24 jun 2015

“Estados Unidos canaliza su información de inteligencia para sus objetivos”

GUATEMALA

Gustavo Porras, analista político y sociólogo guatemalteco



Por Alejandro Pérez

EE.UU. y su nueva forma de colonialismo en la que no hay necesidad de tropas

Cuando el embajador estadounidense Todd Robinson ocupó el podio presidencial, en una conferencia el 2 de junio pasado, se empezó a cuestionar la soberanía guatemalteca en las redes sociales y en las protestas que exigen la renuncia al Otto Pérez Molina. El sociólogo Gustavo Porras Castejón, explica en esta entrevista en qué medida Estados Unidos ha influido en los últimos acontecimientos que han provocado la crisis política que atraviesa Guatemala, así como de las motivaciones de la embajada y la forma de ejercer estos mecanismos de control.
Como Secretario Privado de la Presidencia de Álvaro Arzú, Gustavo Porras Castejón vio muy de cerca el primer gran golpe a las estructuras ilegales en el sistema aduanero, con el que cayó la red dirigida por Alfredo Moreno. Pasarían 19 años para que este sociólogo y analista político pudiera ver un desmantelamiento similar, pero desde otra entidad gubernamental, esta vez no tan cercana al poder Ejecutivo: el Consejo Económico y Social.
Con el desmantelamiento de la estructura denominada “La Línea”, en el que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público implicaron a altos funcionarios de la administración de Otto Pérez Molina, se generó una crisis política que aún continúa, en la que diversos sectores intentan hacer escuchar su voz o encauzar el movimiento hacia sus propios objetivos. Entre ellos el gobierno de Estados Unidos, a través de su embajador Todd Robinson. En medio de la crisis, y tras el descubrimiento de otro caso de corrupción en el Gobierno, el representante de la Casa Blanca ofreció una conferencia de apoyo en temas de seguridad al señalado mandatario. Esta conferencia, celebrada en Casa Presidencial, fue el detonante para que en la siguiente protesta las pancartas incluyeran quejas e improperios contra EE.UU. y que en los medios se empezara a hablar de una posible intervención.
Pero los indicios venían desde antes. El vicepresidente estadounidense, Joseph Biden, visitó Guatemala la primera semana de marzo de 2015. Uno de los destacados de su visita fue la sugerencia de que se renovara por dos años más el mandato de la CICIG, y su desea de no coincidir con la exvicepresidenta Roxana Baldetti. ¿Coincidencias? No, según Porras, quien explica las motivaciones que Estados Unidos puede tener en una crisis como la que atraviesa en este momento Guatemala, el papel de la CICIG, los objetivos concretos y la forma de alcanzarlos.
¿Cómo interpreta lo que se ha visto últimamente en la relación entre Estados Unidos y Guatemala? ¿Hay injerencia?
En especial por el hecho de que el embajador Todd Robinson usara el podio del Presidente, pues sí es una injerencia. La forma en que se planificó y se implementó esa injerencia es a través de la CICIG.
¿De qué manera?
Yo digo que se parece a lo que Lorenzo Montúfar dijo de la Constitución de Justo Rufino Barrios: que era una jaula con hilos de seda para enjaular a un león africano (Barrios) de manera que pudiera entrar y salir sin romperla. Cuando yo pienso en la CICIG, pienso en eso. Se crea una institución que, sin romper con la institucionalidad del país, se coloca por encima de ella. A través de la CICIG, Estados Unidos canaliza su información de inteligencia para sus objetivos.
¿Cuáles son estos objetivos?
Lo más evidente: una depuración del Gobierno. Pero sólo comienza con ello. No creo que se vaya a quedar simplemente en el Ejecutivo. Va a abarcar al Legislativo y al Judicial. En mi opinión va a ir más lejos, incluso a los particulares, con el tema de la evasión de impuestos que se produce permanentemente en Guatemala, sobre todo con las empresas acogidas al régimen opcional del Impuesto Sobre la Renta. En promedio el 50% de esas empresas todos los años declaran pérdidas y no pagan ni un centavo. Es un sacudimiento del Estado en su más amplia acepción.
