EL ULTIMO VERANO
La última compañera de Rodolfo Walsh, periodista de Página/12 desde su fundación, murió esta mañana, a los 71 años, en la ciudad de Buenos Aires. Será velada en la Biblioteca Nacional entre las 21 de hoy y las 12 de mañana, cuando será trasladada a Junín, su ciudad natal. El 25 de marzo de 2007, al cumplirse 30 años del asesinato del autor de la "Carta abierta a la Junta Militar", Lilia lo recordó en una nota en el suplemento Radar, que ahora se reproduce en su homenaje.
Alguna vez, Walsh reconoció en Las cosas que quiero: "Lilia mis hijas el trabajo oscuro que hago los compañeros el futuro los que no obedecen los que no se rinden los que piensan y forjan y planean los que actúan el análisis claro la revelación de lo escondido el método cotidiano la furia fría los títulos brillantes de mañana la alegría de todos la alegría general que ha de venir un día la gente abrazándose la pareja en su amor la esperanza insobornable la sumersión en los otros".
Lilia trabajó en la editorial Jorge Álvarez, en los diarios La Opinión y Página/12 y en los últimos años se desempeñó como asesora de la Secretaría de Derechos Humanos. Coordinó el espacio de la exEsma, el lugar adonde fue llevado el cuerpo de Walsh tras ser asesinado en la calle, ahora ocupado por diversos centros culturales volcados a la promoción de la memoria.
“Tuve muchos trabajos pero todos ligados a mi idea de transformar este mundo”, dijo hace unos años en un reportaje en canal Encuentro, donde no dudó en considerar al autor de Operación masacre como “mi gran amor”. Se habían conocido en 1967, cuando Walsh le firmó un libro de cuentos suyo y poco después esa atracción inicial los convirtió en pareja durante casi una década.
Juntos atravesaron la etapa en que el periodista dirigió el periódico de la CGT de los Argentinos, la militancia en el peronismo revolucionario y, las tras la “primavera camporista”, el pase a la clandestinidad.
En 1975, se “replegaron” y alquilaron una casa en la localidad de San Vicente, donde Walsh se presentó como traductor y profesor de inglés.
Fumadora empedernida, Lilia repetía que tras la muerte de Walsh y la desaparición de gran parte de sus compañeros y amigos de entonces había pasado años de desazón y exilio interno. El proceso político abierto en 2003 -y en especial tras la derogación de las leyes del perdón- “me devolvieron las ganas de vivir”.
Recién en 2010, en el segundo juicio por los crímenes de la Esma pudo declarar sobre el asesinato de su compañero y exhibió ante el tribunal un documento histórico: unas hojas amarillentas escritas por Walsh 33 años antes en su Lettera, y replicadas con carbónico para ser enviadas a los medios de difusión nacionales y extranjeros, los originales de la Carta Abierta a la Junta Militar.
CARTA ABIERTA A LA JUNTA MILITAR
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales,
el allanamiento de mi casa en el
Tigre, el asesinato de amigos queridos y la
pérdida de una hija que murió combatiéndolos,
son algunos de los hechos que me obligan
a esta forma de expresión clandestina después
de haber opinado libremente como escritor y
periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar
ha motivado un balance de la acción de
gobierno en documentos y discursos oficiales,
donde lo que ustedes llaman aciertos son
errores, los que reconocen como errores son
crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes
a un gobierno del que formaban parte,
a cuyo desprestigio contribuyeron como
ejecutores de su política represiva, y cuyo
término estaba señalado por elecciones
convocadas para nueve meses más tarde.
En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron
no fue el mandato transitorio de Isabel
Martínez sino la posibilidad de un proceso
democrático donde el pueblo remediara
males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que
ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos
recuperando el programa en que coincidieron
en las elecciones de 1973 el ochenta
por ciento de los argentinos y que sigue en pie
como expresión objetiva de la voluntad del
pueblo, único significado posible de ese “ser
nacional” que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado
ustedes la corriente de ideas e intereses de
minorías derrotadas que traban el desarrollo
de las fuerzas productivtas, explotan al
pueblo y disgregan la Nación. Una política
semejante sólo puede imponerse transitoriamente
prohibiendo los partidos, interviniendo
los sindicatos, amordazando la
prensa e implantando el terror más profundo
que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos,
cuatro mil muertos, decenas de miles de
desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon
ustedes en las principales guarniciones
del país virtuales campos de concentración
donde no entra ningún juez, abogado, periodista,
observador internacional. El secreto
militar de los procedimientos, invocado
como necesidad de la investigación, convierte
a la mayoría de las detenciones en secuestros
que permiten la tortura sin límite y
el fusilamiento sin juicio.
