En su primera gran mitin de campaña, en Nueva York, la candidata demócrata evoca la vida dickensiana de su madre y reconecta con la tradición progresista de los Roosevelt
MARC BASSETS Nueva York 13 JUN 2015
Hillary Clinton mezcló este sábado en Nueva York lo personal y lo político, su historia familiar y la visión progresista de un país, Estados Unidos, que no deje a nadie atrás y restaure la igualdad de oportunidades. En su primer mitin para las elecciones presidenciales de 2016, se presentó como la candidata de las maltrechas clases medias, golpeadas por la Gran Recesión y las desigualdades crecientes. Favorita para la nominación en el Partido Demócrata, intenta convencer a los escépticos de que no es la candidata de las élites económicas y políticas.
“Este es el pacto básico de América: si cumples con tu cometido, debes poder prosperar, y cuando todo el mundo cumple, América prospera”, dijo Clinton. Le acompañaron su marido, el expresidente Bill Clinton, y su hija, Chelsea. No intervinieron en el acto.
La ex primera dama, exsenadora y ex secretaria de Estado ya intentó ser presidenta en 2008. Perdió la nominación demócrata ante un joven senador afroamericano, Barack Obama. Ahora lo vuelve a intentar con un mensaje distinto. Más progresista: con la Gran Recesión, el pacto americano —la idea de que, si uno trabaja, nada es imposible— se ha truncado. Más emocional: en Nueva York la candidata evocó la figura de Dorothy Rodham, su madre, una mujer que, pese a una infancia dickensiana, nunca se rindió. Menos tímida a la hora de reivindicar el significado de su candidatura: si gana, será la primera presidenta.
“Quizá no sea la candidata más joven”, admitió. Si obtiene la nominación demócrata y gana las presidenciales en 2016, tendrá 69 años el día que jure el cargo. Sólo Ronald Reagan era mayor. Clinton continuó: “Seré la presidenta más joven y la primera abuela”, añadió.
Los chascarrillos y las digresiones personales son obligadas en toda campaña. Y Clinton —multimillonaria, amiga de Wall Street e identificada con la burbuja de Washington desde hace tres décadas— necesita humanizarse, reestablecer la conexión emocional con el votante. Pero donde más cómoda se siente Clinton es en las propuestas políticas.
Puede ser aburrido, y en el discurso, de casi una hora y ante unas 5.000 personas, según el equipo de Clinton, hubo pocos momentos vibrantes. Programa, programa, programa. El argumento de la candidata es que, por su trayectoria personal en defensa de los derechos de las mujeres y los niños, por su experiencia en la Casa Blanca de Bill Clinton y en el Departamento de Estado, nadie está tan preparado para luchar por las personas que han quedado en la cuneta de la recuperación económica, por lograr una prosperidad compartida.
Más a la izquierda
Es un discurso a la izquierda del discurso de Clinton en las primarias de 2008 y de la presidencia de su marido. Es nueva la retórica sobre las desigualdades y contra las remuneraciones de Wall Street y de los directivos de las multinacionales. El giro se explica en parte por necesidades tácticas: para ganar la Casa Blanca Clinton necesita movilizar a la coalición de activistas y votantes que en 2008 y 2012 dieron la presidencia a Obama. El mismo Partido Demócrata ha virado a la izquierda: su figura ideológica de referencia no es Clinton sino la senadora Elizabeth Warren, líder de la llamada ala populista.
En el mitin se escucharon tonos warrenianos —y rooseveltianos: el mitin se celebró en la Roosevelt Island, en Nueva York, el Estado por el que Clinton fue senadora—. La tesis de Clinton es que EE UU es hoy un país más progresista que hace unos años en cuestiones como los derechos de los homosexuales, la inmigración, el salario mínimo, las bajas de maternidad o las guarderías gratuitas. Son cuestiones que van más allá de la izquierda o la derecha: son “temas familiares”, dijo. Esta es la nueva centralidad, el espacio que Clinton quiere ocupar para ser presidenta y hacer historia como Obama en 2008.
“Ahora empieza el trabajo de verdad: salir y luchar por cada voto en cada Estado”, dijo. “Luchar por una América en la que cada padre pueda decir a su hija: Puedes ser lo que quieras. Incluso presidenta de EE UU”.