Pero, ¿cómo puede Estados Unidos ejercer este poder sobre la CICIG? ¿Cómo donante?
No hay necesidad de ocultar nada. Hace ya bastantes años, me entrevistaron para El País, de España. Me preguntaron que si yo consideraba que la CICIG podía lograr el objetivo de desmantelar las estructuras clandestinas que generan impunidad. Mi respuesta fue que si Estados Unidos compartía su información de inteligencia, sí. Para decirlo en términos más concretos: es posible si la CIA (Agencia Central de Inteligencia) aporta todo su caudal de información acumulada a lo largo de décadas. Aunque se le entró a una parte de esa estructura clandestina, hay otra que curiosamente ni siquiera se menciona, que es la que tiene que ver con la contrainsurgencia y que era el objetivo al principio, pero que ahora se quedó durmiendo.
Entonces, ¿la CIA sí está compartiendo esa información con la CICIG?
La que desean, sí. Por ejemplo: esto de “La Línea” lo saben por lo menos desde hace 30 años. No es ninguna novedad. ¿Cómo precisaron en qué situación estaba ahora? Uno puede apostar casi lo que sea a que esa investigación no la hizo la CICIG, con un período tan breve. Es algo que viene de mucho tiempo atrás: pasó por la red Moreno y continuó porque no se le pudo entrar a la red, no se pudo desmantelar en profundidad porque todos los correos electrónicos, por ejemplo, que fueron capturados en la casa de Alfredo Moreno y que se presentaron como evidencia ante Ministerio Público, fueron desechados porque, como eran correos electrónicos sin firmas, no eran pruebas. Pero allí estaba claro todo el procedimiento que llevó a constituir ese ente ilegal y cuál era su objetivo
Usted menciona que el objetivo principal de la red de defraudación aduanera tenía que ver con la contrainsurgencia.
El planteamiento original fue construir una red que, controlando las aduanas, retirara fondos de ellas, con el propósito de cubrir los gastos extraordinarios que la contrainsurgencia demandaba y que no se podían incluir en el presupuesto porque no era conveniente. Póngale que durante determinada cantidad de años se les dio sobresueldos a los oficiales que estaban en los frentes de combate. Cosa que, por sí misma, no considero que fuera una estafa o algo por el estilo. El sueldo de los oficiales era una nada. Pero que, obviamente, en el presupuesto podía crear problema. Recuerde también que en un momento dado el presidente (Jimmy) Carter formalmente cortó la ayuda militar para el Ejército de Guatemala. Sin embargo, nunca se detuvo esa ayuda. Sólo se hizo a través de medios ocultos y debía ingresar por las aduanas. Algo muy interesante con lo de la existencia de la red Moreno, es que haya sido la Inteligencia del Ejército la que le informó de esto, primero al presidente (Jorge) Serrano, luego a Ramiro de León Carpio, y luego a (Álvaro) Arzú, hasta que fue él quien se decidió a entrarle.
¿Por qué le interesaba a Inteligencia Militar desbaratar una estructura que se había formado para el beneficio del Ejército?
La echa por la borda porque la contrainsurgencia deja de ser de relevancia por 1991 o 1992. Además, la red se había privatizado. Cuando supimos lo que había ocurrido en la casa de Alfredo Moreno, pensamos que eso era suficiente para darle cara vuelta a la estructura, pero resulta que no.
¿Esto significa que la agenda de Estados Unidos pesa más que la de los otros países donantes?
Aquí tenemos que ser claros. Cuando uno pregunta: “¿Quiénes forman parte de esta tal comunidad internacional?”, todos se ven a las caras y nadie explica, porque son sofismas. ¿Cuál comunidad internacional? ¿Serán todos los países del mundo y somos parte de ella? ¿Están hablando de Naciones Unidas? ¿O de qué están hablando? Es un grupo de países ricos bajo la égida de Estados Unidos, que se suman a sus objetivos. Tal vez algunos de ellos con más reticencias, mientras que otros lo hacen con mayor empeño porque comparten enteramente todos estos objetivos.
Pero la manera de intervenir en Guatemala ahora es diferente a lo visto en el pasado. En 1954, por ejemplo.
