14 may 2014

Cuando el dragón abraza al cóndor

Cuando el dragón abraza al cóndor
13 MAYO 2014

ESCRITO POR: RAÚL ZIBECHI

China y América Latina

Sin desplegar un solo soldado, China está comenzando a ocupar un lugar determinante en América Latina. Mientras Estados Unidos y la Unión Europea se empantanan en la crisis de Ucrania, el dragón asiático va desplazando a la superpotencia nada menos que en un espacio estratégico que durante más de un siglo representó su “patio trasero”.

En 1872 Estados Unidos se convirtió en la primera potencia, desplazando al Reino Unido, que ocupaba ese lugar desde la revolución industrial. Recién en 1945 la supremacía económica se convirtió en hegemonía política y militar. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la nueva potencia era responsable de casi la mitad del pbi mundial, pero ya era capaz de ordenar el mundo en función de sus intereses, como lo demostraron los acuerdos de Bretton Woods (1945) que dieron vida a la nueva arquitectura económica y financiera del planeta.
En algún momento de 2014 China se convertirá en la primera potencia económica del mundo, desplazando a Estados Unidos. Así lo definió el Banco Mundial al revisar los pbi de cada país según la paridad de poder adquisitivo (ppa), una variable que suma los bienes y servicios producidos en el valor monetario del país que los produce.1 En buen romance, la producción total de Estados Unidos será la misma que la medida en el pbi nominal, pero en los países donde los precios son inferiores, el producto será mayor una vez convertido a dólares.2
No sabemos si pasarán otros 73 años para que China se convierta en la potencia hegemónica, pero los datos difundidos días atrás por el Banco Mundial no dejan lugar a dudas. En 2005 su economía era el 43 por ciento de la estadounidense. En 2011, última medición del banco con el método ppa, es del 87 por ciento. Como la economía china crece el triple que la de Estados Unidos, ambas empatan este año.

LAS ALAS DEL DRAGÓN. En 2005 el pbi de Estados Unidos era el 22 por ciento del mundial. En 2011 era sólo el 17 por ciento. La decadencia de la superpotencia es paralela al enorme crecimiento de los emergentes. Entre las diez primeras economías del planeta figuran ahora cinco desarrolladas y cinco emergentes. El orden lo dice todo: Estados Unidos y China empatadas arriba, India en un tercer puesto desplazando a Japón, Alemania quinta pero con Rusia pisándole los talones, y Brasil séptima, por encima de Francia y el Reino Unido. Cierra la lista Indonesia.
Puede argumentarse que el pbi per cápita de China es cinco veces menor que el de Estados Unidos, que el de India está ocho veces por debajo del de Alemania, o que los mismos chinos minimizaron los resultados del Banco Mundial, poniendo en cuestión su metodología (Financial Times, 2-V-14). El mismo medio informa que el Instituto Nacional de Estadísticas de China se negó a avalar los resultados del estudio y que los diarios chinos tampoco dijeron nada del documento. La posición china puede estar relacionada con sus objetivos estratégicos de evitar la polarización con Estados Unidos. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿es un síntoma de debilidad ante la evidente superioridad militar estadounidense o responde a una verdadera vocación pacifista?
Sea como fuere, la propia dinámica de los acontecimientos va llevando a los países emergentes a tomar decisiones que no pueden sino irritar a Occidente. Así, los brics registran una fuerte tendencia a crear lo que denominan “un fmi paralelo”, ya que están “cansados de esperar una reforma del sistema de votación dentro del fmi” (Russia Today, 30-IV-14). La próxima cumbre del grupo de emergentes se realizará en julio en Fortaleza, Brasil, donde deben resolver la creación de un banco de desarrollo del Sur.
Las relaciones comerciales entre China y América Latina han experimentado un crecimiento notable. Entre 2000 y 2012 el comercio de bienes entre ambas partes pasó de 12.000 a 250.000 millones de dólares, según informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal) (Xinghua, 12-VII-13).
Las inversiones directas de China también crecen de forma geométrica. En 2013 representaron casi el 20 por ciento de todas las inversiones chinas en el mundo, algo más de 16.000 millones de dólares. Entre 2005 y 2013 China invirtió en Brasil 32.000 millones de dólares en los sectores energético y metalúrgico, destacando la presencia de sus empresas estatales en los campos de petróleo de la plataforma marítima brasileña.
En Venezuela las inversiones de Pekín se han focalizado en la industria siderúrgica y en el sector petrolífero con el objetivo de que las exportaciones de crudo a China pasen de los 600 mil barriles actuales a un millón, convirtiendo al país asiático en el mayor cliente de Venezuela, desplazando a Estados Unidos.
En Argentina las inversiones chinas están concentradas en el transporte (con importantes ventas de material ferroviario) y en energía, al igual que en Cuba, donde los montos de la inversión son bastante inferiores. En 2012 las inversiones chinas en la región dieron un salto espectacular del 292 por ciento respecto al año anterior (Russia Today, 18-IV-14).
China es una importante fuente de financiamiento para la región, con préstamos que suelen ser pagados en petróleo. Entre 2005 y 2013 los préstamos alcanzaron 100.000 millones de dólares. Los dos grandes bancos estatales, China Development Bank y China Export-Import Bank, realizaron préstamos superiores en la región a los que libraron el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Ex-Im de Estados Unidos (Valor Económico, 4-IV-14).
Venezuela obtuvo 50.000 millones de dólares de los bancos chinos, Argentina 14.000 millones y Ecuador 10.000 millones de dólares. Según un estudio del Inter-American Dialogue, de la Universidad de Boston, “China no impone condiciones de políticas internas a los que reciben préstamos, las directrices ambientales son más flexibles, pero exigen compras de equipamientos y muchas veces acuerdos para la venta de petróleo” (Valor Económico, 4-IV-14).

ALIANZA SUR-SUR. La cooperación espacial china ha avanzado sólidamente en la región. Con Brasil y Argentina tiene acuerdos para la construcción y envío de satélites al espacio. Bolivia envió 74 científicos espaciales a China para entrenarlos en el lanzamiento del satélite Túpac Katari, en diciembre de 2013. Venezuela hizo lo propio con cien científicos para capacitarse en el manejo de los dos satélites venezolanos lanzados desde China, el Simón Bolívar en 2008 y el Miranda en 2012 (Russia Today, 27-XII-13). La cooperación militar es aun muy modesta y China es el décimo exportador de armas hacia América Latina, muy lejos de Estados Unidos y Rusia.
Para los países del Sur, las relaciones con China tienen características distintas a las que siempre mantuvieron con los países coloniales y aun con Estados Unidos. El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, recordó en una entrevista con la cnbc que “las viejas economías se relacionan con nosotros como antiguos súbditos coloniales. Los chinos no se relacionan con nosotros desde ese lugar. Nos tratan como iguales. China viene a hacer negocios, no a decirnos lo que debemos hacer” (The Brics Post, 30-IV-14).
Sin embargo, la presencia china en la región crea problemas. El ingreso de mercancías baratas perjudica a los países más industrializados, como Brasil. En concreto, las exportaciones brasileñas a Argentina vienen cayendo de forma sostenida: de responder por el 36 por ciento del comercio exterior de Brasil en 2005, se desplomaron al 26 en 2013, mientras la presencia china en Argentina no deja de crecer.
En el largo plazo China tiene todas las fichas a su favor. Se está convirtiendo en la potencia comercialmente dominante, sobre todo en América del Sur, cuenta con una alianza estratégica con Brasil, y este año desplaza a Estados Unidos como la primera economía. El tiempo es como un tobogán en el que se desliza cómodamente el dragón asiático.

1. “Purchasing Power Parities and Real Expenditures of World Economies. International Comparison Program 2011”, Banco Mundial, 2014.
2. En 2011 el pbi nominal de Uruguay fue de 35.000 millones de dólares. El mismo año medido en paridad de poder adquisitivo fue de 43.000 millones de dólares.