23 mar 2015

AJUSTE, DEVALUACION Y HUIDA DE CAPITALES ESPECULATIVOS


Fuga a la brasileña

El real acumula una fuerte depreciación en lo que va del año. Crisis económica y política agudizan la inestabilidad del mercado cambiario. La estrategia ortodoxa está profundizando la recesión brasileña.
 Por Cristian Carrillo

El real alcanzó esta semana su menor valor en doce años. La moneda brasileña se ubicó a 3,23 por dólar el viernes, en un contexto económico y político delicado para la administración de Dilma Rousseff. La recesión con niveles de inflación por encima de sus metas convive con escándalos de corrupción en obra pública vinculados con la petrolera estatal Petrobras, lo que dificulta al gobierno brasileño conseguir el apoyo necesario para poner en práctica el plan de ajuste anunciado para revertir su déficit presupuestario. Este cóctel se completa con una importante fuga de capitales, como reflejo de la apreciación del dólar a nivel global, la cual no está siendo compensada por la cuenta corriente ante la caída de los precios de los commodities. La política de apertura de la cuenta capital a los fondos golondrina permitió un ingreso de fondos en el período 2002-2010, que fortaleció su stock de reservas más que por la cuenta corriente. El ritmo de salida de estos fondos de corto plazo será el que determine este año la magnitud de la recesión y de la devaluación.
La apertura irrestricta al ingreso de capitales es un reclamo insistente de los actores del mercado argentino, quienes utilizaban la Bolsa paulista como ejemplo del potencial de inversiones al que podría aspirar el país si levantara sus controles. Sin embargo, los controles al ingreso y salida de fondos de corto plazo, mediante un esquema de encajes, están permitiendo al país aislarse de la fuga de capitales.
“Durante las dos presidencias de Luiz Inácio Lula da Silva se observó un notable despegue de las exportaciones de Brasil gracias al boom de los commodities. Pero fue más notable aún la entrada de capitales, que se acentuó cuando las calificadoras de riesgo le otorgaron la nota de investment grade”, explica el economista Ramiro Castiñeira. La apertura brasileña explicó que el país pasara de una leve salida de capitales en 2004-2005 a tener un ingreso de casi 200.000 millones de dólares en 2007, equivalente a 6,5 por ciento de su PIB. El ingreso de capitales catapultó la demanda agregada, la economía y las importaciones. “Rápidamente Brasil transformó un modesto superávit en la cuenta corriente del balance de pagos en un déficit por más de 100.000 millones de dólares”, agrega el economista.
Hasta 2012 el ingreso de capitales fue superior al déficit en cuenta corriente del balance de pagos, permitiendo a Brasil un constante incremento de las reservas en el Banco Central, que se multiplicaron por diez en una década, al pasar de 35 mil millones en 2001 a más de 350.000 en 2011. Este ingreso provocó una fuerte apreciación del real, generando un atraso cambiario que ahogó su industria hasta llevar al actual estancamiento económico. El año pasado la economía brasileña no creció, perdió su superávit comercial y fiscal primario. El déficit de cuenta corriente fue de 4,2 por ciento del PIB y el rojo fiscal, de 6 por ciento.
La probable suba de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal para mediados de año, que fortalecerá al dólar, conllevó a una huida de los fondos hacia el mercado estadounidense, en lo que denominan proceso de flight to quality (vuelo hacia la calidad). Por su parte, la apreciación de la moneda estadounidense retrajo los precios de todos los commodities, lo que favorece a economías centrales que importan materias primas y perjudica a las exportadoras. Más de 60 por ciento de las exportaciones de Brasil son materias primas y sus derivados. Los complejos minero, sojero y petrolero explican el 40 por ciento. Todos esos productos registran caídas de precios de dos dígitos en el último año. El menor ingreso de capitales en Brasil explica la devaluación del real, que asciende al 15 por ciento en lo que va de marzo y acumula una caída del 40 respecto de un año, ya que apenas alcanzan para compensar el déficit corriente. La respuesta del gabinete de Rousseff es más ortodoxia, ajuste presupuestario y suba de la tasa de interés.