El 23 de junio de 1969 el periodista chileno Augusto Olivares pudo realizar lo que constituiría el “palo periodístico” de su vida: la entrevista a Inti Peredo, integrante de la guerrilla del Che, en los momentos en que reorganizaba el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia.
Sonriendo a veces, sin perder el aspecto recio del líder, al responder el cuestionario periodístico, Inti se comportaba con modestia. Constantemente se refería al Che y su legado: “No hemos formado una nueva organización. Somos los soldados que tomamos ejemplo y seguimos las experiencias que legó uno de los más grandes estrategas de la lucha armada en el mundo. Hemos perdido una batalla, pero la guerra continúa porque los que luchamos junto al Che no aceptamos la rendición”.
Semanas después de la entrevista, el 4 de septiembre de 1969, Bolivia se estremeció con el grito de guerra de Inti: “¡Volveremos a las montañas!”. Radiado en su propia voz a través de varias emisoras y publicado en los periódicos del día siguiente, afirmaba: “¡La guerrilla boliviana no ha muerto! Acaba apenas de comenzar. La guerrilla boliviana está en plena marcha”.
El 9 de septiembre siguiente, gracias a una delación, más de 150 esbirros, armados como para enfrentar a un ejército, rodearon la casa de la calle Santa Cruz número 584, en la ciudad de La Paz. Adentro estaba Inti. Las esquirlas de una granada hirieron al revolucionario sitiado y le inutilizaron un brazo y una pierna, además del arma. Solo al quedar inconsciente fue que los sicarios pudieron capturarlo vivo. Lo torturaron salvajemente. Como no pudieron sacarle información, un médico infame lo remató de una inyección.
EL JOVEN COMUNISTA
Guido Álvaro Peredo Leigue nació en Cochabamba el 30 de abril de 1937. Era el segundo de cinco hermanos, entre los que estaban Antonio, el primogénito, luego compañero de luchas de Evo Morales; y Roberto, Coco en la guerrilla del Che. Según los recuerdos de la familia, el padre le apodó Inti (cuyo significado en quechua es sol), porque en una novela suya así se llamaba un personaje que tenía el temperamento fuerte y rebelde de Guido.
Inti ingresó desde muy joven a la Juventud Comunista. En el Partido fue miembro del Comité Central y su primer secretario en La Paz. Colaboró con los movimientos guerrilleros de Jorge Ricardo Masseti, en Argentina, y del Perú. Defendió en el seno de su Partido la necesidad impostergable de la lucha armada como única vía en 1966. El 27 de noviembre de ese año se incorporó a la guerrilla del Che, quien lo calificaría en su diario como un cuadro político y militar que despuntaba firmemente.
Tras el combate de la Quebrada del Yuro, Inti se propuso reorganizar el ELN y reiniciar la lucha armada para “darle como epílogo brillante el triunfo de las fuerzas revolucionarias que instaurarán el socialismo en América Latina”.
DOS PARADIGMAS
La entrevista fue publicada en Chile por la revista Punto Final el 30 de septiembre de 1969. Olivares, estrecho colaborador de Salvador Allende, cayó en combate el 11 de septiembre de 1973 al enfrentar el golpe de Estado perpetrado por Pinochet.
Tres décadas después de la muerte de Inti, otras eran las condiciones objetivas en su país y América Latina y otros tuvieron que ser los métodos de lucha. Pero siempre ha sido un paradigma para los revolucionarios bolivianos, sol y guía en las manifestaciones y lucha de calle que derrocaron al régimen de Sánchez de Lozada en el 2003, en las victorias electorales de Evo, en la avalancha de votos que aprobaron la nueva constitución del Estado plurinacional de Bolivia, en el triunfo de las fuerzas revolucionarias en nuestra América.