¿Qué Panamá somos hoy?
Por Ernesto A. Holder
5 mayo, 2014 Opinión
Todos los candidatos expresaron que hoy, 5 de mayo, después de los comicios realizados ayer, todos somos Panamá. La pregunta que cabe es: ¿Qué Panamá somos?
Anteriormente había dejado claro que ninguna de las tres principales propuestas electoreras podían resolver los problemas más profundas de la sociedad panameña. Problemas que no tienen que ver con cemento ni repartición de dinero, sino con nuestra condición humana.
Si este proceso politiquero es la medida de lo que somos a inicios del aún naciente milenio, una imagen cuestionada tendrán los que nos estudian en el futuro. Deberíamos estar preocupados por lo que estas elecciones han expuesto. Línea por línea ha dibujado claramente nuestra conducta malsana y la excesiva tolerancia que la mayoría le tiene o, con que acepta los comportamientos perversos e irrespetuosos. El momento debe servir de reflexión introspectiva. Decía José Ingenieros: ‘Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria…’.
Para el nuevo presidente, Juan Carlos Varela, es urgente dar inicio a lo que será una labor escabrosa y de cuidado para recobrar y perfeccionar el respeto por la institucionalidad. Una institucionalidad, hasta hace cinco años imperfecta, que sucumbió totalmente en este último quinquenio a las ansias de poder y control del Órgano Ejecutivo, comprometiendo peligrosamente el balance social. Habrán cuestionamientos, retos y amenazas, pero la tarea la debe cumplir.
Lo que más debemos saber en la intención de hacer lo justo por adecentar el país, es que de todas las cosas que hemos experimentado de esta proceso electorero, hay una que nos ha definido y que habla claramente de la sociedad que tenemos.
A pesar de que la elección pareciera un giro correctivo, la realidad es otra. Por no hablar del comportamiento juegavivo de nuestros coterráneos del barrio, los de mayores retos en el día a día, en muchos círculos sociales, entre personas que atienden sus deberes con seriedad, profesionales y con un grado aceptable de educación social, ha sido aceptado sin resquemor que ‘estos roban, pero dejan obras’. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que escuché esto, por la vergüenza que me da la aceptación. Es como aceptar que ‘La señora que limpia en mi casa se lleva las cosas, pero limpia bien’, o el que lava el carro, ‘se lleva lo que hay en el monedero, pero lava bien el auto’. Sufren del síndrome del esclavo, muy bien planteado hace años en un escrito de Pedro Rivera titulado: ‘La nostalgia por el Látigo’, donde esbozó la conducta de aceptación inequívoca del abuso bajo el alegato de que ‘amo dar latigazo, pero dar comida’.
A pesar de mi modo reservado y silencioso, lo he tenido que ser mucho más con gente que quiero mucho, familiares y amigos. Por más educados que se piensan. La ignorancia histórico-política, selectiva o consciente, no les permite ver las cosas desde la perspectiva del bien común. De lo que nos conviene a todos.
Revertir esa mentalidad, quizás sea el mayor reto. Lo dicen con seriedad, convencido de que es lo justo y lo mejor para el país. Enclaustrados en sus concepciones más intransigentes sobre sucesos del pasado, descalificando las otras ofertas electoreras, aunque tengan propuestas de adecentamiento de la cosa pública con algún valor evidente y de seriedad moral.
Con eso amanecemos hoy. Eso es lo que es Panamá. Los que buscaron el poder para seguir enriqueciéndose, los que aceptaron como bueno el transfugismo, la regaladera de cosas en los barrios y como noble la conducta del que regaló.
Guardemos los colores, las gorras y las banderas partidarias y junto a la bandera nacional sequemos la vergüenza.
Mucha responsabilidad tiene el presidente electo de la República, Juan Carlos Varela, con lo ocurrido en estos últimos cinco años. Él y su partido facilitaron el triunfo del actual gobierno y deben compartir la responsabilidad.
Pero tienen la oportunidad de enmendar, tienen que cumplir con todo lo prometido en campaña para iniciar el proceso de reconstrucción de nuestra condición de seres sociales respetuosos de las leyes y de la relación en sociedad. Por la votación emitida, en concreto, la propuesta del Movimiento Nueva República esa opción ha sido descartada a mucho pesar. Espero la considere como necesario para adecentar el país.
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