LA DEFENSA DE LAGOMARSINO SOSTIENE QUE EL FISCAL SE QUEDABA TODOS LOS MESES CON LA MITAD DEL SUELDO DEL TECNICO
El abogado de Lagomarsino presentará hoy ante la fiscalía un escrito donde asegura que de los 41 mil pesos que cobraba mensualmente, depositaba 20 mil a nombre del fiscal Nisman. La cuenta de la que era testaferro estaba en el Merrill Lynch de Nueva York.
Por Raúl Kollmann
“Alberto Nisman se quedaba con la mitad del sueldo mensual de Diego Lagomarsino. Todos los meses, Lagomarsino cobraba los 41 mil pesos del contrato firmado por Nisman y concurría de inmediato a un banco ubicado al lado a depositar 20 mil pesos en una cuenta del fiscal.” En apretada síntesis, esa información constituye el punto central de la presentación que hoy hará en la Justicia el defensor de Diego Lagomarsino, Maximiliano Rusconi. Junto al texto se entregará documentación que supuestamente acredita los depósitos mes a mes. En el mismo escrito, Rusconi dará el nombre del banco en Nueva York en el que Lagomarsino figuró como prestanombre de Nisman: es el Merrill Lynch de Nueva York. Lo asombroso es que en esa cuenta –según la versión de la defensa– los titulares son Sara Garfunkel, la madre del fiscal; Sandra Nisman, la hermana, y Lagomarsino. El propio fiscal no figuraba como titular, sino como apoderado, lo que le permitía mover los fondos. Rusconi responderá así a la acusación de la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, que apuntó a Lagomarsino diciendo que una hipótesis es que el informático haya matado a Nisman por razones económicas. “Dado que la doctora Arroyo Salgado nos obliga a exponer cuál era la relación económica con el doctor Nisman, lo hacemos transparentando todo. Ella llevó a una situación que no hace bien a la imagen del fiscal fallecido”, dirá Rusconi en el texto.
La enorme tensión desatada entre Arroyo Salgado y la defensa de Lagomarsino derivó en una guerra cuya consecuencia será la presentación que realizará Rusconi hoy en la fiscalía de Viviana Fein. El abogado sostiene que Nisman tenía a Lagomarsino en un puño por esta relación económica, es decir un sueldo de 41 mil pesos, a cambio del cual trabajaba poco y nada, pero que el fiscal lo obligaba mes a mes a entregar la mitad. No está claro desde cuándo Nisman se quedaba con el 50 por ciento del sueldo de Lagomarsino, pero el informático fue contratado por Nisman en 2007, lo que hace pensar que el arreglo se originó al principio y que Lagomarsino estuvo entregando la mitad del contrato en los últimos siete años. “Esto fue una exigencia del fiscal sobre él, que como mínimo es un comportamiento cuestionable”, señaló ayer Rusconi en una entrevista radial, en la que mantuvo el misterio sobre de qué se trataba realmente la exigencia.
Pero adelantando la presentación de hoy, Rusconi agregó: “Son datos de la intimidad de la relación de ellos dos, que no tienen que ver con la intimidad en el sentido sexual ni nada de eso, que tienen que ver con una exigencia de Nisman sobre él y que demuestra un comportamiento de Nisman como mínimo cuestionable. Son los dos únicos datos que Lagomarsino se guardó (en el momento de brindar su declaración testimonial ante la fiscal) porque pensaba que no tenían que ver con el objeto procesal y porque nadie le preguntó por eso”, sostuvo el abogado a la radio FM Vorterix.
Desde el día en que se conocieron las circunstancias de la muerte de Nisman, Lagomarsino pasó a ser un enigma. En primer lugar, porque fue la persona que supuestamente le prestó la pistola al fiscal, pero además porque cobraba 41 mil pesos –el contrato más alto existente en una fiscalía a nivel nacional–; iba a ver a Nisman a Le Parc y no concurría a la fiscalía y porque nadie sabía bien en qué consistía su trabajo. En la Unidad AMIA había un equipo informático exclusivo y, de golpe, apareció una persona que cobraba semejante cifra supuestamente para hacer un trabajo similar. Lo que Rusconi dice en su escrito es que el trasfondo era el arreglo económico por el cual Nisman se quedaba con la mitad del dinero.
