Por Rafael Cuevas Molina
Sectores medios reaccionarios y obtusos han salido a la calle a mostrar su disconformidad con esos gobiernos que piensan tanto en los pobres. Piden golpes de Estado, sacan a relucir prejuicios anticomunistas y muestran una agresividad impropia de “la gente linda”.
Varios países latinoamericanos, pero especialmente Brasil, han logrado sacar de la pobreza a extensas capas de la población, haciéndolas ingresar en la clase media. Los logros brasileños son espectaculares, y son uno de los resultados del acento en las políticas sociales que, desde el gobierno de Lula, se viene poniendo en práctica.
Sacar a la gente de la pobreza debe ser una desiderata de primer orden, especialmente en nuestra época, cuando la humanidad cuenta con los recursos para hacerlo, pero el acaparamiento de los beneficios del desarrollo, que crece exponencialmente en la cúspide de la pirámide social, no lo permite.
Ingresar en la clase media es, pues, bueno, deseable y loable. Pero la clase media es extensa, variada, desigual, a tal punto que, a lo mejor, es preferible hablar de sectores medios, en plural, y no utilizando el concepto de “clase”, que abonaría en dirección de una cierta homogeneidad que no posee.
Es bueno hacer la distinción anterior para evitar hacer generalizaciones abusivas. Hay, en los sectores medios, quienes viven de un salario y quienes son pequeños y medianos empresarios. Hay diferencias de educación y de capacidad de consumo.
Los sectores medios son inestables, pueden subir o bajar en la escala social con relativa facilidad y eso marca su mentalidad. Tienden, por lo tanto, a ser conservadores, a cuidar sus logros materiales, y se sienten retados a demostrar que les va bien, que tienen éxito económico, profesional o empresarial. Es decir, a mostrar que no bajan sino que suben en la escala social.
En una sociedad como en la que vivimos en América Latina, los sectores medios son consumistas e individualistas. El consumo es una marca que puede otorgar distinción, mostrar que se está bien, que se va para arriba, que se es mejor que los demás. El individualismo es producto de la lucha feroz por escalar en la pirámide social.
Se habla, por lo tanto, de una mentalidad clasemediera que es, en buena medida, la mentalidad de la apariencia a través de la posesión de cosas. El clasemediero es más que los demás porque tiene algo que los demás no tienen, o que es mejor que lo que los demás tienen. Tal vez un carro más grande, más rápido, más a la moda. Tal vez una casa con más habitaciones, hecha con materiales más costosos, más parecida a las de los ricos.
La mentalidad clasemediera siente horror a que se le confunda con el pobre, o a que se piense que proviene de la pobreza. Hará todo lo posible por mostrar que nunca estuvo estacionado ahí, es decir, en la pobreza, y buscará la forma de encontrar ancestros prestigiosos que le den lustre a su presente: un abuelo europeo, rubio y con dinero, por ejemplo, que perdió toda su fortuna por azares del destino; unos parientes en algún lugar lejano en donde nieva, toman vinos finos y ven con desprecio a la hordas atrasadas del tercer mundo. Indios o negros no existen en el árbol genealógico familiar.
Las políticas sociales de los gobiernos nacional populares de América Latina han permitido que los sectores medios se ensanchen criando, así, los cuervos que les sacaran los ojos. Esos sectores medios ensanchados, conservadores y temerosos, temen que más personas sigan llegando al lugar que ellos ocupan ahora. Lo que quieren es afianzar su estatus y los demás, que se olviden. Han olvidado de dónde vienen, pero saben con certeza a dónde quieren ir: hacia el paraíso clasemediero, es decir, al centro comercial a comprar, a estar entre sus iguales, a sentirse “gente bonita” y olvidarse de esos negros feos que habitan en ciudadelas mugrosas de las que no deberían de salir nunca.
Estos sectores medios reaccionarios y obtusos han salido a la calle a mostrar su disconformidad con esos gobiernos que piensan tanto en los pobres. Piden golpes de Estado, sacan a relucir prejuicios anticomunistas y muestran una agresividad impropia de la gente linda.
La semana pasada se manifestaron en Brasil y antes en Caracas y Buenos Aires. Deberían formar una internacional clasemediera con representación en la OEA para poder pedir más fácilmente la intervención de los Estados Unidos para poner las cosas en orden.
*Presidente AUNA-Costa Rica