Palabras de Silvio Rodríguez al recibir el Premio de Periodismo Rodolfo Walsh, en la Plaza Martí de Villa Lugano, Buenos Aires, Argentina.
Por: Silvio Rodríguez
Rodolfo Walsh cayó el 26 de marzo de 1976 en desigual combate contra fuerzas represivas. Aquel mismo 26 de marzo hacía apenas un mes que un pequeño grupo de artistas cubanos nos encontrábamos recorriendo la recién proclamada República Popular de Angola, semiocupada todavía por tropas del régimen del apartheid sudafricano.
Un día antes de la muerte de Walsh, en la norteña provincia de Cabinda habíamos sufrido la pérdida de varios compañeros que habían caído en una mina, entre ellos el entrañable Ciro Berrio Medina. El 26 estábamos haciendo la travesía entre Cabinda y Luanda, para continuar visitando los frentes de combate en que se decidía la suerte del Cono Sur Africano.
Íbamos tristes por la pérdida de aquellos compañeros, aunque hay tristezas preñadas de esperanzas cuando los humanos creemos estar haciendo lo correcto, no para obtener riquezas, poder o gloria, sino para crear espacios de oportunidades y libertad, sobre todo para los eternos olvidados.
Aquel 26 de marzo había un arco simbólico, más poderoso que la geografía, porque aquel otro combate africano era pariente de Rodolfo, de Miguel Enríquez, de Raúl Sendic, de Carlos Fonseca Amador y de tantos otros que regaban el camino de la libertad con su entrega sin límites.
El coste sin dudas ha sido alto en sangre, en lágrimas y en ausencias, como también ha sido alta la coherencia con nuestra Historia, con quienes fundaron esta América Nuestra.
Hoy nuestro mundo no es aún todo lo justo que quisiéramos, aunque sin dudas lo vemos mejorar cuando somos solidarios y nos unimos. Por eso lo más honesto es decirle a los que cayeron que continuaremos trabajando, pensando y haciendo para que cada día podamos mejorar aunque sea un poco.
Gracias a la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata y a su decana Florencia Saintout por esta distinción, que trataremos de merecer no olvidando de dónde vinimos y hacia dónde es justo que vayamos.
Gloria eterna a Rodolfo Walsh.
Silvio Rodríguez