Testigo del Cóndor en Roma
En el juicio contra militares y civiles latinoamericanos, Michelini habló de su padre y de cómo fue secuestrado y asesinado, estando él mismo en la habitación del hotel Liberty de Buenos Aires cuando los militares llegaron y se lo llevaron.
Por Elena Llorente
Desde Roma
“Es importante para mí haber venido a Roma para este juicio. También mi padre vino a la capital italiana en 1974 para declarar ante el Tribunal Russell, que se ocupó de la situación en América latina. En esa ocasión él expuso el caso de Uruguay que había sufrido el golpe de Estado pocos meses antes. El discurso fue muy elogiado y tuvo mucho impacto. Fue la primera gran denuncia por el caso uruguayo que hasta ese momento había sido opacado por lo que ocurría en Chile”, contó el periodista uruguayo Zelmar Michelini a Página/12, luego de haber sido interrogado ayer como testigo en el juicio contra militares y civiles latinoamericanos implicados en el plan de eliminación de opositores políticos conocido como Cóndor.
Michelini es hijo del reconocido periodista y político del mismo nombre, fundador del Frente Amplio de Uruguay y que fuera asesinado en Buenos Aires en 1974. Ayer Michelini hijo fue interrogado durante dos horas y media por los jueces y fiscales de Roma. En la sala del tribunal de la cárcel de Rebbibia, donde se está llevando a cabo el proceso aunque el caso de su padre no está incluido en este juicio, Michelini habló largamente de su padre y de cómo fue secuestrado y asesinado, estando él mismo en la habitación del hotel Liberty de Buenos Aires cuando los militares llegaron y se lo llevaron. En realidad Michelini aparece como testigo por el caso de Daniel Banfi, otro uruguayo sobre cuya desaparición su padre investigó. “Los fiscales me pidieron que hablara de mi llegada a Buenos Aires en 1974 y de la situación de mi padre. Me preguntaron detalladamente sobre la responsabilidad de las autoridades uruguayas, sobre el Consena, el Consejo de Seguridad Nacional y sobre la responsabilidad de Juan Carlos Blanco, ministro de Relaciones Exteriores durante los militares”, explicó. También habló de Jorge Néstor Troccoli, exponente de la marina uruguaya que actualmente vive en Italia con ciudadanía italiana.
Entre todos los acusados en la causa Banfi, Blanco es uno de los pocos que quedan con vida. Está preso en Uruguay, condenado a 20 años por el caso de la maestra Elena Quintero. Fue condenado también a 31 años por el golpe de Estado y está a la espera de la condena definitiva por el caso Michelini. Son 16 los militares y civiles procesados en este proceso Cóndor.
“Yo tenía 18 años y viví con mi padre en el hotel Liberty, en una pieza chiquita con dos camas. Tres de mis hermanas y sus esposos ya vivían en Buenos Aires, pero en sus casas –dijo además–. La primera cosa que mi padre me dijo cuando llegué a Buenos Aires fue la de tener cuidado porque había policía por todos lados. A veces hasta se instalaban policías dentro del hotel. En otras ocasiones salíamos y veíamos que nos seguían. Yo estaba con él el día que llegaron los militares al hotel y se lo llevaron. Con uno de mis hermanos fuimos a hacer una denuncia en Uruguay, pero los militares no quisieron aceptarla aduciendo que ellos no tenían nada que ver.”
Junto a Zelmar Michelini, que es un reconocido periodista de la Agencia France Presse y vive en París, fueron interrogados en estos días otros testigos uruguayos, entre ellos Aurora Meloni, viuda del desaparecido Daniel Banfi que, en septiembre de 1974, junto a otros cuatro compatriotas, fue secuestrado en Buenos Aires y apareció asesinado en Montevideo. “El clima se había complicado en Buenos Aires después de la muerte de Perón el 1º de julio de 1974. Cuando secuestraron a Banfi, Aurora Meloni le pide ayuda a mi padre. Y mi padre le dice y me confirma que Campos Hermida, un policía uruguayo que estaba operando en Buenos Aires, está detrás del asesinato de Banfi. Yo a Banfi no lo conocía, pero mi padre conocía a parte de su familia. Por esta razón soy testigo en este juicio”, añadió.
–¿Por qué el caso de su padre no fue incluido en este proceso Cóndor?
–Mi padre no tenía nacionalidad italiana ni era de origen italiano porque mis antepasados eran originarios de Trento, que si bien ahora es italiana, cuando nació mi tatarabuelo pertenecía al imperio austríaco.
–¿Cuáles son sus expectativas sobre este proceso?
–Este juicio me parece muy importante porque la instrucción fue muy larga (desde 1999), pero permitió un gran acopio de materiales. Lo importante es: cuanto más se juzguen y se condenen los delitos de lesa humanidad, tanto mejor.
–¿Cree que habrá justicia?
–Hace unos cuantos años que estamos pidiendo justicia. Pero yo soy optimista. La parte punitiva de los juicios que hacemos, puede quedar un poco en la nada porque dentro de algunos años al 80 u 85 por ciento de los justiciables se lo habrá llevado el tiempo. Pero más allá de lo punitivo están los principios, la reivindicación histórica y que quede, por ejemplo en la jurisprudencia uruguaya, que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, ya que en Uruguay se argumenta que la desaparición forzada no es un delito de lesa humanidad porque Uruguay reconoció los delitos de lesa humanidad recién en 1995. Por ejemplo, cuando los nazis fueron juzgados en Nuremberg, lo fueron en base a una figura jurídica que no existía cuando ellos cometieron los crímenes. Pero los crímenes eran tan monstruosos que se aceptó juzgarlos de esa manera.
En este juicio por el Plan Cóndor –que costó la vida a miles de personas– son juzgados desde el 12 de febrero militares y civiles de Chile, Perú, Bolivia, 16 de ellos de Uruguay, acusados de la desaparición de 23 ciudadanos de origen italiano en Argentina, Paraguay y Brasil.