crecen como polo industrial
Por Leslie P. Norton, Especial para The Wall Street Journal
jueves, 20 de noviembre de 2014
Una fábrica de textiles en China.
Por Leslie P. Norton, Especial para The Wall Street Journal
jueves, 20 de noviembre de 2014
Una fábrica de textiles en China.
El crecimiento de las exportaciones del gigante asiático se ha desacelerado.
Agence France-Presse/Getty Images
El crecimiento de las exportaciones de China se ha desacelerado y cuatro países vecinos han salido ganando. Vietnam, Camboya, Laos y Myanmar aumentaron sus exportaciones en casi 20% en los últimos cuatro años, mientras la expansión anual de las ventas externas chinas se redujo de 31% a menos de 8%.
Para los habitantes de estos cuatro países en ascenso, las crecientes exportaciones significan más empleos, más fábricas y más dinero para gastar. La tasa promedio de expansión económica en estos países alcanzó 7,3% en 2013, frente a 5,9% hace cinco años. El crecimiento de China bajó de 9,6% a 7,7%.
En conjunto, Vietnam, Camboya, Laos y Myanmar, junto a Tailandia, su vecino mayor y más desarrollado, van camino a convertirse en la “nueva China”.
Aunque sus economías combinadas son mucho más pequeñas que la de China, crecen con rapidez y muestran un dinamismo manufacturero que evoca a la China de los años 90. La producción económica anual conjunta de los cinco países ascendió a US$641.000 millones el año pasado, equivalente a la de China hace unos 20 años.
Una atracción clave para los fabricantes son los bajos salarios, en especial si se comparan con los de China, donde los sueldos fabriles han trepado 14% al año en la última década. El trabajador industrial promedio en China cobra unos US$700 al mes, frente a US$250 en Vietnam, US$130 en Camboya, US$110 en Myanmar y US$140 en Laos.
Mientras China se encarece, las marcas globales como Nike y Adidas están poniendo presión sobre sus proveedores chinos para abrir fábricas en la “nueva China” y otras partes de Asia con salarios bajos. E incluso si el nivel salarial es muy bajo para los estándares occidentales, el flujo de inversiones promete mejorar las vidas de millones de personas que viven en la Nueva China.
En una encuesta del año pasado de la consultora McKinsey, 72% de los compradores extranjeros afirmaron que planeaban obtener menos manufacturas de China y más de otros lugares en Asia con menores costos. “La mayoría de las empresas con las que tenemos contacto” que obtienen todos sus bienes de China “nos dicen que en los próximos cinco a 10 años, 30% a 40% vendrá de China, y 30% a 40% de Vietnam y Camboya”, dice Bobby Bao, gestor del fondo Fidelity China Region en Hong Kong.
Un promotor de la región es la firma estadounidense VF, dueña de las marcas Timberland, Nautica y North Face. Ahora VF adquiere 17% de su producción de Vietnam. China representa cerca de 24% de la producción de indumentaria para el aire libre de VF, frente a más de 30% hace un par de años. “Vietnam tiene 93 millones de personas; son bastante jóvenes; necesitan trabajo”, dice Tom Nelson, director de tercerización global de VF. “La eficiencia es buena; también es fácil abrir y operar fábricas”.
Aunque China aún atrae más de US$300.000 millones en inversión directa, sólo 38% va a fábricas, frente a 56% en 2009.
Estos cambios se deben en parte a las propias políticas chinas. En 2012, su fuerza laboral se redujo por primera vez en la historia debido a su prolongada política del hijo único. China aún tiene un superávit de fuerza laboral en el interior y quiere desarrollar industrias en esas áreas, pero los salarios también crecieron en esas zonas. China se ha centrado en la manufactura que requiere mucho capital, con menos mano de obra barata.
Las políticas de Vietnam, Camboya, Myanmar y Laos han favorecido el flujo de inversión hacia la “nueva China”. Sus economías, que en el pasado adoptaron el estilo soviético, flexibilizaron sus reglas para acoger al capitalismo.