Más de siete mil recursos de hábeas
corpus han sido contestados negativamente
este último año. En otros miles de casos
de desaparición el recurso ni siquiera se ha
presentado porque se conoce de antemano
su inutilidad o porque no se encuentra
abogado que ose presentarlo después que
los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron
a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a
la tortura de su límite en el tiempo. Como
el detenido no existe, no hay posibilidad
de presentarlo al juez en diez días según
manda un ley que fue respetada aún en las
cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido
complementada con la falta de límite en los
métodos, retrocediendo a épocas en que se
operó directamente sobre las articulaciones
y las vísceras de las víctimas, ahora con
auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de
que no dispusieron los antiguos verdugos.
El potro, el torno, el despellejamiento en
vida, la sierra de los inquisidores medievales
reaparecen en los testimonios junto con
la picana y el “submarino”, el soplete de las
actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto
de que el fin de exterminar a la
guerilla justifica todos los medios que
usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta,
intemporal, metafísica en la medida
que el fin original de obtener información
se extravía en las mentes perturbadas
que la administran para ceder al impulso
de machacar la sustancia humana hasta
quebrarla y hacerle perder la dignidad
que perdió el verdugo, que ustedes mismos
han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los
nombres de los prisioneros es asimismo
la cobertura de una sistemática ejecución
de rehenes en lugares descampados y horas
de la madrugada con el pretexto de
fraguados combates e imaginarias tentativas
de fuga.
Extremistas que panfletean el campo,
pintan acequias o se amontonan de a diez en
vehículos que se incendian son los estereotipos
de un libreto que no está hecho para
ser creído sino para burlar la reacción internacional
ante ejecuciones en regla mientras
en lo interno se subraya el carácter de represalias
desatadas en los mismos lugares y en
fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad
Federal, 55 en respuesta a la voladura
del Departamento de Policía de La Plata,
30 por el atentado en el Ministerio de Defensa,
40 en la Masacre del Año Nuevo que
siguió a la muerte del coronel Castellanos,
19 tras la explosión que destruyó la comisaría
de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones
en 300 supuestos combates donde
el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a
su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva
abolida en las normas civilizadas de
justicia,incapaces de influir en la política
que dicta los hechos por los cuales son
represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares
de guerrilleros, opositores no armados,
simples sospechosos a los que se mata para
equilibrar la balanza de las bajas según la
doctrina extranjera de “cuenta-cadáveres”
que usaron los SS en los países ocupados y
los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados
en combates reales es asimismo una evidencia
que surge de los comunicados militares
que en un año atribuyeron a la guerrilla 600
muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción
desconocida en los más encarnizados conflictos.
Esta impresión es confirmada por un
muestreo periodístico de circulación clandestina
que revela que entre el 18 de diciembre de
1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones
reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.
Más de cien procesados han sido igualmente
abatidos en tentativas de fuga cuyo
relato oficial tampoco está destinado a que
alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y
Ios partidos de que aún los presos reconocidos
son la reserva estratégica de las represalias
de que disponen los Comandantes de Cuerpo
según la marcha de los combates, la conveniencia
didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín
Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de
Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato
de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba,
después con la muerte de Hugo Vaca
Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas
aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas
sin piedad y narradas sin pudor.
El asesinato de Dardo Cabo, detenido
en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de
1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción
del Primer Cuerpo de Ejército que
manda el general Suárez Masson, revela
que estos episodios no son desbordes de
algunos centuriones alucinados sino la política
misma que ustedes planifican en sus
estados mayores, discuten en sus reuniones
de gabinete, imponen como comandantes
en jefe de las 3 Armas y aprueban como
miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas
han sido masacradas en secreto después
que ustedes prohibieron informar
sobre hallazgos de cadáveres que en algunos
casos han trascendido, sin embargo,
por afectar a otros países, por su magnitud
genocida o por el espanto provocado
entre sus propias fuerzas.
