de los grupos económicos al Estado chileno” de María Olivia Monckeberg quien investigó tempranamente, de la segunda mitad de los ’80, cómo muchos Chicagos Boys como Hernán Buchi, Pablo Barahona, Carlos Cáceres, Jorge Cauas, Juan Hurtado, Bruno Philippi, José Yuraszeck, entre otros, cometieron ilícitos, para apoderarse de las empresas públicas, nuestras empresas. Ellos quiénes desde sus cómodos puestos, desde la derecha, en especial de la UDI, privatizaron con trampa las empresas de todos los chilenos, creando decretos de ley, llevando a familiares al Estado para aprovechar la mano blanda de la dictadura para cometer estos ilícitos. Corrupción de tomo y lomo, porque los procesos privatizadores son aceptados en la medida que se realicen OPAS, en que todos participen del mercado, y que el mercado sea esencialmente democrático. Llama la atención, como diría en su libro Monckeberg, que ellos, que detentaron puestos claves, se privatizaron junto a las empresas de todos los chilenos, tengan en su lenguaje que el modelo económico liberal implantado sea en esencia meritocrático. Las pinzas. Ellos se arreglaron los bigotes, comprando acciones, especulando con los precios de las estatales, creando empresas fantasmas para apoderarse de ellas, evitando pagar impuestos y un cúmulo de delitos descritos en el propio libro “El Saqueo” que hoy vale la pena poner en el tapete.

Todo sistema, es voluble a la corruptela. Todo. El socialismo cayó a principios de los ’90 con sus dirigentes enriquecidos, en el liberalismo lo mismo, usted debe estar cerca de los que ostentan poder, así podrá escalar y acceder a la riqueza. O si no, pregúntele a la nuera de Bachelet que aprovechando su conexión política y acceso al poder, se enriqueció. Es positivo que la opinión pública se entere de todo esto, ya que es una de las maneras de corregir este vicio, además que la Presidenta haya creado una instancia anti corrupción. Sin embargo, así como la Cámara de Diputados tiene en su almanaque, una investigación de las privatizaciones de los años’80, sería bueno aprovechar el vuelo actual y comenzar a judicializar a todos estos malandras, algunos de ellos están sentados en el Congreso representando a la derecha, escudriñar aún más cómo fueron las privatizaciones de los años ‘80 y hacer del sistema liberal, mucho, pero mucho más meritocrático. Este sistema ha dado pruebas del desarrollo y productividad, no cabe duda, pero, ¿a costa de quién?, creo que hay paño que cortar todavía. 

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