17 mar 2015

América Latina: la integración bajo el acecho del imperio

Por Eduardo Camín

america-latina-2

Los intentos de construir la integración regional entre los países de América del Sur hoy nos ofrecen imágenes contradictorias. Pero ya nada nos llama la atención de este acecho constante  del imperialismo frente a cada paso hacia delante de la integración de los pueblos latinoamericanos.
No obstante es muy cierto que los factores económicos, sociales y culturales se producen en trayectorias quebradas con retrocesos y vueltas a empezar. La contemplación histórica nos demuestra que el eslabonamiento de las conquistas políticas es mucho más efectivo de lo que aparece por lo menos cuando la voluntad es de rigor.
Pero cuando una nación o un conjunto de naciones pierden el paso histórico se produce su íntima decadencia, algo más grave que las propias crisis. Ante esta amenaza, la opinión social se inquieta y desorienta, se detiene en busca de un contenido político, de una calidad humana capaz de servir auténticamente a los desafíos de la nación o a la comunidad de naciones.
A esta ansiedad ha venido contestando una carencia, camuflada en una especie de silencio púdico, de algunos dirigentes en esa vuelta atrás por los senderos de la unidad, sin condenar al verdadero enemigo de la región. Los accidentes diplomáticos de los últimos tiempos ilustran esta diversidad de circunstancias, Bolivia, Chile, Perú Chile, entablaron una diatriba verbal de comunicados, acusaciones, espionaje etc., Esta oleada de fervor imperial frente a Venezuela tampoco es casualidad.
Recordemos que los dos principales bloques sudamericanos son la Comunidad Andina de Naciones (CAN) (1) y el Mercosur (2) La primera integra a Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú; Venezuela la abandonó en 2006, mientras que poco después Chile comenzó su proceso de reingreso como miembro asociado desde el 20 de setiembre del 2006.
Mientras tanto el Mercosur incluye como socios plenos a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y más recientemente se sumó Venezuela. Los dos bloques están inmersos en diversos problemas. Entre los andinos, hay dos socios que en lugar de fortalecer sus relaciones con sus vecinos están más interesados en concretar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Mientras tanto las crisis recurrentes del Mercosur son mucho mejor conocidas fundamentalmente en Uruguay, y Paraguay, que en general expresan sus quejas entre las asimetrías de sus miembros, y la incapacidad para lograr estrategias comunes apoyadas en normas vinculantes supranacionales. A su vez, los dos bloques están tejiendo una maraña de acuerdos. El Mercosur ha aceptado como miembros asociados a Chile, Bolivia y Perú, y luego firmó un acuerdo de complementación económica con toda la CAN.
Las relaciones cada vez más intensas entre las naciones del Atlántico y las andinas explican los intentos en lograr un acuerdo sudamericano. En ese sentido la creación de la UNASUR (Unión de Naciones de Suramérica), obedece a este designo, en realidad el proyecto de integración sudamericano ha sido lanzado y relanzado, con distintos nombres, en varias ocasiones en los últimos siete años, a lo largo de al menos seis cumbres presidenciales.
Todas estas imágenes de idas y vueltas de acuerdos y desacuerdos, encierran algunas verdades y varias exageraciones, dejando en claro las contradicciones que enfrentamos. Los efectos inmediatos de esta posición teórica y práctica, de esta praxis sobre el conjunto de la sociedad latinoamericana generan una pérdida de capacidad de enjuiciamiento crítico de la realidad y un mayor grado de acatamiento de los mensajes provenientes del saber
institucionalizado. El núcleo central de estos intentos reside en la liberalización del comercio entre las naciones, bajo la forma de acuerdos de libre comercio, permitiendo algunas medidas de protección y amortiguación, y con un fuerte énfasis en emprendimientos comunes en infraestructura (carreteras, transportes, comunicación y energía).
En este acertijo de la integración quedan en evidencia varios núcleos centrales. La mayor parte de los países concibe la integración con sus vecinos como un complemento y una preparación para insertarse en la economía global (los casos más evidentes son Chile, Perú y Colombia). Para estos países la integración continental debe basarse en una liberalización amplia del comercio; en otras palabras, algo así como un gran tratado de libre comercio sudamericano, y desde allí saltar al resto del globo.
