Tras la caída del presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, que huyó a Costa de Marfil, el ejército de esa nación designó hoy al teniente coronel Isaac Zida para dirigir el proceso de transición a la normalidad.
“El teniente coronel Isaac Zida fue elegido por unanimidad para reconducir el periodo de transición abierto en el país tras la partida del presidente Compaoré“, indicó un comunicado leído tras una reunión de altos mandos del Estado Mayor.
El documento estaba firmado por su rival, el general Nabéré Honoré Traoré, que reconocía así su derrota después de asegurar el viernes que asumía las responsabilidades de jefe del Estado, poco antes de que lo hiciera Zida.
“La forma y la duración de este periodo de transición serán determinados ulteriormente, en concierto con los responsables de la vida nacional“, agregó.
Tras su nombramiento como jefe del gobierno de transición, Isaac Zida, de 49 años,anunció en un comunicado la reapertura de las fronteras aéreas del país, que habían sido cerradas la víspera.
En cambio las fronteras terrestres permanecen cerradas, y el toque de queda sigue en vigor, precisaron las nuevas autoridades.
El nuevo mandatario salió de la reunión con aire grave rodeado de una quincena de altos mandos del ejército, mientras que Traoré, que también había asistido, desapareció después del encuentro.
En teoría, el teniente coronel debería reunirse durante la tarde con los partidos políticos y miembros de la sociedad civil.
Esos grupos, reunidos en la capital, lanzaron un llamamiento reclamando una “transición democrática y civil” y convocaron a la población a un gran mitin en el centro de la capital el domingo por la mañana.
“La victoria tras la insurrección popular pertenece al pueblo, y por ende la gestión de la transición le pertenece legítimamente y no debe ser confiscada por el ejército”, indicaron en un comunicado.
La Constitución prevé que el presidente de la Asamblea Nacional asegure la interinidad en caso de “vacío de poder“, pero Zida la suspendió el viernes, el mismo día que Compaoré se vio obligado a dimitir.
El jueves el ejército había tomado el control del país, después de una insurrección popular contra la voluntad del mandatario de perpetuarse en el poder.
Calma tras la tormenta
La situación era de calma el sábado en las calles de Uagadugú, la capital, y en Bobo Dioulasso (sur), la segunda ciudad del país, donde en los últimos días se produjeron violentos altercados.
En el centro, la circulación era normal y los pequeños comercios se encontraban abiertos, pese a que el mercado central y los bancos seguían cerrados.
Llamados por el Movimiento Ciudadano (colectivo de jóvenes al frente de la movilización contra el expresidente Compaoré), grupos de personas limpiaban las calles de los restos de la batalla campal vivida los días precedentes.
El anuncio de Traoré el viernes había provocado la cólera en las calles de la capital, e incluso dentro del ejército, por ser considerado demasiado cercano a Compaoré.
Desde hace 27 años, Burkina Faso solo ha conocido un presidente, Blaise Compaoré, participante en tres golpes de Estado, el último de los cuales, en 1987, le permitió llegar al poder tras acabar con la vida de Thomas Sankara, icono del panafricanismo.
Su intención de revisar la Constitución para volver a presentarse a las elecciones en 2015, abriendo la puerta a tres nuevos mandatos y 15 años más en el poder, fue la gota que colmó la paciencia de la población.
Varias manifestaciones masivas desembocaron en disturbios, pillajes e incluso en la quema del Parlamento, obligaron a dimitir al presidente, que huyó a Costa de Marfil.
(Con información de AFP)