Le tienen miedo a Lula
Por Emir Sader
06 de marzo de 2019
Lula fue tratado, en su breve salida para ir al funeral de su nieto, como la persona más peligrosa de Brasil. Con un desmesurado aparato militar para una ceremonia como un entierro fue cercado por centenares de policías, por docenas de vehículos, helicópteros y ametralladoras. La salida de Lula fue tratada como una operación de guerra. ¿Guerra de quién contra quién? ¿A quién inspira tanto miedo Lula?, ¿quién le tiene miedo? Como se pudo ver en esa salida de Lula, no es el pueblo el que le tiene miedo. No es el pueblo que amenaza la seguridad de Lula.
La operación militar alrededor de él trataba de impedir que Lula fuera abrazado por el pueblo. El fantasma en la cabeza de los chacales que lo mantienen preso es el de que Lula quede libre, en manos del pueblo. Después de la monstruosa operación para procesar y condenar a Lula, impidiendo que fuera elegido presidente de Brasil en primera vuelta y estuviera en este momento gobernando al país, mueren de miedo de Lula Libre.
Como dijo un militar, para justificar la injustificable presión sobre el Poder Judicial de modo que éste no concediera el hábeas corpus al que Lula tiene derecho, “el proceso se saldría de control”. Del control de los militares, que vuelven a asaltar el Estado, como han hecho en 1964, para destruir la democracia brasileña, para impedir que la voluntad popular se exprese.
Lula representa la pérdida de control del proceso político de parte de los militares y representa una amenaza para el proceso de militarización del Estado y de instauración de un nuevo tipo de dictadura en Brasil. Porque él hubiera ganado las elecciones en primera vuelta, derrotando a Bolsonaro y a todos los candidatos juntos, desenmascarando a los liderazgos que la derecha intenta proyectar en el país y demostrando que el pueblo quiere que Lula lo dirija.
Es entonces indispensable, para que Brasil sea arruinado como país, como nación, para que los intereses de los trabajadores sean destruidos, para que las personas pierdan sus derechos, que Lula siga preso, aun sin ninguna prueba en su contra. Lula es víctima de la farsa jurídica más grande de la historia brasileña, que cambia el destino del país.
Tiene miedo a Lula quien tiene miedo de que el pueblo exprese su opinión de forma libre y democrática. Tiene miedo de Lula quien ha asaltado al Estado por medio de absurdos mecanismos de falsificación de la voluntad popular, de mentiras, de montajes monstruosos de imágenes forjados por mentalidades enfermizas.
Tiene miedo a Lula el que no vive de su trabajo, sino del trabajo ajeno, de la especulación financiera, de los ganancias gigantescas de los bancos, que no invierten para crear bienes y empleos, sino para obtener más ganancias a expensas del endeudamiento ajeno. Tiene miedo de Lula los que tratan de imponer su opinión sobre la de la mayoría de la sociedad, por el monopolio de los medios, a través del cual propagan diariamente mentiras –como la de que Lula fue condenado con algún tipo de prueba–, para servir a las grandes fortunas que los financian.
Tienen miedo a Lula los que quieren jugar a latinoamericanos en contra de latinoamericanos, para imponer sus intereses de tumbar gobiernos y apropiarse de las riquezas de nuestros países, como han hecho durante tanto tiempo, hasta que nos unimos, proceso en que Lula tuvo un rol esencial. Tienen miedo de que volvamos a unirnos y a resistir en contra de sus garras imperiales.
Tienen miedo a Lula los que se sienten amenazados cuando la gran mayoría de los brasileños, antes excluidos, han pasado a contar con derechos básicos. Tienen miedo los que creen que Brasil es suyo, que deben tratar a los que disienten como enemigos y no como adversarios, que deben ser eliminados.
Tienen miedo a Lula los que temen que el líder político más importante de la historia de Brasil, que la mejor persona con que los brasileños cuentan, pueda hablar y oír al pueblo de nuevo, pueda estar en medio del pueblo, pueda volver a estar en los brazos de los que quieren protegerlo, de los que se sienten protegidos por él. El miedo a Lula es el miedo al pueblo, el miedo a la democracia, el miedo a un país digno y soberano. Alguien que concluyó su mandato con 80% de referencias negativas en los medios, pero con 87 por ciento de apoyo.
Tienen miedo a Lula los que promueven la destrucción del país, besando la bandera norteamericana; le teme quien gobierna para los ricos, para los banqueros, para los intereses de otros países, a expensas de la miseria del pueblo brasileño.
Por todo ello Lula es tan querido por la gran mayoría de los brasileños, que querían que él estuviera ahora comandando el proceso de reconstrucción de Brasil y no preso por los chacales armados hasta los dientes,
Lula estuvo cercado todo el tiempo por ese tipo de gente, para impedir que le pueblo lo rescatara y le hiciera recuperar su libertad, o repusiera en su lugar de hombre libre, que hizo a los brasileños más libres y más solidarios. Del mejor ser humano que Brasil ha producido, que está detenido, mientras el peor de los brasileños, que debiera estar detenido, está usurpando la presidencia del país.
Ellos tienen miedo a Lula, con razón. Porque Lula Libre representaría riesgos para sus privilegios, para su truculencia, para su obscurantismo, para sus prejuicios y su violencia. El pueblo brasileño no tiene miedo a Lula. Al contrario, lo ama como la persona más importante de sus vidas. Y lo quiere de nuevo dirigiendo Brasil.