Los países de la “nueva China” también deberían beneficiarse de tratados comerciales que se negocian con la Unión Europea y Estados Unidos. China, en tanto, intenta negociar un pacto alternativo con países asiáticos.
La infraestructura sigue siendo un problema en la “nueva China”, y aunque necesita al menos inversiones de US$50.000 millones en el rubro, sigue siendo atractiva por sus otras ventajas, incluidas sus amplias costas, que facilitan la distribución, señalan expertos.
El símbolo del éxito del sudeste asiático es Vietnam, que se encuentra en medio de una importante ruta comercial. Se prevé que el año próximo la economía se expandirá 6,2%, frente a 5,4% este año.
Los fabricantes vietnamitas están pasando de bienes livianos a otros más sofisticados. El país se beneficia por estar cerca de la cadena de suministro de electrónicos. El fabricante de chips Intel realizó su primera inversión en el país en 2010. Un motivo: la manufactura de alta gama paga impuestos corporativos de 10%, menos de la mitad de la tasa estándar de 22% de Vietnam. A Intel la siguieron firmas de Taiwán, Corea del Sur y Japón, como Bridgestone y Panasonic.
Samsung Electronics invertirá US$3.000 millones en una fábrica de teléfonos en Vietnam, lo que llevará su inversión total en el país a US$11.000 millones. Para 2015, la compañía prevé enviar 40% de sus smartphones desde ese país. Los teléfonos superan a los textiles como la principal exportación de Vietnam.
En rápido ascenso detrás de Vietnam está Camboya. Con 15 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto de US$15.500 millones en 2013, ese país registró un aumento de 12,7% en sus exportaciones el año pasado, en parte debido a su industria textil, cuyos clientes globales incluyen a gigantes como la sueca H&M.
El país exime de impuestos corporativos a los fabricantes de indumentaria que registran ganancias por cinco años tras empezar a operar allí. Al igual que Laos y Myanmar, Camboya tiene un pacto para exportar a Europa sin aranceles.
El siguiente en la fila es Myanmar, con 56 millones de habitantes y un PIB de casi US$57.000 millones. El país dejó atrás 50 años de dictadura militar en 2011 y está reformando con rapidez sus reglas para la inversión extranjera. Tiene importantes recursos naturales, incluyendo petróleo en altamar y una población de gran tamaño. El año pasado, las exportaciones crecieron 15,6%; la inversión extranjera directa subió aún más rápido: 16,9%. Algunos de sus inversionistas más importantes son Ford Motor, General Electric y Mitsubishi.
Laos, por su parte, es grande pero sólo tiene 6,8 millones de habitantes. Su PIB apenas supera los US$10.000 millones al año, pero está atrayendo inversión extranjera, en parte debido a un plan para exportar energía hidroeléctrica al resto del sudeste asiático.
La mayor economía de la “nueva China” es Tailandia, que tiene 68 millones de habitantes y un PIB de US$387.000 millones. El año pasado atrajo US$12.700 millones de inversión extranjera directa. Pero el crecimiento se ha estancado debido a la lenta recuperación de las inundaciones de 2011 y la agitación política que llevó a un golpe de estado este año. Aun así, es uno de los centros de la industria automotriz de Asia y exporta tecnología. Ford y Seagate Technology son grandes inversionistas.
Tailandia tiene la red de caminos más extensa del sudeste asiático y miles de kilómetros de costas y ríos. Hay varios planes de expansión de redes ferroviarias y autopistas. Estas obras mejorarán su capacidad logística y ayudarán a captar más inversión extranjera y comercio regional, señalan analistas. Los consumidores tailandeses ya son los de mejor posición económica en la “nueva China”.
China sigue siendo una increíble historia de crecimiento y su industrialización sacó de la pobreza a unos 500 millones de personas. Pero mientras opta por manufacturas más sofisticadas y una mayor parte de su producción se consume dentro del país, los cinco países de la “nueva China” tendrán una oportunidad de escribir su propia historia de crecimiento.
—Leslie P. Norton es editora sénior y columnista del semanario Barron’s. Yue Yiang contribuyó a este artículo.
El crecimiento de las exportaciones de China se ha desacelerado y cuatro países vecinos han salido ganando. Vietnam, Camboya, Laos y Myanmar aumentaron sus exportaciones en casi 20% en los últimos cuatro años, mientras la expansión anual de las ventas externas chinas se redujo de 31% a menos de 8%.
Para los habitantes de estos cuatro países en ascenso, las crecientes exportaciones significan más empleos, más fábricas y más dinero para gastar. La tasa promedio de expansión económica en estos países alcanzó 7,3% en 2013, frente a 5,9% hace cinco años. El crecimiento de China bajó de 9,6% a 7,7%.
En conjunto, Vietnam, Camboya, Laos y Myanmar, junto a Tailandia, su vecino mayor y más desarrollado, van camino a convertirse en la “nueva China”.
Aunque sus economías combinadas son mucho más pequeñas que la de China, crecen con rapidez y muestran un dinamismo manufacturero que evoca a la China de los años 90. La producción económica anual conjunta de los cinco países ascendió a US$641.000 millones el año pasado, equivalente a la de China hace unos 20 años.
Una atracción clave para los fabricantes son los bajos salarios, en especial si se comparan con los de China, donde los sueldos fabriles han trepado 14% al año en la última década. El trabajador industrial promedio en China cobra unos US$700 al mes, frente a US$250 en Vietnam, US$130 en Camboya, US$110 en Myanmar y US$140 en Laos.
Mientras China se encarece, las marcas globales como Nike y Adidas están poniendo presión sobre sus proveedores chinos para abrir fábricas en la “nueva China” y otras partes de Asia con salarios bajos. E incluso si el nivel salarial es muy bajo para los estándares occidentales, el flujo de inversiones promete mejorar las vidas de millones de personas que viven en la Nueva China.
En una encuesta del año pasado de la consultora McKinsey, 72% de los compradores extranjeros afirmaron que planeaban obtener menos manufacturas de China y más de otros lugares en Asia con menores costos. “La mayoría de las empresas con las que tenemos contacto” que obtienen todos sus bienes de China “nos dicen que en los próximos cinco a 10 años, 30% a 40% vendrá de China, y 30% a 40% de Vietnam y Camboya”, dice Bobby Bao, gestor del fondo Fidelity China Region en Hong Kong.
Un promotor de la región es la firma estadounidense VF, dueña de las marcas Timberland, Nautica y North Face. Ahora VF adquiere 17% de su producción de Vietnam. China representa cerca de 24% de la producción de indumentaria para el aire libre de VF, frente a más de 30% hace un par de años. “Vietnam tiene 93 millones de personas; son bastante jóvenes; necesitan trabajo”, dice Tom Nelson, director de tercerización global de VF. “La eficiencia es buena; también es fácil abrir y operar fábricas”.
Aunque China aún atrae más de US$300.000 millones en inversión directa, sólo 38% va a fábricas, frente a 56% en 2009.
Estos cambios se deben en parte a las propias políticas chinas. En 2012, su fuerza laboral se redujo por primera vez en la historia debido a su prolongada política del hijo único. China aún tiene un superávit de fuerza laboral en el interior y quiere desarrollar industrias en esas áreas, pero los salarios también crecieron en esas zonas. China se ha centrado en la manufactura que requiere mucho capital, con menos mano de obra barata.
Las políticas de Vietnam, Camboya, Myanmar y Laos han favorecido el flujo de inversión hacia la “nueva China”. Sus economías, que en el pasado adoptaron el estilo soviético, flexibilizaron sus reglas para acoger al capitalismo.
Los países de la “nueva China” también deberían beneficiarse de tratados comerciales que se negocian con la Unión Europea y Estados Unidos. China, en tanto, intenta negociar un pacto alternativo con países asiáticos.
La infraestructura sigue siendo un problema en la “nueva China”, y aunque necesita al menos inversiones de US$50.000 millones en el rubro, sigue siendo atractiva por sus otras ventajas, incluidas sus amplias costas, que facilitan la distribución, señalan expertos.
El símbolo del éxito del sudeste asiático es Vietnam, que se encuentra en medio de una importante ruta comercial. Se prevé que el año próximo la economía se expandirá 6,2%, frente a 5,4% este año.
Los fabricantes vietnamitas están pasando de bienes livianos a otros más sofisticados. El país se beneficia por estar cerca de la cadena de suministro de electrónicos. El fabricante de chips Intel realizó su primera inversión en el país en 2010. Un motivo: la manufactura de alta gama paga impuestos corporativos de 10%, menos de la mitad de la tasa estándar de 22% de Vietnam. A Intel la siguieron firmas de Taiwán, Corea del Sur y Japón, como Bridgestone y Panasonic.
Samsung Electronics invertirá US$3.000 millones en una fábrica de teléfonos en Vietnam, lo que llevará su inversión total en el país a US$11.000 millones. Para 2015, la compañía prevé enviar 40% de sus smartphones desde ese país. Los teléfonos superan a los textiles como la principal exportación de Vietnam.
En rápido ascenso detrás de Vietnam está Camboya. Con 15 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto de US$15.500 millones en 2013, ese país registró un aumento de 12,7% en sus exportaciones el año pasado, en parte debido a su industria textil, cuyos clientes globales incluyen a gigantes como la sueca H&M.
El país exime de impuestos corporativos a los fabricantes de indumentaria que registran ganancias por cinco años tras empezar a operar allí. Al igual que Laos y Myanmar, Camboya tiene un pacto para exportar a Europa sin aranceles.
El siguiente en la fila es Myanmar, con 56 millones de habitantes y un PIB de casi US$57.000 millones. El país dejó atrás 50 años de dictadura militar en 2011 y está reformando con rapidez sus reglas para la inversión extranjera. Tiene importantes recursos naturales, incluyendo petróleo en altamar y una población de gran tamaño. El año pasado, las exportaciones crecieron 15,6%; la inversión extranjera directa subió aún más rápido: 16,9%. Algunos de sus inversionistas más importantes son Ford Motor, General Electric y Mitsubishi.
Laos, por su parte, es grande pero sólo tiene 6,8 millones de habitantes. Su PIB apenas supera los US$10.000 millones al año, pero está atrayendo inversión extranjera, en parte debido a un plan para exportar energía hidroeléctrica al resto del sudeste asiático.
La mayor economía de la “nueva China” es Tailandia, que tiene 68 millones de habitantes y un PIB de US$387.000 millones. El año pasado atrajo US$12.700 millones de inversión extranjera directa. Pero el crecimiento se ha estancado debido a la lenta recuperación de las inundaciones de 2011 y la agitación política que llevó a un golpe de estado este año. Aun así, es uno de los centros de la industria automotriz de Asia y exporta tecnología. Ford y Seagate Technology son grandes inversionistas.
Tailandia tiene la red de caminos más extensa del sudeste asiático y miles de kilómetros de costas y ríos. Hay varios planes de expansión de redes ferroviarias y autopistas. Estas obras mejorarán su capacidad logística y ayudarán a captar más inversión extranjera y comercio regional, señalan analistas. Los consumidores tailandeses ya son los de mejor posición económica en la “nueva China”.
China sigue siendo una increíble historia de crecimiento y su industrialización sacó de la pobreza a unos 500 millones de personas. Pero mientras opta por manufacturas más sofisticadas y una mayor parte de su producción se consume dentro del país, los cinco países de la “nueva China” tendrán una oportunidad de escribir su propia historia de crecimiento.
—Leslie P. Norton es editora sénior y columnista del semanario Barron’s. Yue Yiang contribuyó a este artículo.