Los tiempos han cambiado. En el 54 fue una intervención sin tapujos y con el espectro del anticomunismo. Era la época de Macarthismo en Estados Unidos y, si querían, podían incluso desembarcar marines donde se les diera la gana. Ahora es una política mucho más sofisticada, que hace suyos temas como los derechos humanos. Ahora resulta que Estados Unidos es el gran defensor de los derechos humanos. O de la probidad, como en este caso. Se da una nueva forma de colonialismo en la que no hay necesidad de tropas ni de maniobras militares. Basta con desorganizar, con fomentar la conflictividad de un país para colocarlo en una situación como en la que estamos, que es como está Honduras desde hace rato. Ahora en ese país también se reclama una CICIG. Todo eso responde a la prioridad que Estados Unidos le da al Triángulo Norte de Centroamérica.
¿Por su posición geográfica estratégica en términos de narcotráfico?
Yo lo del narcotráfico lo relativizo mucho, porque si tanto les interesara, la medida de fondo sería reprimir el consumo en Estados Unidos y atacar la red de distribución de droga más grande del mundo. Allí donde el asunto de drogas es más grande que ninguna otra parte, obviamente hay una red de distribución en proporción a la magnitud de ese consumo. Más que eso, es la preocupación de que estos carteles pudieran en algún momento vincularse con movimientos terroristas. En términos de la integración se habla del Triángulo Norte, pero en realidad es esa encrucijada selvática que está entre Belice, Guatemala y Honduras. Uno no necesita ser experto militar ni nada por el estilo para darse cuenta que si se diera esa alianza con los terroristas, allí se podrían instalar dispositivos que pondrían en grave peligro todo el tránsito por el canal de Panamá y por el Caribe.
¿Es decir que se trata de un tema de seguridad nacional de los Estados Unidos?
Es lo que veo como lo más inmediato: la preocupación de seguridad por un Estado profundamente penetrado por las mafias. Hay otro tema: la disputa del espacio centroamericano por parte de las tres grandes potencias de este momento, que son Estados Unidos, China y Rusia. Ya están los chinos viendo si se hace un canal en Nicaragua y los rusos también han explorado la región. Es algo que los guatemaltecos hemos perdido de vista. Siempre hemos pensado que como somos países pequeños y pobres, nuestra importancia es muy marginal desde el punto de vista geoestratégico. Sin embargo, en las condiciones actuales, para ellos es una oportunidad crucial de establecer comunicación entre los dos océanos. Pero el elemento de más fondo en todo esto es la política de largo plazo por parte de Estados Unidos para enfrentar las consecuencias del cambio climático. Ya sabemos de la enorme sequía que hay en California y que va para más. Nosotros somos uno de los países que está en el cinturón tropical del globo, o sea que es un lugar privilegiado donde seguramente va a repercutir el cambio climático, pero no con la misma dureza que en los países más hacia el norte o hacia el sur.
¿Qué puede representar Guatemala para Estados Unidos en esas circunstancias?
Se acentúa algo que siempre ha existido: que vean a Guatemala como una tierra en descanso, el espacio en el que habrá agua. Por eso les interesa cuidarla. Ahora hay que atacar lo que llaman mega plantaciones, los monocultivos. En el caso de la palma africana fue el presidente de (George) Bush hijo quien impulsó todo eso cuando dijo que iban a basarse en los biocombustibles, que iban a bajar los precios y tantas cosas. Al otro día salió Fidel (Castro) diciendo que era una pura demagogia, una maniobra especulativa de los mercados que previamente habían comprado los granos y que cuando el presidente Bush lo anunció, los precios se fueron para arriba. Además que los biocombustibles serían más contaminadores y afectaban más el ambiente que el petróleo, no sólo porque de todas formas era una quema de hidratos de carbono, sino porque además, para sembrar esos contaminantes se arrasaba la selva virgen. Ahora, para Estados Unidos, se trata de decir: “no me vayan a malgastar el agua”, “no me desperdicien la tierra”, “no me vayan a contaminar”.
Un cambio de postura, como con las aduanas…
Esto de sacar el tema de las aduanas responde a los objetivos inmediatos, a ese temor real de que con un gobierno tan penetrado por las mafias puede pasar cualquier cosa. Podría uno conjeturar cómo fue que se dio este proceso de llegar a este punto, y llegar a preguntar de dónde surgió esta nefasta idea de establecer las Comisiones de Postulación.
