Ha transcurrido casi un mes desde que el fenómeno climático golpeó con fuerza a la ya de por sí devastada nación caribeña. Las epidemias de enfermedades como el cólera se expanden rápidamente mientras la gente se ve obligada a beber agua contaminada.
29 de octubre de 2016
Los pozos y tuberías que abastecen a los pobladores haitianos fueron contaminados o dañados durante el huracán por la crecida del mar o por las aguas residuales de letrinas al aire libre que son bastante habituales en la zona rural de Haití.
Muchos de los mantos acuíferos están contaminados con la bacteria del cólera y los epidemiólogos creen que pudo haber infectado a miles de personas tras el paso del huracán que alcanzó la categoría 4.
Sed y necesidad
El agua no alcanza y la gente se ve obligada a gastar el poco dinero que tienen en algunos pocos bidones de agua potable a la semana. En distintas ciudades se perdieron miles de viviendas, plantaciones y animales de granja.
Como resultado de bañarse con agua contaminada, las personas están desarrollando salpullidos y erupciones en la piel, mientras que en la calle se ha hecho un mercado negro de agua en bolsas, alimentado en gran medida por la necesidad y la urgencia del líquido vital.
Solo 25% de los haitianos tiene acceso a letrinas o sanitarios salubres.
Varias ONG internacionales han trabajado en la limpieza de pozos contaminados y se están distribuyendo por todo el país tabletas purificadores. Además, en los centros de población más importantes, como la capitalina Port-au-Prince, o la localidad de Coteaux, a 250 km al oeste de la capital, se están instalando estaciones potabilizadoras. En la costera ciudad de Jeremie, las plantas han purificado ya 450.000 litros de agua de río.
En Port-Salut, otra localidad que fue destruida por la tempestad, cerca de 2.000 personas se encuentran sin suministro de agua y viviendo en condiciones de higiene infrahumanas. La estación potabilizadora más cercana se encuentra a 2 horas a pie, por lo que los habitantes deben recorrer ese trecho al menos dos veces al día para conseguir una cantidad de agua suficiente para sus necesidades.
A pesar de los esfuerzos, la crisis en Haití se agrava con el paso de los días pues aproximadamente el 90% de las tuberías que transportan agua en el suroeste del país fueron afectadas por el evento climático del 4 de octubre. Los pozos tanto privados como públicos de al menos tres provincias se encuentran completamente insalubres.
“Muchas fuentes (de agua) están contaminadas en estos momentos”, afirmó Leo Tremblay, canadiense coordinador de agua y sanidad de Médicos Sin Fronteras.
Jean-Martin Braul, especialista en agua y en sistemas sanitarios del Banco Mundial, afirma que las campañas de distribución de pastillas potabilizadoras deberán continuar al menos séis meses más para poder lograr un buen saneamiento.
Actualmente, más del 75% de los haitianos carecen de instalaciones sanitarias adecuadas como letrinas o sanitarios; esto, sumado a la escasez de agua limpia, complican el panorama cada día más.
En realidad, Haití nunca estuvo bien desde aquel fatal terremoto de 2010 que dejó como saldo 316.000 personas fallecidas y más de 1.5 millones de damnificados. Algunos pueblos costeros del suroeste han recibido agua por cañería, pero su potabilidad no está garantizada. A pesar de ello, las personas la beben exponiéndose a la contaminación.
29 de octubre de 2016
Los pozos y tuberías que abastecen a los pobladores haitianos fueron contaminados o dañados durante el huracán por la crecida del mar o por las aguas residuales de letrinas al aire libre que son bastante habituales en la zona rural de Haití.
Muchos de los mantos acuíferos están contaminados con la bacteria del cólera y los epidemiólogos creen que pudo haber infectado a miles de personas tras el paso del huracán que alcanzó la categoría 4.
Sed y necesidad
El agua no alcanza y la gente se ve obligada a gastar el poco dinero que tienen en algunos pocos bidones de agua potable a la semana. En distintas ciudades se perdieron miles de viviendas, plantaciones y animales de granja.
Como resultado de bañarse con agua contaminada, las personas están desarrollando salpullidos y erupciones en la piel, mientras que en la calle se ha hecho un mercado negro de agua en bolsas, alimentado en gran medida por la necesidad y la urgencia del líquido vital.
Solo 25% de los haitianos tiene acceso a letrinas o sanitarios salubres.
Varias ONG internacionales han trabajado en la limpieza de pozos contaminados y se están distribuyendo por todo el país tabletas purificadores. Además, en los centros de población más importantes, como la capitalina Port-au-Prince, o la localidad de Coteaux, a 250 km al oeste de la capital, se están instalando estaciones potabilizadoras. En la costera ciudad de Jeremie, las plantas han purificado ya 450.000 litros de agua de río.
En Port-Salut, otra localidad que fue destruida por la tempestad, cerca de 2.000 personas se encuentran sin suministro de agua y viviendo en condiciones de higiene infrahumanas. La estación potabilizadora más cercana se encuentra a 2 horas a pie, por lo que los habitantes deben recorrer ese trecho al menos dos veces al día para conseguir una cantidad de agua suficiente para sus necesidades.
A pesar de los esfuerzos, la crisis en Haití se agrava con el paso de los días pues aproximadamente el 90% de las tuberías que transportan agua en el suroeste del país fueron afectadas por el evento climático del 4 de octubre. Los pozos tanto privados como públicos de al menos tres provincias se encuentran completamente insalubres.
“Muchas fuentes (de agua) están contaminadas en estos momentos”, afirmó Leo Tremblay, canadiense coordinador de agua y sanidad de Médicos Sin Fronteras.
Jean-Martin Braul, especialista en agua y en sistemas sanitarios del Banco Mundial, afirma que las campañas de distribución de pastillas potabilizadoras deberán continuar al menos séis meses más para poder lograr un buen saneamiento.
Actualmente, más del 75% de los haitianos carecen de instalaciones sanitarias adecuadas como letrinas o sanitarios; esto, sumado a la escasez de agua limpia, complican el panorama cada día más.
En realidad, Haití nunca estuvo bien desde aquel fatal terremoto de 2010 que dejó como saldo 316.000 personas fallecidas y más de 1.5 millones de damnificados. Algunos pueblos costeros del suroeste han recibido agua por cañería, pero su potabilidad no está garantizada. A pesar de ello, las personas la beben exponiéndose a la contaminación.