Tres años después de la intervención militar, Libia no produce el petróleo que le reclaman
Por Ignacio Cembrero
Massoudou Hassoumi, ministro de Asuntos Exteriores de Níger, un país fronterizo de Libia, se lamentó, a principios de año, que las potencias occidentales que derrocaron en 2011 a Muamar el Gadafi no garantizaron “el servicio postventa”. Por eso, añadió, Libia se ha convertido en “una incubadora de terroristas”.
A mediados de mes fue el propio Parlamento libio el que pidió, por amplia mayoría, a la comunidad internacional que interviniese en Libia para “proteger a los civiles” de las milicias algunas de las cuales rayan el terrorismo.
Ninguna de las potencias occidentales que ayudaron a acabar con Gadafi respondió a este llamamiento. Entonces, por primera vez, dos países árabes aliados de Estados Unidos, Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU), intervinieron por su cuenta para tratar de frenar, a principios de esta semana, el avance de una coalición de milicias islamistas, Fajr Libia (El Alba de Libia) en Trípoli, la capital.
Que dos regímenes árabes hayan actuado sin consultar con Washington demuestra hasta qué punto la pasividad de la Administración de Barack Obama en Oriente Próximo, por lo menos hasta el inicio de los bombardeos en el norte de Iraq a principios de mes, incita a sus aliados a suplir sus carencias, señalan fuentes diplomáticas.
Bengasi está en un 80% bajo el yugo de Ansar Sharia
Egipto puso los aeropuertos militares y EAU, que posee la mejor fuerza aérea en el Golfo, los aviones con los que se bombardeó un campamento de una milicia islamista procedente de la ciudad de Misrata integrada en la coalición Fajr Libia. De poco sirvió porque los rebeldes consiguieron expulsar a otra milicia, la de Zintan, menos tintada de religión. Tras casi mes y medio de combates se adueñaron del aeropuerto de la capital.
A grandes rasgos el país que posee las mayores reservas de petróleo en África está ahora en manos de varias milicias. En su capital y en Misrata, tercera ciudad libia, predominan los islamistas moderados de Fajr Libia. Bengasi, la segunda ciudad más poblada, está en un 80% bajo el yugo de Ansar Sharia (Partidarios de la Ley Islámica), un grupo tachado de terrorista por EEUU porque participó en el asesinato de su embajador en Libia en septiembre de 2012.
El resto de Bengasi y Tobruk lo controlan los hombres del general jubilado Khalifa Haftar al que obedecen los despojos del Ejército libio y que mantiene estrechas relaciones con la milicia de Zintan. El general cuenta con el respaldo de Abdelfatah Al Sisi, el presidente de Egipto.
En la vasta región meridional del Fezán, con una superficie equivalente a la de España, pero con apenas medio millón de habitantes, confluyen grupos terroristas, incluida la rama magrebí de Al Qaeda y la escisión que protagonizó Mojtar Belmojtar, el que ha perpetrado en el Magreb más secuestros de occidentales.
Libia tendrá la semana próxima dos gobiernos
Al caos en materia de seguridad, con choques entre milicias, atentados, los secuestros etcétera, se añade ahora un gran embrollo institucional. El llamamiento desde la lejana Tobruk -en Trípoli se consideraba amenazado- del recién elegido Parlamento a favor de una intervención internacional ha incitado a los islamistas moderados a no reconocerle.
Ahora solo consideran legítimo al Congreso General Nacional, elegido en 2012, y en el que obtuvieron mejores resultados que en las últimas legislativas. Reunida en Trípoli esta asamblea destituyó el lunes al primer ministro, Abdalá el Theni, huido a Tobruk, y encargó a un islamista, Omar al Hassi, la formación de un “gobierno de salvación nacional”. Además de dos parlamentos, Libia tendrá la semana próxima dos gobiernos. Es decir, que los occidentales -que en su gran mayoría cerraron sus embajadas- carecerán de interlocutores.
Pese a que una parte del este del país está gobernada por un grupo terrorista que ha expresado sus simpatías por el Estado Islámico; pese a que el sur de Libia es un refugio para terroristas y un punto de partida de sus ataques como el de la planta gasística argelina de In Amenas; pese a que en lo que va de año han zarpado de las costas libias rumbo a Italia y Malta casi 110.000 inmigrantes; ninguna de las potencias occidentales que ayudaron a acabar con Gadafi se plantea asegurar el servicio post venta que reclamaba el ministro nigerino.
(Tomado de El Mundo)