Por Emir Sader
12 de septiembre de 2018
Acusado, condenado y preso en un juicio sin pruebas, víctima de la mas monstruosa trampa legal de la historia brasileña, Lula ha señalado a Fernando Haddad como su candidato, por la imposibilidad legal de ser él mismo el candidato. Queda todavía un recurso de los abogados de Lula en Supremo Tribunal Federal, pero la Justicia Electoral impuso un plazo para sustitución del candidato para que sea el Partido de los Trabajadores el que tomara la decisión de nombrar a otro nombre, una vez prohibido el de Lula. El anuncio fue hecho por Lula a través de un mensaje público.
La absurda prohibición de Lula se apoya en un proceso sobre un departamento, que nunca fue de Lula, a punto que el juez Sergio Moro dijo que lo condenaba no en base a pruebas –que nos las tenia–, sino en base a convicciones. Como si el derecho pudiera basarse en algo tan subjetivo como las convicciones y ya no en pruebas.
En base a esa condena Lula fue preso y le impiden de ser candidato en elecciones donde las encuestas le dan preferencias por arriba del 40 por ciento, mientras que los otros candidatos sumados no llegan a esa cifra. Todos los que visitan a Lula en su celda coinciden en la fuerza moral con que él enfrenta la situación y, al mismo tiempo, en la indignación por la inmensa injusticia de la que él es víctima.
“No me conformo con haber sido condenado y estar proscripto por la ley de Ficha Limpia por un crimen que no ha existido. Los Tribunales Superiores, que podrían reparar la injusticia juzgando el mérito antes de las elecciones, no ponen el tema en la agenda. Van a juzgarlo cuando yo ya haya sido excluido del proceso electoral”. Esa fue la declaración de Lula respecto a su imposibilidad de concurrir a las elecciones en las que él sería mas favorito que en cualquiera de las otras que haya enfrentado, con todas las posibilidades de ser elegido de nuevo presidente de Brasil en primera vuelta.
Frente a esa circunstancia, Lula y el PT fueron obligados, para no correr el riesgo de ser excluidos de la campana electoral, a escoger el candidato substituto de Lula antes de que el plazo del tribunal electoral venciera el 11 de septiembre. Fernando Haddad fue estudiante de derecho y de economía en la Universidad de San Pablo, donde yo mismo fui su profesor en los cursos de posgrado en filosofía y en ciencia política. Fue el mejor ministro de educación que Brasil ha tenido, responsable directo de la gran expansión de sistema educacional del país, ya sea de las escuelas técnicas como de las universidades públicas. Posteriormente Haddad fue elegido alcalde de la ciudad de San Pablo.
Fue por su trayectoria como su ministro, principalmente, que Lula lo ha escogido como su candidato a vicepresidente y, no pudiendo concurrir, como candidato a presidente de Brasil, teniendo a la también joven parlamentaria del PC do B, Manuela Davila, como candidata a vicepresidente.
Haddad había coordinado el programa electoral del PT y, posteriormente, hizo grandes viajes por Brasil, de forma similar a los que había hecho Lula con sus Caravanas.
La recepción que tuvo Haddad en las nueve provincias del nordeste fue espectacular y confirmó lo que la derecha mas temía: la trasferencia de la influencia de Lula, que tiene 59% de apoyo en la primera vuelta en la región que siempre ha sido decisiva en las cuatro victorias electorales nacionales del PT.
Haddad superó rápidamente las resistencias dentro del PT y aparece como el mejor representante de Lula. Como coordinador del programa de gobierno de Lula, es quien mejor defiende las posiciones de PT respecto a todos los temas del programa.
Hasta aquí as encuestas incluían a Haddad sin mencionar que seria el candidato de Lula. La derecha tenía esperanzas de que la trasferencia de votos de Lula hacia él no se diera o se diera en pequeña proporción. Pero las encuestas ya apuntaban a que, elegido por Lula, Haddad tiene el 33 por ciento de las preferencias, que dicen que seguramente votaran por él, además de otro 16 por ciento de votantes que afirman que podrían votar por Haddad. Lo cual, de entrada, ya coloca a Haddad en la segunda vuelta, como favorito para ganarle de Bolsonaro, pero que abre incluso la posibilidad de una victoria en primera vuelta.