La revelación que hoy presentará por escrito el abogado de Lagomarsino obligará a una investigación profunda sobre los diez contratos existentes en la fiscalía. Por de pronto, el fiscal que reemplazó a Nisman en los primeros días, Alberto Gentili, designado por el propio Nisman, pidió que se dé de baja el contrato de Claudio Rabinovitch, quien figuraba como asesor, y que tampoco concurría mucho a la fiscalía. El pago era por otra cifra altísima: 32.400 pesos mensuales. La Procuración ya canceló el contrato. Pero, además, figura una joven que –según la versión en la fiscalía– era la nutricionista del fiscal y que también cobraba una cifra asombrosa: 28.800 pesos. Ese contrato está en proceso de baja. Todo ahora tendrá que ser investigado para ver si no hay detrás un arreglo similar al que Lagomarsino dice que existía con él.
Según se comentaba ayer cerca de la defensa, Rusconi entregará hoy el escrito con todos la documentación que probaría esta maniobra. Aparentemente el dinero se cobraba en un cajero o en una entidad bancaria y de inmediato se hacía un depósito en el mismo banco –o en otro ubicado a pocos metros– de los 20 mil pesos que se quedaba el fiscal. La evidencia serían las boletas de depósito. Lo que señala Rusconi es que con semejante operatoria, Nisman era el que dominaba totalmente a Lagomarsino, sobre quien ejercía todo el poder. “Era muy difícil que Diego se negara a algo”, argumenta el letrado.
La cuenta en NY
El otro elemento que estará en el escrito que se presentará hoy ante Fein es la cuenta bancaria de Nueva York. Quien primero habló de esa cuenta fue Arroyo Salgado: la ex esposa de Nisman se presentó ante la fiscal Fein y dijo que había que investigar la existencia de un móvil económico en lo que ella asegura fue un homicidio. Arroyo Salgado insiste en que Lagomarsino fue la pieza clave del plan criminal y sugirió que había un entuerto de dinero entre ellos. Para fundamentarlo, la ex esposa de Nisman mencionó la existencia de una cuenta en Nueva York en la cual figuraban como titulares la madre de Nisman, la hermana del fiscal y Lagomarsino.
Hoy Rusconi pondrá por escrito que la cuenta está en el Merrill Lynch de Nueva York y que efectivamente está a nombre de Garfunkel, Sandra Nisman y Lagomarsino, como supuesto testaferro. Lo asombroso es que Nisman figuraba como apoderado, es decir que tenía a sus familiares y al informático como titulares, pero él manejaba el movimiento de fondos como apoderado.
La historia ya fue adelantada por este diario el domingo: hace un año y medio, Nisman le pidió a Lagomarsino que le permitiera usar su nombre en esa cuenta ya que el fiscal era una persona políticamente expuesta, como se dice en el argot financiero: no quería figurar. Lagomarsino –según afirma el escrito– aceptó porque no tenía otro remedio, por esa relación de patrón-empleado. El fiscal, de todas maneras, le prometió que no lo molestaría mucho.
En el texto que se entregará hoy a Fein se consigna que Lagomarsino intervino dos veces en movimientos de esa cuenta. Una, a mediados de 2014 y la otra a principios de enero de 2015. En ambos casos se trató de transferencias de 2500 dólares a Uruguay para pagar los impuestos de un terreno en ese país. Lagomarsino afirma no saber dónde está ese terreno ni a nombre de quién figura ni si está declarado o no. También Lagomarsino asegura que no sabe cuánto dinero hubo y hay en la cuenta de Nueva York: dice que nunca tuvo acceso a resúmenes o saldos.
Con la revelación de todos esos datos, la defensa de Lagomarsino parece apuntar a varios objetivos:
- Blanquear todas las relaciones económicas entre el fiscal y el informático. Tal vez consideren que esos datos, de todas maneras, iban a saltar.
- Sostener que ninguno de esos vínculos podrían fundamentar que Lagomarsino haya matado o haya participado de un plan para matar a Nisman, como afirma Arroyo Salgado.
- Que la relación era de dominio de Nisman sobre Lagomarsino y eso explica –según el informático– por qué lo citaba a horas poco habituales en Le Parc, lo trataba de forma autoritaria o lo hacía subir por la puerta de servicio.
A dos meses de la muerte de Alberto Nisman, todavía quedan muchísimas medidas de prueba por concretar, pero hoy por hoy, la guerra entre Arroyo Salgado y Diego Lagomarsino, junto a su abogado, está en el centro de la escena.