06 de marzo de 2019
Lula fue tratado, en su breve salida para ir al funeral de su nieto, como la persona más peligrosa de Brasil. Con un desmesurado aparato militar para una ceremonia como un entierro fue cercado por centenares de policías, por docenas de vehículos, helicópteros y ametralladoras. La salida de Lula fue tratada como una operación de guerra. ¿Guerra de quién contra quién? ¿A quién inspira tanto miedo Lula?, ¿quién le tiene miedo? Como se pudo ver en esa salida de Lula, no es el pueblo el que le tiene miedo. No es el pueblo que amenaza la seguridad de Lula.
La operación militar alrededor de él trataba de impedir que Lula fuera abrazado por el pueblo. El fantasma en la cabeza de los chacales que lo mantienen preso es el de que Lula quede libre, en manos del pueblo. Después de la monstruosa operación para procesar y condenar a Lula, impidiendo que fuera elegido presidente de Brasil en primera vuelta y estuviera en este momento gobernando al país, mueren de miedo de Lula Libre.
Como dijo un militar, para justificar la injustificable presión sobre el Poder Judicial de modo que éste no concediera el hábeas corpus al que Lula tiene derecho, “el proceso se saldría de control”. Del control de los militares, que vuelven a asaltar el Estado, como han hecho en 1964, para destruir la democracia brasileña, para impedir que la voluntad popular se exprese.
Lula representa la pérdida de control del proceso político de parte de los militares y representa una amenaza para el proceso de militarización del Estado y de instauración de un nuevo tipo de dictadura en Brasil. Porque él hubiera ganado las elecciones en primera vuelta, derrotando a Bolsonaro y a todos los candidatos juntos, desenmascarando a los liderazgos que la derecha intenta proyectar en el país y demostrando que el pueblo quiere que Lula lo dirija.
Es entonces indispensable, para que Brasil sea arruinado como país, como nación, para que los intereses de los trabajadores sean destruidos, para que las personas pierdan sus derechos, que Lula siga preso, aun sin ninguna prueba en su contra. Lula es víctima de la farsa jurídica más grande de la historia brasileña, que cambia el destino del país.
Tiene miedo a Lula quien tiene miedo de que el pueblo exprese su opinión de forma libre y democrática. Tiene miedo de Lula quien ha asaltado al Estado por medio de absurdos mecanismos de falsificación de la voluntad popular, de mentiras, de montajes monstruosos de imágenes forjados por mentalidades enfermizas.
Tiene miedo a Lula el que no vive de su trabajo, sino del trabajo ajeno, de la especulación financiera, de los ganancias gigantescas de los bancos, que no invierten para crear bienes y empleos, sino para obtener más ganancias a expensas del endeudamiento ajeno. Tiene miedo de Lula los que tratan de imponer su opinión sobre la de la mayoría de la sociedad, por el monopolio de los medios, a través del cual propagan diariamente mentiras –como la de que Lula fue condenado con algún tipo de prueba–, para servir a las grandes fortunas que los financian.
Tienen miedo a Lula los que quieren jugar a latinoamericanos en contra de latinoamericanos, para imponer sus intereses de tumbar gobiernos y apropiarse de las riquezas de nuestros países, como han hecho durante tanto tiempo, hasta que nos unimos, proceso en que Lula tuvo un rol esencial. Tienen miedo de que volvamos a unirnos y a resistir en contra de sus garras imperiales.
Tienen miedo a Lula los que se sienten amenazados cuando la gran mayoría de los brasileños, antes excluidos, han pasado a contar con derechos básicos. Tienen miedo los que creen que Brasil es suyo, que deben tratar a los que disienten como enemigos y no como adversarios, que deben ser eliminados.
Tienen miedo a Lula los que temen que el líder político más importante de la historia de Brasil, que la mejor persona con que los brasileños cuentan, pueda hablar y oír al pueblo de nuevo, pueda estar en medio del pueblo, pueda volver a estar en los brazos de los que quieren protegerlo, de los que se sienten protegidos por él. El miedo a Lula es el miedo al pueblo, el miedo a la democracia, el miedo a un país digno y soberano. Alguien que concluyó su mandato con 80% de referencias negativas en los medios, pero con 87 por ciento de apoyo.
Tienen miedo a Lula los que promueven la destrucción del país, besando la bandera norteamericana; le teme quien gobierna para los ricos, para los banqueros, para los intereses de otros países, a expensas de la miseria del pueblo brasileño.
Por todo ello Lula es tan querido por la gran mayoría de los brasileños, que querían que él estuviera ahora comandando el proceso de reconstrucción de Brasil y no preso por los chacales armados hasta los dientes,
Lula estuvo cercado todo el tiempo por ese tipo de gente, para impedir que le pueblo lo rescatara y le hiciera recuperar su libertad, o repusiera en su lugar de hombre libre, que hizo a los brasileños más libres y más solidarios. Del mejor ser humano que Brasil ha producido, que está detenido, mientras el peor de los brasileños, que debiera estar detenido, está usurpando la presidencia del país.
Ellos tienen miedo a Lula, con razón. Porque Lula Libre representaría riesgos para sus privilegios, para su truculencia, para su obscurantismo, para sus prejuicios y su violencia. El pueblo brasileño no tiene miedo a Lula. Al contrario, lo ama como la persona más importante de sus vidas. Y lo quiere de nuevo dirigiendo Brasil.
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