5 sept 2015

Guatemala y sus presidentes

Análisis del director de Nodal

pedro-brieger





La renuncia del presidente Otto Perez Molina en Guatemala a cuatro días de las elecciones generales no deja de ser un hecho sorprendente. No es común que un presidente abandone el cargo que de todas maneras deberá dejar dentro de pocos meses porque así lo determina la constitución. Su salida es producto de la conjunción de dos factores. En primer lugar, las graves acusaciones en su contra por considerar que forma parte de una compleja trama de corrupción que lo llevaron a perder el apoyo del Congreso que le retiró la inmunidad. Por primera vez en la historia del país el Congreso deja sin inmunidad a un presidente electo por el voto popular para que pueda ser juzgado. Fruto de las investigaciones de la justicia su exvicepresidenta Roxana Baldetti renunció en mayo de 2015, ya está en la cárcel y varios de sus ministros fueron renunciando uno detrás de otro para alejarse de Perez Molina.
En segundo lugar, las importantes manifestaciones que se realizaron desde abril cuando se hizo pública una estructura de corrupción en las aduanas conocida como “La Línea”. Durante meses miles de manifestantes salieron a las calles pidiendo la renuncia del presidente y las redes sociales también jugaron un rol fundamental con la consigna #RenunciaYa.
Pero la crisis institucional suele dejar en segundo plano que Guatemala es un país donde cerca de la mitad de la población sufre retrasos en el crecimiento -directamente relacionados a la malnutrición crónica- según reveló un estudio de UNICEF de 2013. El “Pacto Hambre Cero” que presentó Pérez Molina en 2013 y las fotos que se sacaba Roxana Baldetti con niños desnutridos en el Hospital Roosvelt de la capital hoy no son sólo un mal recuerdo, sino que parecen un chiste de mal gusto, así como su propuesta de mayo 2014 de ampliar el mandato presidencial.
Se abre un incierto panorama electoral en un país realmente peculiar con varios presidentes que pasaron por los tribunales y la cárcel, sea por temas de corrupción o por su participación de actos represivos. El presidente en ejercicio renuncia, otro –Lopez Portillo- que gobernó entre 2000 y 2004, estuvo preso dos años en Estados Unidos por lavado de dinero. Y un tercero, el dictador Efraín Ríos Montt de 89 años, está siendo juzgado por el asesinato de indígenas. Lo más notable es la participación ciudadana que fue creciendo, y más que bola de nieve, en el clima centroamericano se convirtió en una bola de fuego que acabó con un presidente.