SONDEO DATAFOLHA: DILMA Y MARINA CON EMPATE TÉCNICO EN SEGUNDA VUELTA
La ex senadora Marina Silva, que esta semana será confirmada como candidata a la presidencia por el Partido Socialista Brasileño (PSB) en reemplazo del fallecido Eduado Campos, tiene 21% de las intenciones de voto, ante 20% de Aécio Neves, en una alterada campaña electoral que sigue liderando la mandataria Dilma Rousseff con un 36%, mostró el lunes un sondeo de Datafolha.
Es la primera encuesta divulgada tras la trágica muerte de Campos en un accidente aéreo.
En una eventual segunda vuelta, Marina obtendría 47%, ante 43% de la presidenta Dilma Rousseff.
Tanto en primera vuelta Marina-Aécio, como en segunda Marina-Dilma, las simulaciones indican un empate técnico, ya que el margen de error de la encuesta es de dos puntos porcentuales hacia arriba o hacia abajo.
En un segundo turno Dilma-Aécio, la mandataria vencería 47% a 39%, una ventaja mayor al 44%-40% que indicaba el sondeo anterior de julio, con empate técnico por estar dentro del margen de error.
Los números de Datafolha alejan la chance de una definición electoral en primera vuelta debido a que Marina triplica las intenciones de voto de Campos, que tenía 8%.
El ingreso de Marina a la campaña parece sacarles votos tanto a Aécio como a la presidenta Dilma Rousseff.
La encuesta de Datafolha entrevistó 2.843 electores en 176 ciudades entre los días 14 y 15 de agosto y fue divulgada en el sitio de internet del diario Folha de S.Paulo.
PERFIL: MARINA SILVA, LA CANDIDATA QUE SACUDE LA CAMPAÑA DE BRASIL
Marina Silva, una ex ministra de Medio Ambiente y ex senadora de 56 años, parece más una misionera que una dirigente política.
De aspecto frágil y con un aura mística, su próximo lanzamiento como candidata presidencial del Partido Socialista Brasileño (PSB) en reemplazo del fallecido Eduardo Campos ha revolucionado la campaña para las elecciones que Brasil celebrará el 5 de octubre y una encuesta publicada el lunes ya la señala como una aspirante con serias posibilidades de ganar la presidencia del país más rico y poblado de América Latina.
Nacida en condiciones miserables en una plantación de caucho del norte brasileño, la nueva candidata presidencial del PSB trabajó como empleada doméstica y aprendió a leer y escribir en la adolescencia, mientras se trataba enfermedades como la hepatitis -que contrajo tres veces- y la malaria.
Hija de inmigrantes de la pobre Región Noreste de Brasil que se desplazaron a la Amazonia, María Osmarina Marina Silva Vaz de Lima, tal su nombre completo, creció en un poblado del estado de Acre llamado Breu Velho, en un hogar con 11 hijos, de los cuales tres murieron.
Su abuela la impulsó a aprender a leer y escribir en la adolescencia, cuando soñaba convertirse en monja.
“Mi abuela me decía: ´mi hijita, una monja no puede ser analfabeta’”, recordó la ahora candidata, quien tras 37 años de practicar el catolicismo se convirtió en evangélica en 1997, cuando ingresó al influyente grupo religioso Asamblea de Dios durante una crisis de salud que la postró un año y medio y en la que cayó por envenenamiento con metales pesados.
Su primer cargo público fue el de concejal en la capital estatal Río Branco, en Acre, desde donde cimentó su carrera política a través de la militancia ambientalista.
Marina se recibió de Licenciada en Historia y realizó posgrados en Teoría Psicoanalítica y Psicopedagogía. Está casada y tiene cuatro hijos.
Vivió en un convento y se vinculó con el ambientalista y recolector de caucho Chico Mendes, quien murió asesinado en 1988 y con el que llevó a cabo acciones de bloqueo a actividades de destrucción de la selva amazónica.
Dos años antes de ese crimen que marcó su vida, se afilió al Partido de los Trabajadores (PT). Desde el cargo de concejal exigió y dio ejemplo de austeridad pública. Luego fue diputada estadual y en 1994 resultó consagrada la senadora federal más joven de la historia brasileña, con 34 años de edad.
