Por Aram Aharonian
Uno no estaba preparado para recibir tamaña sorpresa: es más, faltaban 11 días para el Día de los Inocentes. La noticia nos conmovió, este miércoles de fin de año, cuando uno empieza a pensar más en la sidra o el champán que en la política. Primero, era escueta: los presidentes Raúl Castro y Barack Obama confirmaron que, tras un diálogo telefónico “de altísimo nivel”, se implementará una serie de medidas que “mejoran el clima bilateral” entre ambas naciones, aunque “no se haya resuelto lo principal: el bloqueo”.
En este marco, Washington liberó a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, tres de “Los Cinco” cubanos que seguían detenidos en cárceles norteamericanas, mientras que La Habana dejó en libertad al estadounidense Alan Gross, quien desde hace cinco años estaba preso en la isla por espionaje.
Después hablaron los presidentes: Castro dijo que “El bloqueo económico, comercial y financiero debe cesar”, y Obama admitió que “El aislamiento no ha funcionado”. Parece que el Vaticano y Canadá oficiaron de celestinos. Pepe Mujica había dado el puntapié inicial, con la acogida uruguaya a presos de Guantánamo. Y siguieron los flash informativos: El Mercosur felicitó a Cuba, el Papa, “complacido vivamente” por el acuerdo, la ONU: “Es una noticia muy positiva”… y claro, los republicanos en contra. ¿Y qué dicen los maiameros? Era obvio: las organizaciones contrarrevolucionarios radicadas en Florida reaccionaron a la noticia calificándola de “grave error” por parte de la Casa Blanca.
Todavía es pronto para conocer cuál es la dimensión real del acercamiento anunciado entre La Habana y Washington porque el bloqueo económico, que pesa sobre Cuba desde hace 50 años, es una ley que solo puede revocar el Congreso de los EEUU. Estipula, entre otras cosas, que ninguna transacción económica cubana se puede hacer en dólares, que los barcos que tocan puerto cubano no pueden ir a EEUU por seis meses y prohíbe vender a la isla cualquier maquinaria con más de un 10% de partes estadounidenses, incluyendo los equipos médicos.
Lo cierto es que el diario estadounidense The New York Times venía publicado editoriales sobre Cuba en cinco semanas consecutivas, todos en sus ediciones de fin de semana, todos en inglés y en español. En ellos, los editorialistas pedían que Estados Unidos le ponga fin al embargo que mantiene desde 1960, retire a la isla de su lista de países patrocinadores del terrorismo, deje los “esfuerzos ocultos para derrocar el gobierno” en La Habana y restaure las relaciones diplomáticas de más alto nivel, ausentes desde 1961.
El diario consideró que “por primera vez en más de 50 años”, la situación política de ambos países estaba dada para que se puedan reanudar las relaciones y recordó cómo Cuba se estaba preparando para una “era post-embargo” con reformas que incluían nuevas medidas de apertura económica, a la búsqueda de capitales -chinos, brasileños, entre otros- para grandes obras de infraestructura y producción. Lo cierto es que el gran empresariado estadounidense temió quedarse fuera del reparto de negocios…
Se espera que Cuba, comenzando 2015, de los primeros pasos para eliminar la dualidad cambiaria y de monedas. Sin duda, se requiere un efectivo diseño de política económica para manejar los impactos, y también un gran esfuerzo en la organización operacional. La devaluación de la tasa de cambio oficial, anclada en un peso cubano a un dólar estadounidense, constituye la acción indispensable para desencadenar los procesos que conllevan a la unificación monetaria. La política económica que acompañe a la devaluación definirá cuáles de estos mecanismos de transmisión tendrán mayor preponderancia o incluso cuáles quedarán anulados.
¿Y qué opina el cubano que espera la guagua? Los anuncios lo tomaron dsprevenido.
Anota esta fecha -me escribe la colega Arleen Rodríguez desde La Habana-: el cielo, encapotado en la mañana, abrió paso al sol justo al mediodía sobre una Habana que había amanecido medio gris, medio fría y de repente se volvió luminosa y cálida como bendecida. Nunca se esperó tan ansiosamente un mediodía. Nunca hubo tantas gentes pendientes al mismo tiempo de la radio y la televisión, apurando las horas con todas sus energías. Raúl y Obama hablarían a las 12, desde La Habana el nuestro, desde Washington el vecino, para explicar la angustia vivida ante la posibilidad de que “los cinco” fueran liberados. “Volvieron los cinco: Fidel lo prometió y Raúl cumplió”.
La importancia del anuncio es difícil de calibrar, cuando aún a uno le retumban algunos hechos que marcaron el siglo XX, como la Revolución Cubana (1959), la frustrada invasión de Playa Girón (la derrota del imperio, 1961), la crisis de los misiles (1962) que hizo temer el estallido de una guerra nuclear, y el establecimiento de un embargo genocida contra la isla caribeña y a sus habitantes, pero que no ha logrado doblegar al pueblo cubano. Aunque ha logrado marcar las cada vez más difíciles relaciones entre Washington y lo que ellos consideran su patio trasero.
Es difícil analizar hoy, ya, estos acuerdos, a la luz de más de 50 años de luchas de los cubanos, pero también de nosotros, los latinoamericanos y caribeños. Obviamente, no se trata de un golpe de timón de la política exterior de Barack Obama ni de una decisión momentánea, sino de una negociación delicada, desarrollada a lo largo de más de un año.
Y lo primero que a uno se le ocurre preguntar es que si era tan posible, por qué hubo que esperar más de medio siglo. Nada cambió en el mundo para justificar esta decisión, apenas la voluntad de ambas partes.
Sin abundar en más análisis o especulación, lo que sí no me cabe duda es que el levantamiento de las restricciones comerciales y de viajes, permite presagiar un pronto -aunque no inmediato- levantamiento total del bloqueo, que ha destrozado la calidad de vida de los cubanos durante más de medio siglo. No pareciera que Obama haya siquiera conversado su iniciativa con los republicanos, que dominan tanto el Senado como la Cámara de Representantes. Pero a Obama le queda la posibilidad de aplicar el fast track, sus privilegios ejecutivos, para decidir sin que siquiera intervenga el Congreso. Cayó el Muro de Berlín hace 25 años. Aquí, cerquita nuestro, comenzó el deshielo… pero la verdad-verdad, es que el bloqueo aún se mantiene.