Lula mandó un mensaje a la dirección del PT, que hizo su reunión en Curitiba, aprobó el nombre de Haddad para ser el candidato del partido a la presidencia de Brasil y lo anunció públicamente en la Vigilia enfrente a edificio de la Policía Federal, donde Lula está preso desde hace más de 150 días. “Nuestro nombre ahora es Haddad”, dijo Lula en su mensaje publico, leído en la Vigilia. En términos muy emotivos, Lula reafirmó su esperanza de que sea reconocida su inocencia y de que el pueda unirse a Haddad en el gobierno de Brasil.
En seguida Haddad habló, ya como candidato a la presidencia de Brasil, con un discurso vibrante, de reconocimiento de todo lo que Brasil le debe a Lula y de los desafíos que el país tiene por delante. Se revela un gran candidato, confirmando la opción correcta de Lula, en la circunstancia dramática de no poder ser él el candidato.
Lula siempre dijo que prefería que el próximo candidato a la presidencia de Brasil fuera alguien de una nueva generación. Pero la persecución política de la que fue objeto lo llevó a afirmar su disposición a probar su inocencia, confrontar las acusaciones y ser de nuevo candidato a la presidencia. Una voluntad reafirmada en todos sus discursos y mensajes por escrito, hasta que se agotaron las posibilidades legales y la renovación que Lula prefería terminó imponiéndose.
La decisión de Lula y del PT hace que la campaña entre en su recta final, ahora con todos los candidatos definidos. La reacción del mercado –la bolsa de valores y el dólar –fue negativa, acusando el golpe de que el PT lograra superar los obstáculos para tener un candidato apoyado por Lula.
Los próximos pasos de la campana electoral son las encuestas en que Haddad aparezca como el candidato de Lula y la primera vuelta, el 7 de octubre. La difícil transición de Lula a Haddad como candidato, está realizada. Ahora la campana electoral entra en su recta final. En octubre Brasil tendrá un nuevo presidente, elegido democráticamente por su pueblo. Lula confía que el elegido será Fernando Haddad.
12 de septiembre de 2018
Acusado, condenado y preso en un juicio sin pruebas, víctima de la mas monstruosa trampa legal de la historia brasileña, Lula ha señalado a Fernando Haddad como su candidato, por la imposibilidad legal de ser él mismo el candidato. Queda todavía un recurso de los abogados de Lula en Supremo Tribunal Federal, pero la Justicia Electoral impuso un plazo para sustitución del candidato para que sea el Partido de los Trabajadores el que tomara la decisión de nombrar a otro nombre, una vez prohibido el de Lula. El anuncio fue hecho por Lula a través de un mensaje público.
La absurda prohibición de Lula se apoya en un proceso sobre un departamento, que nunca fue de Lula, a punto que el juez Sergio Moro dijo que lo condenaba no en base a pruebas –que nos las tenia–, sino en base a convicciones. Como si el derecho pudiera basarse en algo tan subjetivo como las convicciones y ya no en pruebas.
En base a esa condena Lula fue preso y le impiden de ser candidato en elecciones donde las encuestas le dan preferencias por arriba del 40 por ciento, mientras que los otros candidatos sumados no llegan a esa cifra. Todos los que visitan a Lula en su celda coinciden en la fuerza moral con que él enfrenta la situación y, al mismo tiempo, en la indignación por la inmensa injusticia de la que él es víctima.
“No me conformo con haber sido condenado y estar proscripto por la ley de Ficha Limpia por un crimen que no ha existido. Los Tribunales Superiores, que podrían reparar la injusticia juzgando el mérito antes de las elecciones, no ponen el tema en la agenda. Van a juzgarlo cuando yo ya haya sido excluido del proceso electoral”. Esa fue la declaración de Lula respecto a su imposibilidad de concurrir a las elecciones en las que él sería mas favorito que en cualquiera de las otras que haya enfrentado, con todas las posibilidades de ser elegido de nuevo presidente de Brasil en primera vuelta.