Fue reelecta en el 2002 y un año después fue nombrada por Luiz Inácio Lula da Silva como ministra de Medio Ambiente, un puesto de gran importancia en un país que alberga la mayor parte de la selva amazónica, el más grande bosque tropical del planeta.
A ese puesto renunció en el 2008 tras choques con funcionarios del Gobierno, entre ellos la entonces ministra de la Presidencia (Casa Civil), Dilma Rousseff, principalmente por las demoras en la concesión de permisos ambientales para construir represas hidroeléctricas.
Lula reveló años más tarde que Marina le comunicó la renuncia diciéndole que había recibido un mensaje de Dios, pero la dirigente argumentó problemas para avanzar con su agenda ambiental.
Un año después dejó el PT, al que acusó de tener una “concepción de desarrollo centrada en el crecimiento material a cualquier costo”, y se afilió la Partido Verde (PV), del que fue candidata presidencial en el 2010, cuando quedó tercera mejor colocada en unas elecciones en las que obtuvo 20 millones de votos.
Su propuesta principal fue convertir a Brasil en una” economía de bajo carbono”.
Marina también dejó el Partido Verde en 2011 debido a desacuerdos con sus dirigentes y buscó ser candidata por su propia agrupación, la Red Sustentable, grupo que sin embargo no logró obtener personería jurídica, por lo que avanzó en una alianza con el PSB de Campos, al que llevó sus ideas ambientalistas.
PRO-MERCADO, PERO SIN AMIGOS EN LA POLITICA
Actualmente, tiene como principales asesores económicos a dos profesionales considerados como ampliamente favorables a políticas amistosas con el mercado, Eduardo Gianetti da Fonseca y André Lara Resende, que han adherido a las posiciones ambientalistas de Marina Silva.
Empresarios poderosos como Guilherme Leal, de la exitosa productora de cosméticos Natura y quien fue su compañero de fórmula en el 2010, y la heredera del imperio bancario y financiero Itaú, Neca Setúbal -coordinadora en la campaña de Campos-, son dos de los principales donantes para las campañas de Marina y fuertes promotores de la dirigente ambientalista.
En un rápido análisis sobre el nuevo escenario electoral, el economista Luiz Mendonca de Barros, quien fue ministro durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, señaló que una gestión económica de Marina Silva sería “mucho más ortodoxa y pro-mercado que la de Dilma”y deberá mantener la política de metas de inflación, realinear tarifas públicas y precios de gasolina con costos internacionales y enfatizar en asuntos como disciplina fiscal.
Entre los riesgos, sin embargo, apuntó que tendría una escasa base de apoyo en el Congreso y problemas de diálogo con el “establishment político”, lo que genera un riesgo de repetición de las dificultades del gobierno de Fernando Collor de Mello (1990-1992), no por cuestiones vinculadas a temas de ética, sino por limitaciones para realizar acuerdos con el poderoso Congreso brasileño.
El profesor de periodismo Nílson Lage, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), describió a Marina como “una buena persona” pero contraria al “agronegocio en sí” y contra aquello que sustenta el comercio externo de Brasil.
“Ella no está contra el capitalismo, sino contra la sociedad industrial, esto es (el fabricante de aviones) Embraer, las siderúrgicas, las metalúrgicas”, indicó en un artículo.
Por su parte, el columnista y escritor Elio Gaspari, advirtió que la presencia de Marina Silva será un “bálsamo” para electores que buscan una alternativa a la polarización entre el Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Aécio Neves pero consideró que sus planes ya al frente del Gobierno podrían significar una “aventura”.
Gaspari dijo que Marina tiene “confusas propuestas”, que incluyen ideas y frases como “ejes programáticos”, “brasileños socialistas y sustentabilistas”, “democracia de alta intensidad”, “ampliar la dimensión de los controles ex post frente a la primacía de los controles ex ante” y planes de plebiscitos para temas polémicos como el aborto y la construcción de “un nuevo Estado”.