27 ago 2014

¿Cuándo se es pobre en Uruguay?

¿Cuándo se es pobre? La pregunta parece simple pero cualquier respuesta será precaria y parcial. Hasta hoy se considera pobres a las personas u hogares que no alcanzan determinados ingresos. Sin embargo y aunque su complejidad es inagotable, la pobreza tiene múltiples dimensiones que se pueden medir y así dar cuenta del fenómeno. Como la medición perfecta es inalcanzable, la pobreza se revela finalmente más como una noción que una cuestión pasible de definición. Si las personas u hogares son o no son pobres se resuelve en las decisiones de qué medir y dónde poner los umbrales, y esas decisiones están en manos de cientistas sociales.
Con la premisa de que lo que se puede medir se puede mejorar, el sociólogo Oscar Roba, integrante del Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza (CIIP; Espacio Interdisciplinario, Udelar) y encargado del Banco de Datos del Área Sociodemográfica de la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar), presentó en el Espacio Interdisciplinario, junto a panelistas invitados, el estudio Medición de la Pobreza Infantil en Uruguay. El trabajo de Roba compendia y sistematiza los distintos trabajos sobre el tema que se han hecho en Uruguay, y propone discutir y construir información y análisis sobre la pobreza y desigualdad en la vida de los niños.
El pobre unidimensional y el pobre bidimensional
Hasta hoy, la medición se realiza tomando en cuenta una sola dimensión: la llamada línea de pobreza, que se calcula multiplicando por un coeficiente (o «factor de expansión») a partir de la línea de indigencia. La línea de indigencia se define a su vez en función del costo de una determinada canasta de alimentos. Es decir que, desde hace mucho tiempo, en Uruguay y en buena parte del mundo ser pobre oficialmente significa únicamente no contar con determinado ingreso per cápita mensual.
Roba pensaba a priori que la medición de la pobreza por el ingreso no estaba reflejando con fidelidad la realidad social en cuanto a pobreza (que la subestimaba), porque no tomaba en cuenta las carencias de las familias (NBI). Por eso, en el documento, que es el primero de cuatro que serán editados por el Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza (CIIP) de la Udelar, se incorporan otras metodologías de medición de la pobreza que proponen enfoques unidimensionales.
Entre varios se destacan los resultados que surgen de un enfoque bidimensional, donde se considera pobres a aquellos que están por debajo de la línea de pobreza (LP) y/o tienen necesidades básicas insatisfechas (NBI). En dos momentos ‘recientes’ (2006 y 2011 (ver gráfico), se obtiene que, con la medición tradicional (solo LP) los pobres en 2006 eran un 34.4% de la población, y en 2011, un 13,7%. En tanto, al incorporar la variable NBI, resulta que considerados de esta forma (se suma a los que tienen al menos una NBI, aun si no están bajo la LP) los pobres eran 57.2 en 2006 y 35.7 en 2011. Surge de esta modalidad de análisis una nueva categoría, «una descripción que no se limita a los pobres, sino que incluye a amplios sectores de la sociedad »*, que son los no integrados: aquellos que sufren algún tipo de precariedad, exclusion y/o marginalidad.
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Roba sostiene que hay que incorporar más dimensiones para pobreza de adultos y niños, y destacó que aun con mediciones con LP en una perspectiva más amplia en el tiempo, la situación (tendencia lineal) no es buena en Montevideo para los años 2011 y 2012.
¿Por qué el documento se presenta ahora? Roba sintió la necesidad de aclarar, ante ciertos titulares de prensa de los últimos días relacionados con este documento, que ni él ni el CIIP están haciendo «trabajo político» alguno, que no tienen una cabeza política que actue en función de daños y beneficios que se pueda causar a alguien. Destacó que hace dos años presentaron un informe sobre infancia y pobreza y que la continuación de ese trabajo es esta publicación, donde se incorporan las NBI actualizadas el año pasado. Resaltó que lo que hace el documento es unir la LP y las NBI, y que los informes de la Cepal y de diversos investigadores siguen esta tendencia.
El pobre multidimensional
Federico González, panelista por la Dirección Nacional de Evaluación y Monitoreo (Dinem) del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), destacó que el Estado a través del MIDES refleja su concepción de la pobreza como multidimensional en la teoría y en la práctica, en el Plan de Equidad y en la Reforma Social**, es decir que considera a la pobreza como hecho multidimensional y actúa en consecuencia.
Destacó como ejemplo de medición multidimensional la que permite el índice de carencias críticas del DINEM, que además de factores económicos de las familias más humildes considera, por ejemplo, el material del que está construida la vivienda, la educación de los integrantes del grupo o el confort en electrodomésticos que puedan tener.