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron
entre marzo y octubre de 1976 en las costas
uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento
de torturados hasta la muerte en la
Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados
en el Río de la Plata por buques de
esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años,
Floreal Avellaneda, atado de pies y manos,
“con lastimaduras en la región anal y fracturas
visibles” según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió
en agosto de 1976 un vecino que buceaba
en el Lago San Roque de Córdoba,
acudió a la comisaría donde no le recibieron
la denuncia y escribió a los diarios que no la
publicaron.
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires
entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en
San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján
el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres
del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a
15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en
Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción
de bandas de derecha, presuntas herederas
de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar
la mayor guarnición del país en camiones
militares, de alfombrar de muertos
el Río de la Plata o de arrojar prisioneros
al mar desde los transportes de la Primera
Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general
Videla, el almirante Massera o el brigadier
Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas,
y la Junta que ustedes presiden no es el fiel
de la balanza entre “violencias de distintos
signos” ni el árbitro justo entre “dos terrorismos”,
sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear
el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el
asesinato del general Carlos Prats, durante
el anterior gobierno, con el secuestro y
muerte del general Juan José Torres, Zelmar
Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y
decenas de asilados en quienes se ha querido
asesinar la posibilidad de procesos democráticos
en Chile, Boliva y Uruguay.
La segura participación en esos crímenes
del Departamento de Asuntos Extranjeros
de la Policía Federal, conducido por oficiales
becados de la CIA a través de la AID, como
los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor,
sometidos ellos mismos a la autoridad de
Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de
la CIA en Argentina, es semillero de futuras
revelaciones como las que hoy sacuden
a la comunidad internacional que no han de
agotarse siquiera cuando se esclarezcan el
papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército,
encabezados por el general Menéndez,
en la creación de la Logia Libertadores de
América, que reemplazó a las 3 A hasta que
su papel global fue asumido por esa Junta en
nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera
el arreglo personal de cuentas como
el asesinato del capitán Horacio Gándara,
quien desde hace una década investigaba
los negociados de altos jefes de la Marina,
o del periodista de “Prensa Libre” Horacio
Novillo apuñalado y calcinado, después que
ese diario denunció las conexiones del ministro
Martínez de Hoz con monopolios
internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su
significado final la definición de la guerra
pronunciada por uno de sus jefes: “La lucha
que libramos no reconoce límites morales
ni naturales, se realiza más allá del
bien y del mal”.
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia
del mundo civilizado, no son sin embargo
los que mayores sufrimientos han traído al
pueblo argentino ni las peores violaciones
de los derechos humanos en que ustedes incurren.
En la política económica de ese gobierno
debe buscarse no sólo la explicación
de sus crímenes sino una atrocidad mayor
que castiga a millones de seres humanos con
la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario
real de los trabajadores al 40%, disminuido
su participación en el ingreso nacional al
30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de
labor que necesita un obrero para pagar la
canasta familiar, resucitando así formas de
trabajo forzado que no persisten ni en los
últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras
los precios suben en las puntas de las
bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación
colectiva, prohibiendo asambleas
y comisioncs internas, alargando
horarios, elevando la desocupación al
récord del 9% prometiendo aumentarla
con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído
las relaciones de producción a los
comienzos de la era industrial, y cuando
los trabajadores han querido protestar los
han calificados de subversivos, secuestrando
cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y
en otros no aparecieron.
Los resultados de esa política han sido
fulminantes. En este primer año de gobierno
el consumo de alimentos ha disminuido
el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas
ha desaparecido prácticamente en
las capas populares. Ya hay zonas del Gran
Buenos Aires donde la mortalidad infantil
supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia,
Dahomey o las Guayanas; enfermedades
como la diarrea estival, las parasitosis y
hasta la rabia en que las cifras trepan hacia
marcas mundiales o las superan. Como si
esas fueran metas deseadas y buscadas, han
reducido ustedes el presupuesto de la salud
pública a menos de un tercio de los gastos
militares, suprimiendo hasta los hospitales
gratuitos mientras centenares de médicos,
profesionales y técnicos se suman al éxodo
provocado por el terror, los bajos sueldos o la
“racionalización”.