Bajo el manto aparentemente incuestionable de la participación de la sociedad civil, las entidades se volvieron altamente vulnerables a estos poderes. Así ha pasado con la Universidad de San Carlos, con el Colegio de Abogados y con este fenómeno de universidades que albergan Facultades de Derecho que no tienen alumnos, pero que tienen decano para poder participar en las Comisiones de Postulación. Las elecciones en el Colegio de Abogados y la del rector de la Universidad de San Carlos se politizaron igual a las elecciones de Presidente del país, porque pueden poner magistrados en las cortes.
Se mencionaban vicios en la ley anterior.
En los Acuerdos de Paz lo que se consensuó fue la carrera judicial, la forma más objetiva de integrar cortes. Es decir que son los magistrados o jueces de Primera Instancia los que van a ser magistrados porque sus ejecutorias están a la vista de todos, en lugar de ponerlo a criterio de entidades que al tener esa facultad inmediatamente se volvieron objetivo de las mafias. Se dejó de lado la carrera judicial para evaluar los ascensos, con una serie de temitas de moda que, en su momento, todo el mundo acogió con beneplácito. “Qué maravilla que las ONG estén”, pero ahora empezamos a ver las consecuencias de este desmantelamiento del Estado.
Si Estados Unidos impone su agenda, ¿por qué la selectividad entre permitir la caída de Roxana Baldetti, pero dejar a Otto Pérez en el cargo?
Se trata de hacer gradualmente esta depuración. Tuvimos una primera depuración en el gobierno de Ramiro de León. Se dice que estuvo encabezada principalmente por la empresa privada. Según gente del ambiente político, esa depuración echó por tierra el sistema político y alteró los liderazgos y otras cosas. Ahora, estamos ante una depuración emprendida por Estados Unidos que no sabemos hasta dónde va llegar, pero que en mi opinión irá mucho más lejos de lo que hasta ahora hemos presenciado
Y cuando la lleven a donde quieren, no necesariamente coincidirá con las demandas de la población.
No. Eso es algo perfectamente calculado y medido. No tiene que ver con que Estados Unidos ande haciendo eco de lo que llaman clamor popular. ¡Qué esperanzas! Para ellos es una estrategia perfectamente diseñada por sus objetivos. Supongamos que su objetivo es que los mecanismos formales de la democracia se mantengan. Subrayo “mecanismos formales de la democracia”… Creo que lo que está pasando es algo que el ya fallecido general (Héctor Alejandro) Gramajo me planteó en una entrevista que le hice en 1994 o 1995, cuando él buscaba una diputación. “Mire, Gustavo –me dijo–: cinco años más de este desmadre y aquí vamos a tener a un gobierno internacional, no porque pongan a un gringo de presidente. Van a poner a cualquiera de estos pendejos, pero cada vez más las decisiones importantes de Guatemala se tomarán desde afuera”. Desde que Gramajo me dijo eso, he visto cómo se ha ido desarrollando ese proceso. Como les pasa mucho a los profetas en las cuestiones históricas y sociales, falló en el cálculo del tiempo, pero no en el fenómeno de fondo de lo que estamos viendo.
¿Esta situación tan medida y calculada se está cumpliendo para ellos según lo previsto?
Yo creo que sí. Al menos hasta donde uno puede decir, porque estamos hablando de suposiciones. Son operaciones encubiertas abiertas. Parte de la confusión en la que estamos es que ningún guatemalteco tiene arte ni parte. El cálculo de la coyuntura depende de lo que quieran hacer ellos. Ahora sí que no se puede ni siquiera decir que quedaron desenmascarados. No. Si ellos no han tenido ninguna intención por taparle el ojo al macho. La sola presencia del embajador y que se haya colocado en el podio presidencial no es para nada un error o algo de lo que no se hayan dado cuenta. Es una medida perfectamente calculada.
¿Cree que las manifestaciones lejos de ser un punto de convergencia en ese momento histórico preciso, también fueron parte del cálculo inicial?
