30 mar 2015

Una dictadura para no olvidar

¿Por qué es importante preservar la memoria? Un pueblo que no tiene memoria histórica activa es un pueblo que está destinado a repetir sus errores y a seguir padeciéndolos una y otra vez. El ejercicio de la memoria es fundamental para la salud de las sociedades y, precisamente por tratarse de un ejercicio, este hacer memoria nunca puede ser un acto pasivo: la memoria no es algo que se conserve en modo automático, sino que hay que cultivarla de generación en generación.


Y durante generaciones, a los argentinos ―al igual que a los demás americanos en general― nos han enseñado poco y nada de nuestra propia historia. Primero, rehenes de un sistema educativo conservador, memorizamos superficialmente una historia oficial que hacía de la gesta de formación de nuestras naciones en los siglos XVIII y XIX un mero enumerar de próceres y fechas de batallas; luego, recibimos de los medios de comunicación unas versiones edulcoradas de las dictaduras genocidas que hemos sufrido a lo largo del siglo XX. Y así, en modo automático y superficial, fuimos cambiando memoria por memorizar.

Pero la memoria es una cosa muy distinta. Es historizar, es poner en cuestión las fuerzas del pasado que viven en la configuración del presente, que las definen. Si no comprendemos que las guerras de independencia americanas de los siglos XVIII y XIX son una etapa inicial de los movimientos de liberación nacional del siglo XX y hasta el presente, de poco nos servirá memorizar Chacabuco y Maipú, Carabobo y Boyacá, San Martín y Bolívar. No serán más que reliquias gastadas. Jamás historia.

Lo mismo sucede con las dictaduras, principalmente con aquellas que estuvieron enmarcadas en llamada Doctrina de Seguridad Nacional, las dictaduras del Plan Cóndor, pergeñadas por los Estados Unidos y ejecutadas por sus títeres locales. Para los medios de comunicación, guardianes culturales del orden establecido, esos procesos se limitaron a efectuar el reemplazo de unos gobiernos civiles por otros militares, con el objetivo declarado de garantizar la seguridad y el orden internos de países que se encontraban en plena efervescencia social. De este modo, los gobiernos militares serían de igual naturaleza que los gobiernos civiles elegidos democráticamente, con la ventaja de que garantizaban el orden.

Pero este relato superficial oculta la verdad: las dictaduras en América Latina en las décadas del ‘60, ‘70 y ’80 no fueron meros golpes militares “sin ideología”, orientados a recuperar un orden que supuestamente estaba amenazado por la conflictividad social y política. Fueron mucho más. Fueron parte de una enorme operación para restablecer la dominación imperialista sobre unos países que ya estaban a punto de liberarse definitivamente, imponer un modelo neoliberal dictado por las potencias occidentales (con los Estados Unidos a la cabeza) y, lógicamente,para quitar del camino a aquellos individuos o grupos que se opusieran a estas imposiciones, es decir, para eliminar a quienes no estuvieran de acuerdo. Solo en Argentina fueron 30.000 las víctimas.

Aquellas dictaduras fueron, en una palabra, un proyecto de país. Un proyecto de sumisión al imperialismo, de endeudamiento sistemático, de destrucción de la industria nacional y de represión a las clases trabajadoras y populares. Fueron un proyecto de país neoliberal, que no tenía en cuenta a los pueblos, ejecutado por sectores militares, civiles y eclesiásticos de la sociedad y en beneficio de unos pocos.Perder de vista la esencia del modelo de sociedad excluyente que trataron de imponer mediante las dictaduras genocidas resulta en la no comprensión del presente.

Por estas razones, y por muchas otras que exceden el propósito de este artículo, la memoria histórica activa es fundamental. La Patria Grande soberana que se trata de construir en el presente es un proyecto radicalmente opuesto al modelo de patética sumisión propuesto por las dictaduras, pero que de ninguna manera está disociado de él. Todo está conectado, todo es parte de un gran relato que es la historia de nuestra Patria, todo tiene que ver con todo. Todo está guardado en la memoria.




http://www.labatallacultural.org/2015/03/una-dictadura-para-no-olvidar.html