ALEXIS TSIPRAS
Carta abierta publicada el 13 de enero en Handelsblatt, un importante periódico de finanzas alemán.
ALEXIS TSIPRAS – La mayoría de ustedes, queridos lectores del Handesblatt, tendrán una idea preconcebida sobre aquello de lo que tratará este artículo antes siquiera de haberlo leído. Les ruego que no sucumban a semejantes preconcepciones. El prejuicio no ha sido nunca una buena guía, especialmente durante periodos en los que una crisis económica refuerza estereotipos y genera ignorancia, nacionalismo e incluso violencia.
En 2010 el estado griego dejó de ser capaz de pagar sus deudas. Desafortunadamente, los responsables europeos decidieron fingir que el problema podría ser superado mediante el mayor préstamo de la historia bajo la condición de una austeridad fiscal que, con precisión matemática, hundiría los ingresos nacionales que permitían el pago tanto de la anterior como de la nueva deuda. Así, un problema de insolvencia se resolvió como si fuese un caso de falta de liquidez.
En otras palabras, Europa adoptó las tácticas de los peores banqueros, quienes se niegan a reconocer préstamos equivocados y prefieren conceder otros nuevos a la entidad insolvente, de manera que puedan fingir que el préstamo original está funcionando, cuando realmente lo que se logra es extender la bancarrota en el futuro. No se necesitaba más que sentido común par ver que la aplicación de la táctica de “prolongar y fingir” llevaría a mi país a un estado trágico. Así, en lugar de la estabilización de Grecia, Europa estaba creando las circunstancias para una crisis retroalimentada que socava los cimientos de Europa misma.
Mi partido, y yo personalmente, nos opusimos frontalmente al préstamo de mayo de 2010 no porque ustedes, ciudadanos de Alemania, no nos dieran suficiente dinero, sino porque nos daban demasiado, mucho más de lo que debieran haber concedido, y nuestro gobierno aceptó más, mucho más de lo que tenía derecho a aceptar. Dinero que, en todo caso, ni ayudó al pueblo griego (que estaba siendo arrojado al agujero negro de la deuda insostenible) ni atajó el crecimiento desmedido de la deuda nacional, y todo con un gran costo para los contribuyentes griegos y alemanes.
De hecho, incluso antes de que pasara un año ya había ocurrido y, desde antes de 2011 y en adelante, nuestras predicciones se confirmaron. La combinación de nuevos y gigantescos préstamos con asfixiantes recortes en el gasto público no solamente no lograron controlar la deuda, sino que además castigaron a los ciudadanos más débiles, convirtiendo a personas que hasta entonces habían vivido una existencia mesurada y modesta, en pobres y mendigos, negándoles, sobre todas las cosas, su dignidad. El colapso de ingresos provocó la ruina de miles de empresas, reforzando el poder oligopólico de las grandes firmas supervivientes. Así, los precios han ido cayendo, pero más lentamente que nóminas y salarios, deprimiendo la demanda de bienes y servicios, y destrozando los ingresos nominales mientras la deuda continuaba con su crecimiento inexorable. En este escenario, el déficit de esperanza se aceleró incontrolablemente, antes de que pudiésemos darnos cuenta, el “huevo de la serpiente” eclosionó, con el resultado de bandas neonazis patrullando nuestros barrios, difundiendo su mensaje de odio.
A pesar del fracaso evidente de la lógica de “extender y fingir”, esta todavía se ha seguido aplicando hasta hoy. El segundo “rescate” griego, aplicado en la primavera de 2012, añadió otro enorme préstamo sobre los debilitados hombros de los contribuyentes griegos, pulverizando nuestra reserva de la seguridad social y financiando una despiadada nueva cleptocracia.
Reputados analistas han hecho referencia recientemente a la estabilización de Grecia, incluso a signos de crecimiento. Por desgracia, la “griecuperación” es un espejismo que debemos evitar lo antes posible. El reciente y modesto crecimiento real del PIB, en el entorno del 0,7% no señala el fin de la recesión (como ha sido proclamado) sino, más bien, su continuación. Piénsenlo: Las mismas fuentes oficiales dan, para el mismo cuatrimestre, un índice de inflación de -1,80%. Esto es, deflación. ¡Lo que significa que el crecimiento del 0,7% del PIB real se debe a un índice de crecimiento negativo del PIB nominal! En otras palabras, lo que ha ocurrido es que los precios disminuyen más rapidamente que el ingreso nacional nominal. ¡No es exactamente una causa para proclamar el fin de seis años de recesión!
Permítanme que les diga que este lamentable intento de crear una nueva versión de las “estadísticas griegas”, con el objetivo de declarar terminada la actual crisis de Grecia, es un insulto para todos los europeos que, por lo menos, se merecen la verdad acerca de Grecia y de Europa. Seré franco: la deuda griega es insostenible actualmente y nunca será devuelta, especialmente cuando Grecia está siendo sometida a una constante asfixia fiscal. La insistencia en estas políticas sin salida, y en la negación de la simple aritmética, le cuesta al contribuyente alemán muchísimo, mientras, al mismo tiempo, condena a una orgullosa nación europea a la indignidad permanente. Y lo que es peor: a este ritmo, más pronto que tarde, los alemanes irán contra los griegos, los griegos contra los alemanes y, de manera poco sorprendente, el ideal europeo sufrirá fallas catastróficas.
Alemania, y en particular los esforzados trabajadores alemanes no tienen nada que temer de la victoria de SYRIZA. Nuestro objetivo no es enfrentarnos a nuestros socios. No es asegurar préstamos más grandes o, equivalentemente, mayores déficits. Nuestro objetivo es, más bien, la estabilización del país, presupuestos equilibrados y, por supuesto, dejar de exprimir a los contribuyentes griegos en el marco de un préstamo que es, simplemente, impagable. Estamos comprometidos a terminar con la lógica de “extender y fingir”, pero no contra los ciudadanos alemanes, sino desde una visión de ventajas mutuas para todos los europeos.
Estimados lectores, entiendo que tras su “demanda” de que nuestro gobierno cumpla con todas las “obligaciones contractuales”, se esconde el miedo de que si ustedes nos dejan a los griegos un poco de espacio para recuperarnos, volvamos a las viejas y malas costumbres. Reconozco y respeto esta preocupación. Sin embargo, déjenme decirles que no fue SYRIZA la que incubó la cleptocracia que hoy finge suspirar por “reformas”, siempre y cuando dichas “reformas” no afecten sus mal habidos privilegios Estamos preparados y deseamos introducir reformas profundas, para las que buscamos el mandato de los electores, naturalmente en colaboración con nuestros socios europeos.
Nuestro objetivo es crear un New Deal europeo, dentro del cual nuestro pueblo pueda respirar, crear y vivir en dignidad.
Una gran oportunidad para Europa está a punto de nacer en Grecia Una oportunidad que Europa no puede permitirse perder.