El cálculo que la política exterior de las potencias, y en particular Estados Unidos, se hace estudiando escenarios a larguísimo plazo, incluso a 300 años. No me cabe duda que estaba contemplado que esto iba a generar una reacción ciudadana. Tal vez no con las características y la dimensión que ha tenido, pero una reacción ciudadana similar a la de otras situaciones en las cuales han irrumpido los llamados indignados. En Egipto pudieron derribar a (Hosni) Mubarak, pero no pudieron evitar que los hermanitos musulmanes llegaran al poder, que era exactamente lo contrario de lo que querían, especialmente después de que los militares los habían quitado. Son movimientos que ahora está de moda exaltarlos. Por supuesto que en términos de que las personas en un momento dado tomen conciencia de la problemática del país está muy bien, pero son un misil sin dirección, perfectamente manipulable por quienes si tienen las palancas de poder que esos movimientos no tienen.
¿Cómo se manifestaría esto en el futuro democrático inmediato?
Algo que me está preguntando mucha gente: “¿Y si queda (Manuel) Baldizón o si queda Sandra Torres?”. El que quede, va a estar en una situación muy controlada. Es como una película checoslovaca que se llamaba Los trenes rigurosamente vigilados. Ahora van a ser los presidentes, los diputados y los jueces los perfectamente vigilados, bajo la presión enorme que comienza desde que se les retire la visa estadounidense, hasta que los denuncien por lo que sea si no se comportan de acuerdo a determinados patrones.
¿Puede la crisis afectar también esferas más allá de lo político?
Yo pienso que hay un aspecto en el que casi nadie se ha fijado: el deterioro económico para Guatemala que todo esto implica y que va seguir implicando. El presidente del Banco de Guatemala (Julio Suárez), capturado y metido a la cárcel, aparece esposado en fotos que le dieron la vuelta al mundo. Es el presidente de nuestra institución de primer mundo, la de la famosa estabilidad macroeconómica. Pues resulta que es un vulgar delincuente que metieron a la cárcel sin ninguna consideración que se debió haber tenido, incluso por ley, con un funcionario de esa calidad. El presidente de Vestex, decía hace dos semanas que si esto no se compone, no podrán firmar contratos a largo plazo.
La última noticia que tuve acerca de la evolución de los intereses de la deuda externa es que se va incrementado tres puntos porcentuales. Imagínese los miles de millones que eso significa. ¿Por qué? porque todas las calificadoras de riesgo que nos daban un nivel de estabilidad lo quitaron de sopetón. También está que el Estado de Guatemala se trata de financiar con bonos del tesoro. Antes los bonos que emitía el Estado, se los peleaban los banqueros cuando ni habían terminado de salir, con tasas de interés bajas. Ahora tengo entendido qué se están ofreciendo bonos al 12%, que es un costo carísimo.
¿A dónde puede llegar esta situación?
Lo que veo es que toda esta situación que estamos viviendo, al igual que nos ha ocurrido en otras épocas, a lo que va a conducir es a división entre nosotros. Ya hay más división. Porque la gente salió a las calles, pareciera que hay más unidad. Hay sectores que efectivamente convergieron, no necesariamente por los mismos motivos, pero convergieron en las protestas en el parque. Pero también hay una reacción del movimiento popular y de los sindicatos, del Frente Nacional de Lucha o del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala, que es totalmente diferente a lo que se ha planteado en las protestas. Yo he visto con preocupación cómo han salido, como hongos, ideas que parecían ya desterradas. He oído hablar de que todo esto es producto de la alianza de Estados Unidos con la élite empresarial guatemalteca. Eso es un disparate, si a alguien cuestiona Estados Unidos es a esta élite, pero vuelve a salir la misma vieja idea. Aparece cuando ya en el movimiento sindical se había ido avanzando hacia lo que debe ser el sindicalismo: movimientos reivindicativos que plantean demandas concretas que benefician a los trabajadores. Ahora el conjunto de estas organizaciones plantea una agenda cuya única razón de ser es agitar, porque plantean cosas absolutamente imposibles y quienes las plantean saben que son imposibles y precisamente por eso es que las plantean. Es allí cuando el conflicto se convierte en el objetivo.