ALFREDO JALIFE-RAHME
ALFREDO JALIFE-RAHME – Mientras los estrategas chinos se preparan a la Tercera Guerra Mundial debido a las tensiones entre EEUU y Rusia por el alma de Ucrania oriental, Tyler Durden (TD), del portal ZeroHedge, (pro)clama el advenimiento de la era del petroyuan mediante el mensaje del “desembarco de un navío destructor de China en el puerto iraní en el estrecho de Ormuz”.
TD traduce el poder militar en divisas, específicamente en la creciente desdolarización hoy inversamente proporcional a la yuanización: “el ascenso del petroyuan (…) circunscribe el dominio del dólar en la energía global, con ramificaciones potencialmente profundas para la posición estratégica de EEUU”.
Según AP, “por primera vez en la historia (¡súper-sic!), China atracó un navío destructor en Bandar Abbas, puerto del Sur de Irán, justo del otro lado de los bastiones hasta ahora estadounidenses de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahrein (Nota: base de la quinta flota de EEUU) en el estrecho de Ormuz”.
TD rememora que el “año pasado un grupo naval ruso atracó en el mismo puerto en su retorno de una misión en el Océano Pacífico”.
La jugada estratégica de Irán es vista como parte de su objetivo en “fomentar un equilibrio entre las armadas foráneas presentes en la zona cerca del estratégico estrecho de Ormuz donde se transporta la quinta parte del petróleo global”.
En similitud al estrecho de Malaca (entre Indonesia, Malasia y Singapur), el estrecho de Ormuz es un “punto de estrangulamiento” (“choke point”).
Hasta 2012, los mayores consumidores del petróleo global fueron: EEUU (21%), China (11%), Japón (5%), India (4%), Rusia (4%) y Arabia Saudita (3%). Interesante: 3 países de los BRICS juntos se sitúan por debajo de EEUU
La llegada de la armada china en el estrecho de Ormuz para combatir la piratería global —The Guardian acusó a Gran Bretaña de ser su teledirigente—, también tiene en la mira el estrecho de Bab el-Mandeb (la “Puerta de las Lágrimas”), otro “punto de estrangulamiento” transversal desde Yemen hasta Somalia, en proceso de estratégicas proto-balcanizaciones, donde es transportado el 3.4% del petróleo global.
A mi juicio, el petróleo, con todo y el montaje hollywoodense del polémico fracking que convirtió mágicamente a EEUU en un productor “autosuficiente”, sigue siendo el detonador de todos los conflictos geopolíticos en el “Gran Medio Oriente” que incluyen la superchería de los yihadistas del Califato Islámico transfronterizo de Siria/Irak/Kurdistán, lo cual ha obligado a China a salir más allá de sus océanos cercanos contra su costumbre histórica.
China ya no es la misma y el portal Russia Today coloca en relieve un blog editorial del The Economist que tilda al “Grupo de Shanghai” como la “herramienta con la que China rediseña el orden mundial a su estilo”, lo cual es “bastante inquietante desde el punto de vista de Occidente”, con la aglomeración de adhesiones asiáticas en su seno como se manifestó en la reciente cumbre en Dushanbe (Tayikistán).
La agencia Xinhua informó que el objetivo de la armada china, con la conspicua presencia del destructor de misiles guiados Changchun, es la protección de la navegación en el Golfo de Adén. El periódico estatal iraní Kayhan señaló que los buques de guerra de China transportan a 650 marineros. Poco a poco los marinos chinos se irán aclimatando al calor del Golfo Pérsico.
TD aboga la nueva convertibilidad financiero-energético-militar que tiende al fin de la hegemonía del dólar estadounidense.
La expansión del petroyuan en los países del Golfo Pérsico no es novedosa: “durante varios años, China ha pagado parte de su importación petrolera de Irán con renminbi/yuan” y “en 2012 los bancos centrales de China y de los EAU establecieron swaps por US $5,000 millones para la importación del petróleo de Abu Dabi con renminbi/yuan de China”.
Mucho más estremecedor es el acuerdo gasero entre China y Rusia por US $400,000 millones que aparentemente sería realizado en renminbi/yuan, lo cual colisiona(ría) al petrodólar con el petroyuan.
Según TD, los “hacedores de la política de China aprecian las ventajas de la hegemonía del dólar” —que algunos autores chinos colocan en casi el 10% del PIB global. Su objetivo “no es sustituir al dólar por el renminbi/yuan, sino posicionar a la divisa china con el billete verde como una divisa de reserva y transacciones”.
Si el mundo ya es multipolar en lo militar y lo geoeconómico, para no decir tripolar geoestratégico (EEUU, Rusia y China), todavía falta el último paso para asentar los reales del nuevo orden mundial en el súper-estratégico rubro financierista que controlan las plazas de Wall Street y la City en Londres.
La disminución de los costos en transacciones de divisas para los negocios chinos serían enormes con una traslación del dominio del dólar al yuan, pero lo que por razones estratégicas busca Beijing es “aminorar el crecimiento de sus considerables reservas en dólares” (más de US $4 millones de millones).
La propensión de EEUU ha sido aislar a los países del “sistema financiero estadounidense como un instrumento de su política exterior”, lo cual expone la vulnerabilidad financiera del renminbi/yuan. Mitigar el apabullante dominio del dólar y del poder estadounidense significa para China “contener el excesivo unilateralismo de EEUU”.
TD juzga que “EEUU es una potencia hegemónica en declive relativo, mientras que China es la ascendente potencia prominente”, por lo que, aún los mismos países árabes del Golfo tan dependientes de Washington como su último garante en materia de seguridad, están obligados a mantener vínculos más estrechos con China como un imperativo protector estratégico”.
Para Rusia, “sus relaciones deterioradas con EEUU le obligan a una mayor profunda cooperación con China, sin descontar la sobrerreacción todavía peligrosa de EEUU”.
A mi juicio, uno de los graves defectos de los análisis que sobredimensionan demasiado el ascenso indiscutible del petroyuan —no se diga de la resurrección de Rusia en la etapa del zar Putin—, no toman en consideración el estruendosamente silencioso triunfo geopolítico de Obama y las petroleras anglosajonas al haber capturado, sin disparar una sola bala, los pletóricos yacimientos en el Golfo de México regalados por el humillante entreguismo del “México neoliberal itamita” de Peña/Videgaray/Aspe y que no solamente equivale al acuerdo gasero histórico entre China y Rusia, sino que, además, es susceptible de detener la caída libre del dólar.
Llama la atención que los connotados geoestrategas en el seno de los BRICS —no se diga en la Unión Europea y en el mundo islámico y/o árabe— todavía no perciban los alcances históricos de la captura gratuita de los hidrocarburos de México por Obama y las petroleras anglosajonas que cobija.
Con los geoestrategas con los que me ha tocado dialogar al respecto, horroriza su pasmosa incredulidad sobre el obsequio del siglo: la cesión de los hidrocarburos de México a la anglósfera. Quizá tengan razón: no es nada creíble.