Frente a esa circunstancia, Lula y el PT fueron obligados, para no correr el riesgo de ser excluidos de la campana electoral, a escoger el candidato substituto de Lula antes de que el plazo del tribunal electoral venciera el 11 de septiembre. Fernando Haddad fue estudiante de derecho y de economía en la Universidad de San Pablo, donde yo mismo fui su profesor en los cursos de posgrado en filosofía y en ciencia política. Fue el mejor ministro de educación que Brasil ha tenido, responsable directo de la gran expansión de sistema educacional del país, ya sea de las escuelas técnicas como de las universidades públicas. Posteriormente Haddad fue elegido alcalde de la ciudad de San Pablo.
Fue por su trayectoria como su ministro, principalmente, que Lula lo ha escogido como su candidato a vicepresidente y, no pudiendo concurrir, como candidato a presidente de Brasil, teniendo a la también joven parlamentaria del PC do B, Manuela Davila, como candidata a vicepresidente.
Haddad había coordinado el programa electoral del PT y, posteriormente, hizo grandes viajes por Brasil, de forma similar a los que había hecho Lula con sus Caravanas.
La recepción que tuvo Haddad en las nueve provincias del nordeste fue espectacular y confirmó lo que la derecha mas temía: la trasferencia de la influencia de Lula, que tiene 59% de apoyo en la primera vuelta en la región que siempre ha sido decisiva en las cuatro victorias electorales nacionales del PT.
Haddad superó rápidamente las resistencias dentro del PT y aparece como el mejor representante de Lula. Como coordinador del programa de gobierno de Lula, es quien mejor defiende las posiciones de PT respecto a todos los temas del programa.
Hasta aquí as encuestas incluían a Haddad sin mencionar que seria el candidato de Lula. La derecha tenía esperanzas de que la trasferencia de votos de Lula hacia él no se diera o se diera en pequeña proporción. Pero las encuestas ya apuntaban a que, elegido por Lula, Haddad tiene el 33 por ciento de las preferencias, que dicen que seguramente votaran por él, además de otro 16 por ciento de votantes que afirman que podrían votar por Haddad. Lo cual, de entrada, ya coloca a Haddad en la segunda vuelta, como favorito para ganarle de Bolsonaro, pero que abre incluso la posibilidad de una victoria en primera vuelta.
Lula mandó un mensaje a la dirección del PT, que hizo su reunión en Curitiba, aprobó el nombre de Haddad para ser el candidato del partido a la presidencia de Brasil y lo anunció públicamente en la Vigilia enfrente a edificio de la Policía Federal, donde Lula está preso desde hace más de 150 días. “Nuestro nombre ahora es Haddad”, dijo Lula en su mensaje publico, leído en la Vigilia. En términos muy emotivos, Lula reafirmó su esperanza de que sea reconocida su inocencia y de que el pueda unirse a Haddad en el gobierno de Brasil.
En seguida Haddad habló, ya como candidato a la presidencia de Brasil, con un discurso vibrante, de reconocimiento de todo lo que Brasil le debe a Lula y de los desafíos que el país tiene por delante. Se revela un gran candidato, confirmando la opción correcta de Lula, en la circunstancia dramática de no poder ser él el candidato.
Lula siempre dijo que prefería que el próximo candidato a la presidencia de Brasil fuera alguien de una nueva generación. Pero la persecución política de la que fue objeto lo llevó a afirmar su disposición a probar su inocencia, confrontar las acusaciones y ser de nuevo candidato a la presidencia. Una voluntad reafirmada en todos sus discursos y mensajes por escrito, hasta que se agotaron las posibilidades legales y la renovación que Lula prefería terminó imponiéndose.
La decisión de Lula y del PT hace que la campaña entre en su recta final, ahora con todos los candidatos definidos. La reacción del mercado –la bolsa de valores y el dólar –fue negativa, acusando el golpe de que el PT lograra superar los obstáculos para tener un candidato apoyado por Lula.
Los próximos pasos de la campana electoral son las encuestas en que Haddad aparezca como el candidato de Lula y la primera vuelta, el 7 de octubre. La difícil transición de Lula a Haddad como candidato, está realizada. Ahora la campana electoral entra en su recta final. En octubre Brasil tendrá un nuevo presidente, elegido democráticamente por su pueblo. Lula confía que el elegido será Fernando Haddad.