La representación de esta obra se realiza en un escenario múltiple por su decorado pero único en cuanto a su realidad argumental: la economía de mercado. Esta obra se representa en sesión continua, reproduciendo todos los días la misma trama: La explotación y la acumulación del capital, la obra permite establecer un dialogo univoco cuyo texto puede ser aprehendido sin complicaciones por los nuevos personajes, que se unen al reparto. Estos aspectos comerciales necesariamente se deben complementar con el tendido de y energía presentada como la Iniciativa en Infraestructura Regional Suramericana, IIRSA. Ese énfasis aparece una y otra vez en esta conjunción de tratados. Sin lugar a dudas desde la óptica de la integración, las carreteras son necesarias primero para llevar insumos a regiones remotas, y luego para poder extraer minerales, cosechas y otros productos. Justamente en esemomento aparece una particularidad sudamericana: la mayor parte de las exportaciones se dirigen a destinos en otros continentes. Por lo tanto, la llamada “integración física”, antes que una “integración” para articular la producción, promueve “interconexiones” es decir, carreteras para poder alcanzar los puertos desde donde parten los navíos hacia Norteamérica, Europa o Asia. En el caso de la energía también hay interconexiones, tales como gasoductos, oleoductos y tendidos de alta tensión, antes que una estrategia energética común. Muchas de esas conexiones alimentan con energía la extracción y el procesamiento de recursos que son rápidamente exportados.
Nos encontramos así con una marcha de la integración que tiene muchas dificultades para fomentar el intercambio mutuo y en cambio avanza a lo largo de corredores de carreteras que alientan todavía más el comercio hacia otras regiones. Los actuales proyectos de interconexión física, antes que coordinar las zonas sudamericanas entre sí, están ordenados como ejes de transporte para llegar a los puertos en el océano Pacífico y en el Atlántico. Brasil en particular los fomenta, en tanto los necesita para poder extraer la producción de las zonas centrales de su territorio y alcanzar los puertos oceánicos peruanos de manera de abaratar los fletes de sus embarques hacia China.
Un Proyecto diferente
En paralelo, el ya fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, lanzó la idea de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) (3) como un camino distinto para lograr la integración. Un proyecto de colaboración e integración política, social y económica En el ALBA están participando entre otros Cuba, Venezuela, Bolivia Nicaragua, Ecuador. Su primer paso concreto fueron los Tratados de Comercio entre los Pueblos (TCP) que serían las alternativas a los mal denominados Tratados de Libre Comercio (TLC). Otorgando la prioridad a la relación entre los propios países en pie de igualdad y en el bien común, basándose en el dialogo subregional y concretando alianzas estratégicas fomentadas en el consenso y el acuerdo entre naciones. Por ahora con convenios de comercio privilegiado, asistencias financieras y programas de cooperación.
Pero hay que advertir que Venezuela está intentando innovar, con ideas tales como los proyectos mixtos que vinculan empresas estatales entre sí o permiten emprendimientos conjuntos en extracción de hidrocarburos en su propio territorio. En ese camino, Venezuela está utilizando sus reservas petroleras y gasíferas para impulsar cierto tipo de integración.
Inmersos en esta telaraña de siglas de acuerdos comerciales, políticos, culturales Es también urgente coordinar las estrategias productivas; ¿tiene algún sentido que las naciones del Cono Sur compitan entre sí para vender soja a China o a Europa, o que el gas argentino se gaste en Chile para extraer el cobre que se va a exportar fuera de la región? Todos invocan la importancia de la integración, pero se repiten los contratiempos y las disputas. Queremos estar unidos pero a la vez nos resistimos a dar los pasos necesarios. En ese camino es indispensable abordar la articulación de procesos productivos entre distintos países. En más de una ocasión estos esfuerzos conjuntos naufragan invocando un concepto convencional de soberanía, que sigue siendo necesario revisar para poder generar estrategias de desarrollo compartidas a nivel regional.
Pero la trayectoria ordenada de la sociedad es continua y ascendente sobre las vicisitudes de la Historia. La capacidad de estar en la actualidad de interpretar la vigencia de las ideas los sentimientos y las potencias sociales es una facultad vital para los hombres políticos .El político necesita una capacidad de ser rigurosamente actual muy superior a la del hombre medio ,porque su ciclo de ejercicio es más amplio , pero además nuestro tiempo es una etapa dominada por el imperialismo de la globalización, un instante critico de la Historia ,un destino vital de riesgo y transformaciones profundas para quienes no rehúyan la función de protagonistas.
NOTAS:
(1) La Comunidad Andina de Naciones (CAN) está constituida por Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, y cuenta como
miembro asociado a Chile.
(2) Mercado Común del Sur (Mercosur) está compuesto por Argentina , Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela , en
términos de mercado este bloque representa el 82,3% del PIB total de la América del Sur y está considerado el cuarto
bloque económico del mundo en términos de intercambios comerciales
(3) La Alianza bolivariana para América (ALBA) está integrada en otros miembros por Bolivia, Cuba, Dominicana,
Ecuador, Granada, Nicaragua, Venezuela. Hoy este acuerdo es más conocido como Alba-TCP) a pedido del presidente
Morales para incluir el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP)