LA CABALGATA TRIUNFAL Y UN PRESIDENTE TERCO
Luis C. Turiansky
06.04.2015
El presidente checo Milos Zeman dio otra vez que hablar. Contra viento y marea, cuando la política oficial europea es aislar a Rusia, él ha decidido ir personalmente a Moscú para participar en las conmemoraciones del 70º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la 2ª guerra mundial.
Es un gesto perfectamente comprensible si se considera el papel desempeñado por el ejército rojo en la liberación de Checoslovaquia en 1945, pero que algunos consideran inoportuno. En los medios de comunicación, generalmente adversos al presidente, suele insistirse, con la machaquería propia de las campañas de descrédito coordinadas mundialmente, en que sería el único jefe de Estado o de Gobierno de un país miembro de la Unión Europea presente en la tribuna del Mausoleo, al lado del norcoreano Kim Chong Un. De nada vale informar en otro sitio de que también se espera por lo menos a los mandatarios de Chipre y Grecia, ni de que nadie conoce el orden de su ubicación en la tribuna: las palabras clave "el único" y "al lado de Kim Chong Un" se repetirán continuamente, quedan bien, hacen efecto, son "psicológicamente correctas".
El mismo argumento fue repetido por el embajador de Estados Unidos, Andrew Schapiro, en una entrevista difundida por la televisión nacional. Hasta utilizó las mismas palabras mágicas de la campaña. Con la diferencia que, en su caso, eran palabras de un embajador y podrían considerarse un acto de injerencia en los asuntos internos del país anfitrión. Lo normal habría sido al menos cursarle una invitación al Ministerio de Relaciones Exteriores, para explicar su faux pas. No ocurrió así, sin embargo.
Poco antes, un convoy de carros blindados del ejército estadounidense atravesó toda la República Checa desde Polonia, al regreso de unas maniobras conjuntas de la OTAN en el Báltico. "Cabalgata de los Dragones" se llamó la operación. Normalmente habrían hecho el viaje en tren, más seguro, más rápido y más cómodo, como otras veces ocurrió, pero la OTAN quiso que fuera una demostración de fuerza frente a Rusia, sazonada de paso con manifestaciones populares de entusiasmo y apoyo durante cuatro días. Incuso previeron una visita a Pilsen, en el oeste del país, la ciudad liberada por el ejército norteamericano en 1945, lo que también servía de contrapartida por los actos que organizan los rusos. El éxito político de todo esto seguramente sirvió también para envalentonar al joven diplomático a cargo de la Embajada de EE.UU. en Praga.
Tampoco este clima era favorable a una respuesta digna del Gobierno. Al Presidente no le quedó otro recurso que declarar que el embajador en cuestión ya no sería "huésped grato en el Castillo de Praga", sede oficial de la Presidencia. Ni visitas oficiales con fanfarrias ni recepciones con buen vino moravo, nada. Parece un cuento de la Edad Media, pero por lo visto un presidente checo puede hacerlo. Mejor dicho, es lo único que puede hacer, porque el sistema de gobierno es parlamentario y no presidencial.
Sorprende no obstante la reacción de la prensa internacional al respecto. El diario neoyorquino de nombre épico The Wall Street Journal afirma que el incidente "refleja la brecha cada vez mayor que separa al jefe de un pequeño (sic) Estado miembro de la Unión Europea, de los políticos, los aliados y la propia opinión pública de su país". El canal de televisión británico de la BBC, por su parte, señala que la "bofetada" propinada a Andrew Schapiro sobreviene tras la "crítica" de este a la decisión presidencial de participar en los actos conmemorativos de Moscú, "boicoteados por varios líderes mundiales". Nadie hace alusión a una posible injerencia del diplomático estadounidense. El propio Schapiro, de vacaciones pascuales en su país, lamentó que Zeman se haya sentido ofendido por sus palabras. "Hubiera esperado que el Sr. Presidente apreciaría mi sinceridad", dijo.
Como se ve, la segunda guerra fría que se vive actualmente en Europa permite cualquier exceso, sobre todo porque los actores cuentan con la protección eficaz de una poderosa red de propaganda a escala mundial. Nuestra lejanía no debería ilusionarnos: ya se notan, en Venezuela por ejemplo, los efectos del renovado interés de los poderosos por nuestra región.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias