PERCY ALVARADO (II)
PERCY ALVARADO – La FNCA ha sido desde su creación un instrumento para condicionar la política norteamericana hacia Cuba.
Muchos elementos evidencian cómo las diferentes administraciones norteamericanas la han empleado, indistintamente, como punta de lanza de su política agresiva, recibiendo fondos millonarios a través de sus agencias federales como la CIA y la USAID para articular en cada momento sus planes encaminados a destruir por cualquier vía posible a la Revolución.
Cuando les ha sido necesario, tal como ocurrió con el destape de las corruptelas de Adolfo Franco, han colocado en la USAID a personeros de la FNCA como José Cárdenas, ex directivo de la misma. Esta fue la salida para descongelar en el 2008 los fondos destinados para propiciar la subversión contra Cuba y tratar de mantener las emisiones de Radio y TV Martí.
La ambiciosa FNCA publicó por ese entonces un informe en el que denunció que tan solo el 17 % de los fondos eran realmente empleados para apoyar a la contrarrevolución interna. Fue una jugada maestra encaminada a lograr el malsano propósito de monopolizar el dinero de la USAID, desplazando del privilegiado papel a otras organizaciones radicadas en EE UU, tales como el Centro por una Cuba libre, el Directorio Democrático Cubano, el Grupo de Apoyo a la Democracia y Acción Democrática.
No fue, sin embargo, hasta el 2011 cuando la USAID comenzó a tener en cuenta con más atención a la FNCA y a su Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC), luego de haberle retirado su financiamiento tras los escándalos de sus vínculos con Luis Posada Carriles y la oleada terrorista en la década de los noventa, así como su participación en el secuestro del niño Elián González, lo cual provocó una seria caída de imagen para la misma. La USAID tuvo siempre la certeza de que la FNCA empleó parte de los fondos entregados a ella en actividades terroristas contra objetivos económicos, políticos y sociales dentro de Cuba, distanciándose de la misma, al menos, de forma pública.
Fue en el 2011 cuando la USAID aprobó 3.4 millones de USD para la FHRC, parte de los que fueron dirigidos hacia los grupúsculos contrarrevolucionarios por los que apostaban los directores de la FNCA. Otra parte importante de los fondos, a falta de serias auditorías, fueron a parar a los bolsillos de los propios intermediarios y unos pocos liderzuelos dentro de la Isla.
Los envíos destinados por la FHRC a sus grupúsculos seleccionados, fundamentalmente consistentes en computadoras, teléfonos celulares, cámaras, materiales impresos, soportes digitales, alimentos, medicinas, productos higiénicos y ropa, nunca han sido significativos.
La misma suspicacia acaba de ocurrir recientemente cuando se dio a conocer que la FNCA destinó más de 250,000 USD para un curso para jóvenes contrarrevolucionarios auspiciado por el Centro de Iniciativa Latinoamericana y del Caribe del Miami Dade College, con la intención de capacitarlos como potenciales líderes de la contrarrevolución interna y, sin embargo, luego de la deserción de tres de ellos, se filtró la falta de aptitudes de casi todos para cumplir con las expectativas puestas en ellos.
La Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) se encuentra ahora financiando la actividad de algunos grupúsculos como la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y las llamadas Damas de Blanco.
Con Obama, la FNCA ha usado los aportes de la USAID para promover acciones no pacíficas y declarado corte violento como fueron los planes para atentar contra la visita de Benedicto XVI a La Habana y la Feria Internacional de La Habana 2013, denunciados por mí oportunamente.
Tal vez el momento de mayor espaldarazo por parte de Obama a la FNCA tuvo lugar el 8 de noviembre de 2013, cuando el presidente usó la casa del Chairman de la misma, Jorge Mas Santos, para buscar contribuciones para los demócratas. A cambio, Obama prometió a la FNCA la monopolización de los fondos de la USAID. Fue, a todas luces, un acuerdo muy parecido a los usados por la mafia. Así se completaba la intención de Obama de centralizar los fondos de la USAID, iniciada desde el 2012, cuando el Departamento de Estado centró sus esfuerzos en sus dependencias identificadas como la Oficina de Latinoamérica y el Caribe (LAC), la Oficina de la Democracia, Derechos Humanos y el Trabajo (DRL) y la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental. También concedió a la Sección de Intereses de EE UU en La Habana el privilegio de canalizar ciertas partidas de financiamiento dentro del territorio nacional cubano.
En un artículo de mi autoría, titulado Paradoja FNCA: primero explotar Tropicana y ahora evocarlo, destaco el hecho de que fue el propio entonces presidente de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), Luis Zúñiga Rey, quien reclutó a varias personas –entre las que me encontraba yo, así como el ciudadano cubanos Olfiris Pérez Cabrera-, para hacer volar el famoso cabaret Tropicana, en la década de los 90.
En el citado artículo destaco el disparatado sueño de la FNCA de recrear una versión futurista en la Noche Tropical 2014: “Lo que resulta una aberración es que los propios organizadores de estos planes terroristas contra Tropicana, muchos de los cuales se encuentran aún vinculados a la Fundación de Derechos Humanos, una fachada de la FNCA, encargada de promover y financiar la subversión en Cuba, planeen recrear al cabaret Tropicana, tal y como pudiera ser en el 2020, si ocurriera una “transición democrática” en Cuba.” (1)
Siempre tuve la certeza de que los fondos empleados por el ala militar de la FNCA para destruir Tropicana, diversos centros hoteleros y recreativos, termoeléctricas, industrias, refinerías, así como otros objetivos, cuyos planes se fraguaron en 1993 y fueron dándose a la luz en los años venideros con la oleada de atentados que tuvieron lugar entre los años 1996 al 2001, fueron financiados con fondos de la USAID.
No tengo duda alguna de que la FHRC, creada bajo la misma decisión ejecutiva del presidente Reagan, al igual que su matriz FNCA, bajo decreto 501 (c) 3, ha sido una de las más agresivas organizaciones terroristas y subversivas contra Cuba, siempre bajo la tutela de la USAID.
La labor desarrollada por la FNCA en el sostenimiento de la guerra ideológica anticubana, incluye no solo la guerra sicológica, sino también la guerra sucia, directa, en la que sus directivos, junto al Consejo por la Libertad de Cuba, han tenido amplia experiencia en las últimas décadas. Manejando ahora grandes sumas de dinero para la subversión son aún más peligrosos. Pruebas existen de que en los últimos meses la FNCA ha estado involucrada secretamente en la contratación de mercenarios en el exterior para realizar acciones violentas contra Cuba, tal como ocurrió durante la pasada visita de Benedicto XVI y la Feria Internacional del Libro de la Habana 2013. (2)
Percy Francisco Alvarado Godoy
Vínculos:
http://percy-francisco.blogspot.com/2014/11/la-usaid-y-los-peligros-de-colaborar_15.html#sthash.MHIUzCSh.dpuf