29/08/2014
Los discursos e insultos contra jueces uruguayos, el FA y la ONU de parte de dos coroneles del Foro Libertad y Concordia y del ex fiscal Langón. Sudestada se metió en la cumbre pro militar de Buenos Aires.
Pablo Waisberg / Especial para Sudestada
“El sentido de este encuentro es lograr una cooperación que no sea circunstancial sino estable”
Los incas creían que el cóndor era un ave inmortal, que en los estertores de la muerte se dejaba caer desde los riscos más altos para renacer. Esta ave carroñera, emblema americano, fue utilizada como símbolo de unas de las más carniceras operaciones de represión coordinada por las dictaduras de América del Sur en las décadas de 1970 y 1980.
Con diligencia o demora –tal el caso uruguayo– los miembros de la Operación Cóndor están siendo juzgados y encarcelados en varios países, y la coordinación de los militares y civiles nostálgicos vuelve a sobrevolar la región, bajo el lema de “salvar” a los “camaradas” que han caído o corren riesgo de terminar enjaulados.
La delegación uruguaya de militares retirados y abogados de represores llegó al Foro de Buenos Aires por la Justicia, la Concordia y la Libertad con objetivos claros: avanzar en el armado de una coordinación regional, asegurar la “solidaridad con los camaradas enjuiciados y presos” y disputar una batalla cultural para desmontar “el relato” sobre el terrorismo de Estado. Pero, por sobre todas las cosas, redoblar los esfuerzos para lograr una
“amnistía pacificadora”
, suspicaz forma de plantear su lucha a favor de quienes se encuentran encarcelados o indagados por crímenes contra la humanidad.
Sus necesidades coincidieron, como si se tratara de un sofisticado mecanismo de relojería, con los planteos de los representantes de Chile, Colombia, Venezuela y Perú. Y, sobre todo, con las preocupaciones de los anfitriones de Argentina, donde se produjo el mayor avance en términos de enjuiciamiento y castigo a criminales de lesa humanidad de la última dictadura militar (1976 -1983).
“El sentido de este encuentro es lograr una cooperación que no sea circunstancial sino estable”
, subrayó el abogado y ex colaborador de la represión militar argentina, Alberto Solanet, al abrir el encuentro que se desarrolló entre el 19 y el 20 de agosto en el Hotel Meliá de Buenos Aires, cuyos dueños mantienen estrecha relación con el ex presidente derechista español José María Aznar, opositor acérrimo a que se investiguen los crímenes del franquismo.
Solanet es el presidente de la
Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia de Argentina
, organización que impulsó y actuó como anfitriona del evento regional. Esa condición no es casual: 1.600 integrantes de las Fuerzas Armadas, de seguridad y civiles argentinos están procesados o condenados, según los datos que esa organización desplegó durante el foro.
El abogado derechista basó su anhelo de coordinación permanente en lo que describió como un escenario afectado por
“la más refinada estrategia gramsciana”.
Y para describir el proceso que, según él, llevó a tan adversa situación, citó al filósofo marxista:
“Habrá que meter pie en el aparato del Estado, en los medios de expresión de la opinión pública, en las universidades, en los colegios, en las parroquias. Como la larga marcha de Mao, pero no a través de las montañas, sino a través de las instituciones. La revolución habrá de ser preparada con tiempo, paciencia y cálculo de alquimista, desmontando pieza por pieza la sociedad civil, infiltrándose en sus mecanismos”
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