Anotó que para una consideración multidimensional de la pobreza, las cuestiones claves son: cuáles dimensiones considerar, cuántas deben faltar para considerar a alguien pobre, y cuál es el umbral que se coloca en cada una de las dimensiones.
Vigencia y relatividad del indicador línea de pobreza
La panelista Marisa Buchelli, del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, justificó el uso de la LP como única dimensión en que es útil para la divulgación y monitoreo de la situación. Buchelli defendió que se siga monitoreando de esta manera en la afirmación de que: el ingreso es el principal recurso para satisfacer las necesidades, la pérdida de ingreso es mucho más que perder un recurso -porque esa pérdida tiene múltiples repercusiones sociales para las familias y los individuos- y funciona como una variable de anticipación del comportamiento de otras variables. Además permite conocer los problemas objetivos de nuestros salarios y jubilaciones, sostuvo.
Habló luego de pobreza relativa y absoluta y advirtió que el concepto de pobreza (sus indicadores) varían con el tiempo, y que la pobreza es al fin lo que los estándares y sociedades consideran razonable en un determinado momento. Puso como ejemplo que si los umbrales en uso en 1982 se hubieran mantenido, la pobreza tendería muy fuertemente a caer en la gráfica del tiempo, y al contrario, si se usa retrospectivamente el umbral de 2006, la pobreza sube mucho.
Problemas a resolver en los enfoques multidimensionales
Laura Nalbarte, quien participó del panel por el Instituto Nacional de Estadística (INE), acordó en la necesidad de estudiar variables complementarias a la LP para la definición de la pobreza y reconoció que esta es una tendencia internacional. Al mismo tiempo, abogó por el mantenimiento de la unidimensionalidad por su sencillez. Sostuvo que el enfoque multidimensional tiene múltiples problemas a enfrentar antes de ser aplicado, especialmente en lo que concierne a la elección y definición de las variables; sin estos cuidados se podría llegar a conclusiones erróneas sobre los niveles de pobreza. Cuestionó algunos aspectos metodológicos del documento presentado, valorando de todos modos el efecto disparador que este informe logra activar, al compilar los distintos métodos de medición de la pobreza y poner nuevamente el tema de la pobreza infantil en el tapete, obligando a discutir sobre las dimensiones que se deben tener en cuenta para caracterizarla y medirla. Propuso juntar todos los trabajos temáticos y definir institucionalmente cuáles son las NBI a tomar en cuenta para cumplir esta tarea.
Siete niños pobres por cada anciano en igual situación
Gustavo De Armas, del Instituto de Ciencia Política de la FCS y especialista en Políticas Sociales del Equipo de trabajo de Unicef – Uruguay, destacó que el documento muestra la película de los últimos 20 años del Uruguay, donde se constata la existencia permanente de un núcleo duro de pobreza de entre un 11% y un 13%, sin importar cuál sea la forma de medirla. Por encima de ese núcleo duro se aprecia un «colchón» de gente vulnerable, que es aproximadamente un 20% de la población y que cae bajo la LP en los momentos de crisis, y finalmente entre un 50% y 60% de «integrados». Más allá de los picos de la gráfica temporal, esta estructura no ha cambiado mucho, sostuvo. Llamó entonces a pensar a mediano y largo plazo qué políticas públicas de todo tipo pueden reducir el núcleo duro y el sector vulnerable.
También llamó la atención sobre la inequidad intergeneracional, ya que la pobreza está concentrada en los niños en tanto en los adultos mayores es bajísima. Se preguntó si existe un país en el mundo que haya bajado del 32% al 4% la pobreza en cualquier grupo etáreo, como bajó en Uruguay entre 1986 y 1994 en los adultos mayores. Dijo que esto fue probablemente resultado de la reforma constitucional promovida por los jubilados en 1989, que les mejoró las prestaciones que reciben. Recordó que en 1986 la pobreza infantil duplicaba a la de los adultos mayores, y que en 1994 la primera pasó a ser siete veces mayor que la segunda.
Consideró que, ya que dos tercios de los pobres tienen menos de 30 años, disminuir la pobreza monetaria infantil sería un buen método para reducir la pobreza general, y más tomando en cuenta que esta población está muy concentrada territorialmente. Sobre el final, distinguió que las mediciones uni y multidimensionales cumplen distintas funciones, y que la medición perfecta de la pobreza no va a existir nunca.
InformeFuente web de la Udelar.
La ONDA digital Nº 686 (Síganos en Twitter y facebook)
Documento Medición de la pobreza infantil en Uruguay
*Kaztman, R. Et Al. (1999) Vulnerabilidad, Activos y Exclusión Social en Argentina y Uruguay. Santiago, Organización Internacional del Trabajo, Documento de Trabajo Nº 107: 15-20.
**La Reforma Social: La nueva matriz de protección social del Uruguay. Plan de acción. disponible en www.mides.gub.uy