Por José M. Vásquez Ocampo
Marco regional:
Sudamérica como región sub-continental, hoy esta revalorizada por su proyección y potencialidad estratégicas. Sin duda en etapa de transformación que va de potencia a acto, y a partir de coincidencias esencialmente democráticas, comprometidas con denominadores comunes, y.la inclusión social –una histórica exigencia de la región-, en la perspectiva de la igualdad de oportunidades. La mayoría de los países de la región aborda este tipo de objetivos prioritarios, con sus énfasis ideológico-políticos, sus vertientes históricas, y sus orientaciones institucionales. También coinciden en la juventud de sus sistemas democráticos.
Los procesos de redistribución necesariamente afectan intereses locales e internacionales profunda y largamente instalados en cada país. De allí las reacciones que pretenden cambios hacia el restablecimiento del status-quo acostumbrado, por medio de diversas metodologías que intentan y en situaciones logran, rupturas constitucionales. Las desestabilizaciones en el pasado cercano de América Latina clausuro dos gobiernos democráticamente constituidos. Esas graves frustraciones tienen, por lo menos, la significación de la advertencia y la posibilidad del aprendizaje compartido para los miembros de la región.
En este contexto regional, se constata crecientemente un nuevo modo de operar. El deterioro de los partidos políticos tradicionales, en tanto alternativa electoral que garantice un cambio de orientación, facilitó el surgimiento de los medios de difusión masiva como sus sustitutos activos en la conducción del quehacer político, especialmente en su expresión pre-electoral. Son en realidad grupos económicos coligados a otros internacionales y locales que en el cotidiano defienden ese nivel de intereses. Sus mensajes crípticos y falaces hasta la mentira ilimitada, se repiten con persistencia en el día a día, logrando de esta manera, la cooptación de amplios sectores de las sociedades. Así lograda esa legitimación desde las sociedades, les da la oportunidad de co-conducir a los diversos actores que se aglutinan en la llamada oposición a los gobiernos transformadores.
Contexto nacional:
A partir del memorándum con Irán comienza un escenario en que se potencian todas las lógicas ya constatadas en el resto de la región.
La argentina de hoy confirma ese marco referencial regional, aunque en algunos casos ahonda tendencias y en otros ofrece novedades. En este sentido, se esta viviendo una coyuntura política -pre-electoral- de una extrema densidad, resultante de una concentración de problemáticas críticas –muchas de ellas pergeñadas para la ocasión-, que se han activado en forma simultanea en el mismo espacio, el nacional.
El mencionado acuerdo desde la perspectiva argentina está orientado fundamentalmente a avanzar a favor de la verdad respecto de la investigación de los atentados terroristas más graves de nuestra historia. Como era previsible, afectó hiriendo intereses facciosos locales e internacionales fuertemente instalados en el devenir de la causa AMIA (exSIDE, SI, CIA, FBI, MOSSAD, y la embajada de EE.UU. en argentina –que controlaba la producción del Fiscal argentino, enorme intromisión, naturalizada por los medios-). En ese ambiente, se urdió a modo de retaliación la inconsistente denuncia del Fiscal Nisman focalizada en la Jefa de Estado y Presidenta de la Nación. Una suerte de desproporcionada provocación de desgaste al vértice del Poder Ejecutivo.
En este contexto, la inmediata muerte del Fiscal denunciante, reclama su esclarecimiento por y desde la Justicia. Esto lo exige la familia afectada por la pérdida de un ser querido y especialmente, la sociedad que tendrá en este hecho luctuoso un eslabón fundamental para proseguir la construcción adulta de nuestra democracia con efectivas y probas instituciones.
Las condiciones en que se desempeña la malograda justicia argentina no dan garantía de resultados esclarecedores que deberían ser la base necesaria para desplegar su capacidad punitiva. Este es un grave problema de la Nación democrática. Ello, en un futuro, esperemos cercano, requerirá para resolver el grave problema, de grandes consensos a modo de una Política de Estado que involucre y represente a todos los ciudadanos democráticos del país, las grandes mayorías. No habrá nación consolidada sin Justicia apropiada. Mientras el Poder Judicial no se expida sobre la muerte en cuestión, la anomia llevará a la sospecha favoreciendo la confabulación como método de resolución de conflictos.
