La inversión extranjera directa global cayó el año pasado 16 por ciento. Es un dato que relativiza el ritmo al que avanza la globalización, ligada todavía no sólo a las nuevas tecnologías, sino a la propia dinámica del comercio y las finanzas mundiales. “A raíz de la fragilidad en la economía global, la incertidumbre de los inversores y los riesgos geopolíticos”, justificó la Unctad en su informe sobre inversiones globales, y la caída de los flujos que dirigen las multinacionales y las empresas estatales de alcance mundial. Los datos del organismo revelan que el peso de los países periféricos sigue en ascenso (en detrimento de las economías avanzadas). En ese contexto, China se convirtió en el primer destino de las inversiones extranjeras.
El flujo internacional de inversiones cayó de 1,47 a 1,23 billones de dólares a raíz de la situación económica de los países desarrollados. El ingreso de capitales a Estados Unidos y Europa bajó 28 y 11 por ciento, respectivamente. La IED todavía no recuperó el valor absoluto que registraba en 2008, cuando comenzó la crisis internacional. En cambio, la inversión dirigida a los países periféricos subió un 2 por ciento, con lo que alcanzó un record histórico de 681 mil millones de dólares.
Sin embargo, el desempeño de los países en desarrollo fue desparejo. La plaza preferida del capital global fue Asia, con un aumento del 9 por ciento. La inversión extranjera en China llegó a los 129 mil millones de dólares, atraída por el sector de servicios, y también se destacó el ingreso de fondos a la India. El dinamismo de estas economías en relación a los centros tradicionales de poder no deja de sorprender: en 2012 la inversión extranjera fue igual en los países en desarrollo de Asia que en Europa, mientras que el año pasado la diferencia en favor de China, India y sus vecinos fue del 60 por ciento frente al Viejo Continente.
Distinto fue el caso de América latina y el Caribe que, sin contar las paradisíacas guaridas fiscales, obtuvieron un 14 por ciento menos de inversiones, a partir de la baja de los precios de los commodities y las menores adquisiciones de empresas en América Central. La inversión extranjera bajó en Argentina, México, Venezuela, Colombia y Perú, a diferencia del aumento registrado en Chile. En Brasil, se mantuvo.
El primer receptor de inversión extranjera el año pasado fue China, que junto a Hong Kong sumaron 229 mil millones de dólares. Esa distinción echa por tierra el capítulo neoliberal que reza que el libre mercado por sí sólo es atractivo para el capital. China muestra que una economía casi estatal que aplica las restricciones más fuertes del mundo a la inversión foránea, pero con una notable dinámica de crecimiento de la inversión y el consumo, puede ser el mayor objeto de deseo para el capital extranjero.
El mundo en desarrollo también se destacó como emisor de flujos de inversión, con una suba del 23 por ciento frente a 2014, con lo que alcanzó un record del 35 por ciento del total de la IED. Aunque, otra vez, los flujos que salieron de Asia avanzaron mientras que los provenientes de América latina y Africa cayeron. Y otra vez, en este caso, se destaca el papel de China, cuya expansión se reflejó en las inversiones de sus empresas estatales en diversos rubros y regiones.
La Unctad destacó la compra de empresas de los países en desarrollo a los desarrollados, como la minera Xstrata Perú (Suiza) por parte de la MMG (China) y una filial de Vivendi en manos de la Emirates Telecommunications Corp. (Emiratos Arabes Unidos).