Basta andar unas horas por el Gran Buenos
Aires para comprobar la rapidez con
que semejante política la convirtió en una
villa miseria de diez millones de habitantes.
Ciudades a media luz, barrios enteros
sin agua porque las industrias monopólicas
saquean las napas subtérráneas, millares de
cuadras convertidas en un solo bache porque
ustedes sólo pavimentan los barrios
militares y adornan la Plaza de Mayo , el
río más grande del mundo contaminado en
todas sus playas porque los socios del ministro
Martínez de Hoz arrojan en él sus
residuos industriales, y la única medida de
gobierno que ustedes han tomado es prohibir
a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la
economía, a las que suelen llamar “el país”,
han sido ustedes más afortutunados. Un
descenso del producto bruto que orilla el 3%,
una deuda exterior que alcanza a 600 dólares
por habitante, una inflación anual del 400%,
un aumento del circulante que en solo una
semana de diciembre llegó al 9%, una baja
del 13% en la inversión externa constituyen
también marcas mundiales, raro fruto de la
fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras
y protectoras del Estado se atrofian hasta
disolverse en la pura anemia, una sola crece
y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones
de dólares que equivalen a la mitad
de las exportaciones argentinas presupuestados
para Seguridad y Defensa en 1977,
cuatro mil nuevas plazas de agentes en la
Policía Federal, doce mil en la provincia de
Buenos Aires con sueldos que duplican el
de un obrero industrial y triplican el de un
director de escuela, mientras en secreto se
elevan los propios sueldos militares a partir
de febrero en un 120%, prueban que no hay
congelación ni desocupación en el reino de
la tortura y de la muerte, único campo de la
actividad argentina donde el producto crece
y donde la cotización por guerrillero o abatido
sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional
según una receta que se aplica indistintamente
al Zaire o a Chile, a Uruguay
o Indonesia, la política económica de esa
Junta sólo reconoce como beneficiarios a la
vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía
especuladora y un grupo selecto de monopolios
internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel,
la Siemens, al que están ligados personalmente
el ministro Martínez de Hoz y todos
los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios
de la producción animal en 1976 define
la magnitud de la restauración oligárquica
emprendida por Martínez de Hoz en consonancia
con el credo de la Sociedad Rural
expuesto por su presidente Celedonio Pereda:
“Llena de asombro que ciertos grupos
pequeños pero activos sigan insistiendo en
que los alimentos deben ser baratos”.
El espectáculo de una Bolsa de Comercio
donde en una semana ha sido posible
para algunos ganar sin trabajar el cien y el
doscientos por ciento, donde hay empresas
que de la noche a la mañana duplicaron su
capital sin producir más que antes, la rueda
loca de la especulación en dólares, letras,
valores ajustables, la usura simple que ya
calcula el interés por hora, son hechos bien
curiosos bajo un gobierno que venía a acabar
con el “festín de los corruptos”.
Desnacionalizando bancos se ponen el
ahorro y el crédito nacional en manos de la
banca extranjera, indemnizando a la ITT
y a la Siemens se premia a empresas que
estafaron al Estado, devolviendo las bocas
de expendio se aumentan las ganancias de
la Shell y la Esso, rebajando los aranceles
aduaneros se crean empleos en Hong
Kong o Singapur y desocupación en la Argentina.
Frente al conjunto de esos hechos
cabe preguntarse quiénes son los apátridas
de los comunicados oficiales, dónde están
los mercenarios al servicio de intereses foráneos,
cuál es la ideologia que amenaza al
ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo
deforme de hechos malvados no pretendiera
que esa Junta procura la paz, que el general
Videla defiende los derechos humanos o
que el almirante Massera ama la vida, aún
cabría pedir a los señores Comandantes
en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre
el abismo al que conducen al país tras
la ilusión de ganar una guerra que, aún si
mataran al último guerrillero, no haría más
que empezar bajo nuevas formas, porque las
causas que hace más de veinte años mueven
la resistencia del pueblo argentino no
estarán dcsaparecidas sino agravadas por el
recuerdo del estrago causado y la revelación
de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer
aniversario de su infausto gobierno
he querido hacer llegar a los miembros de
esa Junta, sin esperanza de ser escuchado,
con la certeza de ser perseguido, pero fiel al
compromiso que asumí hace mucho tiempo
de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.