30 may 2014

EL INQUIETANTE SEÑOR SOROS

El inquietante señor Soros
HUGO BUREL
Más allá de las denuncias recientemente difundidas a propósito de los aportes del magnate George Soros (Schwartz es el verdadero apellido) la campaña contra la baja de la edad de imputabilidad, lo que llama la atención es la facilidad con la que el personaje se ha instalado en la realidad uruguaya para intervenir en asuntos importantes como son la mencionada campaña y el apoyo a organizaciones que impulsaron la ley de regulación del consumo del cannabis. Y esto no solo alude a su acercamiento con el presidente, sino también a la carencia de un seguimiento periodístico profundo de su figura y trayectoria. Las breves reseñas realizadas con el auxilio de Wikipedia lo han presentado en los medios como un poderoso financiero que además se dedica a la filantropía y al apoyo de causas que sintonizan con su visión de una sociedad abierta, idea que ha tomado de Popper. Pero se ha notado más la complacencia que provoca esa figura mundial interesada en nosotros que la reserva ante a su injerencia.
En realidad no se ha abundado en aspectos muy controversiales de la ya dilatada vida de Soros, en especial a partir de la quiebra del Banco de Inglaterra el 16 de septiembre de 1992, el llamado miércoles negro, del cual él es señalado como responsable. Esa jugada del magnate provocó una devaluación en cadena de la Libra inglesa, la Libra irlandesa y la Peseta de entonces. Pero los españoles no aprenden y Soros hoy inyecta millones en el mercado inmobiliario español, no sin antes advertir que “ahora Francia es el enfermo de Europa”, y que “los españoles lo han hecho mejor”, en referencia a sus acciones para salir de la crisis.
Con una fortuna valorada en unos 22.000 millones de dólares en septiembre de 2011, este magnate nacido en Hungría y nacionalizado norteamericano está considerado por la revista Forbes como la séptima persona más rica del mundo. Sin embargo por aquí a muchos les parece normal y hasta legítimo, que un poderoso de su talla se digne a movilizar sus influencias, en especial económicas, en causas que hacen a nuestra diaria convivencia. Por supuesto que ese lobby no es nada, comparado con el que realizó de manera ostensible en Estados Unidos donde es muy conocido su apoyo a causas liberales. Entre las más notorias, figura el haber donado grandes sumas en un esfuerzo fallido por conseguir la derrota de George W. Bush en las elecciones presidenciales de 2004. Más allá de que impedir que Bush hijo fuera reelecto suena como una causa atendible, el peso de su influencia debería inquietar a quienes se arriman a él. En especial a aquellos que siempre se jactaron de la pureza de sus intenciones y su compromiso con la trasparencia.
Entre lo mucho negativo que se publica sobre Soros, se lo acusa de especular en los mercados financieros mundiales a través de una firma llamada Quantum Fund NV, un fondo de inversiones privadas que administra un capital estimado entre 4 y 7 mil millones de dólares. El Quantum Fund está registrado en el oasis tributario caribeño de Aruba. También se lo señala como estrechamente vinculado al conglomerado bancario de los Rothschild.
Sea esto cierto o se trate de especulaciones, Soros es un peso pesado de las finanzas, cuya fama lo precede y no solamente por sus bondades filantrópicas, acaso la cara amable de alguien muy complejo. Por supuesto que el dinero que ha puesto en campañas locales para él es apenas un vuelto. Pero aun así sería bueno saber qué espera recoger de esa inversión. Ya se sabe que los almuerzos gratis no existen.
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