En la región y en especial, en esta coyuntura crítica de nuestro país, existe el riesgo de pasar de los llamados “golpes blandos” a los no tan blandos, si para algunos fuere necesario.
El riesgo, un “cromañon” inducido, aquí y ahora:
Desde nuestra cultura social como sociedad democrática joven, que casi un siglo entero abrevo en el autoritarismo militar, viene mostrando una tendencia a la impunidad (corregida a través del Juicio a las Juntas Militares durante el período de gobierno del Dr. Alfonsín y luego con el nuevo impulso para retomar todas las causas pendientes durante los gobiernos del Dr. Kirchner y la Dra. Fernández de Kirchner.
Todos ellos extraordinarios aportes desde la responsabilidad del Estado Democrático y Republicano asumiendo los Derechos Humanos para la lucha contra la impunidad.
La impunidad que aún persiste en otras vicisitudes de la vida cotidiana, refiere al hecho esencial de la ausencia de justicia y legalidad, ello contribuye coherentemente, con un relacionamiento social que privilegia la anomia. Es decir, se ha conformado una cultura de la anomia y la impunidad. Pésimos pilares para el fortalecimiento de la República y de los consecuentes equilibrios de Poderes.
La dolorosa eclosión aquella noche -30 /12/2004- y en aquél lugar, el “boliche” Cromañon, lamentablemente no fue sintetizada desde una mirada crítica de la cultura social. La crisis no se constituyó como oportunidad para mejorar la cultura social e institucional, quedó enmarañada en la confusión.
En “Cromañon” coincidieron en el tiempo y en el espacio, múltiples conductas anómicas a las que contribuyeron todos los actores allí involucrados. La anomia, como propensión a evitar reglas -morales, éticas y legales- necesarias para coordinar la convivencia en sociedad lleva al desastre y las rupturas.
Con este presupuesto que intenta describir un escenario micro del pasado reciente, se tiene la sensación que desde el escenario macro, inaugurado a partir del memorándum con Irán, gran parte de los actores directa o indirectamente involucrados, actúan o se conducen carentes de reglas.
Se ha instalando la anomia como actitud generalizada: los medios masivos de información que la interpretan para desinformar cotidianamente, concluyen conduciendo la oposición con intensión destituyente; los partidos políticos sin liderazgos ni propuestas que se dejan conducir; sectores corporativos estatales – Fiscales y Jueces- que se transforman en instrumentos de aquella conducción perdiendo su horizonte de responsabilidades institucionales; corporaciones privadas que co-participan en el nivel de esa conducción -el empresariado concentrado de la UIA- que con las peores metodologías al interior de la institución, deciden una feroz crítica a los acuerdos estratégicos con China, es decir, frente a un cambio del alineamiento internacional tradicional; las fuerzas de seguridad e inteligencia boyando y contribuyendo a la confusión desde los intersticios del Estado. Todos estos actores cumplen roles que no les corresponden por ética ciudadana, y por parámetros legales.
Estamos en la antesala de un “Cromañon” nacional inducido. Para evitarlo sólo queda como instancia de resistencia-defensiva, la más alta conducción del Estado, que sería la única pieza necesaria, que al faltar, rompe con la lógica “Cromañon”. El discurso del 1/3/2015 ante el Congreso de la Nación así lo atestigua. No sólo mostrando su rol como Jefa de Estado y Presidenta de la Nación, sino también ofreciendo un “plus” fundamental y excepcional –en nuestra historia política- su capacidad de estadista.
Cristina Fernández de Kirchner atenta a las responsabilidades esenciales que le confiere la Constitución, pudo y podrá evitar las provocaciones por venir, que muy posiblemente estarán
insertas en la mencionada lógica del “Cromañon” inducido para la destitución. Tamaña tarea y responsabilidad que le cabe. Junto a ella, estarán los ciudadanos democráticos conscientes de la gravedad de la hora, dispuestos a defender el orden constitucional, como lo fue, este memorable 1º de marzo en la Plaza “Congreso”.
José M. Vásquez Ocampo,
ex vice Ministro de Defensa y ex embajador,
16 de marzo de 2015