Fugas con banca mundial
La ex funcionaria y denunciante de la UBS Stéphanie Gibaud les explicó a legisladores de la comisión bilateral que investiga la fuga de divisas los mecanismos de captación y evasión.
Stéphanie Gibaud mantuvo ayer un encuentro con legisladores argentinos en la sede diplomática en París.
Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París
Los miembros de la comisión bicameral que investiga la fuga de capitales escucharon, en la sede diplomática argentina en Francia, un relato detallado de las astucias y los mecanismos mediante los cuales los bancos, en este caso preciso la UBS –Unión de Bancos Suizos–, captan capitales u organizan la fuga de los mismos hacia sus sedes centrales. La narración, varias veces emotiva, la ofreció Stéphanie Gibaud, ex empleada de la UBS cuyas revelaciones desataron un escándalo mayor en Francia, luego de que el banco fuera acusado en los Estados Unidos de haber ayudado a 17.000 norteamericanos a disimular más de 20.000 millones de dólares. El banco pagó una multa pero sus responsables, en especial Raoul Weil, encargado de la gestión de las fortunas, quedó libre de culpa y cargo en noviembre del año pasado. Al respecto, Gibaud señaló que “todo sigue igual”, porque se le cobra penalidades a los bancos pero “no a quienes organizaron la estafa”, o sea, a los directivos. Según afirmó la ex responsable de marketing de UBS Francia, “existe un matrimonio consanguíneo entre las finanzas y el poder político, y lo mismo ocurre con las autoridades de control”. De hecho, los bancos ya tienen integrados en sus balances las sumas de las multas que pueden pagar para que, al final, nada cambie.
Robert Wolf, presidente de UBS América, fue uno de los principales financistas de la segunda campaña electoral del presidente Barak Obama. Gibaud ofreció aportar a la comisión bicameral presidida por Roberto Feletti “las pruebas que ya entregué a la Justicia francesa sobre las maniobras ilegales que propician la fuga de capitales”. Estos montajes de la UBS no son muy distintos de los que ése y otros bancos realizan en otras partes del mundo.
UBS fue uno de los bancos más comprometidos con la crisis de los llamados subprime (hipotecas) que desencadenó la crisis financiera de 2008 y, además, gestionaba el fondo Madoff en Luxemburgo, de Bernard Madoff, financista norteamericano condenado en 2008 a 150 años de cárcel por una estafa de 65 mil millones de dólares. Gibaud explicó la enorme dificultad que acarrea controlar los flujos financieros que van de un lado al otro de planeta, protegidos por un sistema muy hábil basado en “intermediarios” instalados en Suiza que organizan, con toda impunidad, la fuga de capitales y la consiguiente evasión fiscal. Según Gibaud, todo “esta administrado por la oficina de Ginebra” y son “los abogados suizos quienes se organizan entre ellos para tapar las pistas”. La mujer contó que, incluso si la UBS no tiene una representación en determinado país, hay “enviados especiales” que viajan continuamente para captar fortunas y organizar la salida del dinero.
En un momento de su intervención, la mujer contó que en el seno de la UBS existe una suerte de “manual de James Bond”, que detalla las refinadas argucias que se emplean para pasar desapercibido. Mostró un aparatito con el sello de la UBS que se utiliza para copiar todo el contenido del chip del teléfono celular del “enviado especial” –direcciones, teléfonos, agenda de citas–, para el caso de que fuera detenido o interrogado por autoridades locales. Sin ningún dato comprometedor, al superar el “peligro” podrá recuperar del aparato especial todo el material almacenado para volver a tenerlo disponible.
Gibaud también explicó cómo esos bancos mundiales financian torneos de golf a los cuales invitan a acaudalados señores y señoras. Durante el largo recorrido del torneo, los representantes del banco enganchan a sus futuros clientes. El principio inspiró el consejo dado por Feletti a la AFIP: “En adelante, tendrán que mirar más de cerca los torneos de golf”. La denunciante del UBS les dejó a los legisladores de la Bicameral argentina una última metáfora a modo de conclusión: “Suiza considera a los países como vacas lecheras”.