27 oct 2015

Una transformacion conceptual

A 5 AÑOS DE LA MUERTE DE NESTOR KIRCHNER

“El ministro de Economía voy a ser yo”


 Por Alfredo Zaiat

El periodista le preguntó quién iba a ser su ministro de Economía y la respuesta descolocó a varios: “Voy a ser yo”. Fue el primer gran desafío al sentido común instalado acerca de las cuestiones económicas. Luego eligió para ese cargo a Roberto Lavagna, más por especulación electoral que por decisión de delegar el manejo de la economía en manos de quien estaba al frente del Palacio de Hacienda en la administración de Eduardo Duhalde. Néstor Kirchner rompió de ese modo con una idea que se había naturalizado respecto a la gestión de gobierno: entregar el diseño y la implementación de la política económica en supuestos expertos con título universitario de licenciado en Economía.
El desplazamiento de los centros de decisión del gobierno de la figura del “economista rey”, ese profesional que establece que es lo que se puede hacer en materia económica, con un supuesto saber técnico pero que es político e ideológico conservador, ha sido una de las contribuciones más relevantes de Kirchner en el indispensable sendero de construcción de otro sentido sobre la gestión de la economía. Ese cambio conceptual sobre lo que significa la economía y el ministro a cargo es lo que permite comprender las diversas iniciativas durante los doce años del kirchnerismo. También las resistencias que provocó Kirchner. Hasta ese momento los ministros de Economía habían tenido históricamente un lugar relevante en los gabinetes nacionales. Las periódicas crisis los colocaban en un lugar de privilegio respecto a la de sus colegas del gobierno, hasta llegar a niveles de compartir espacios de poder y competir con el propio presidente de la Nación.
Uno de los sucesos más importantes de la realidad argentina que significó la sentencia de Kirchner “yo soy el ministro de Economía” fue la de haber desplazado a la ortodoxia y a sus economistas de los centros de decisión. La transformación conceptual sobre lo que es la economía, un espacio donde se dirimen intereses y poder, y sobre la política, instrumento ordenador del mundo económico, es uno de los aportes más sustanciales de esa definición inicial. Con esa manifestación de ejercicio pleno del poder conferido por la voluntad popular interpeló al mundo conservador dejando en evidencia que la realidad económica es más compleja que modelos con ecuaciones matemáticas y que el desequilibrio es el rasgo dominante de las sociedades debido a la intervención de factores imprevistos.
Kirchner enterró lo que hasta ese entonces era observado con naturalidad: el alquiler al mundo empresario y de las finanzas del manejo de la economía. Por el Palacio de Hacienda transitó un equipo liderado por un delegado de la Fundación Mediterránea (Domingo Cavallo), otro de la ultraortodoxa CEMA (Roque Fernández), uno de la liberal FIEL (Ricardo López Murphy), de un grupo económico (Miguel Angel Roig y Néstor Rapanelli, de Bunge & Born) y un conspicuo miembro de la Sociedad Rural y director de Acindar (José Alfredo Martínez de Hoz). La existencia de ese poder paralelo en el Ministerio de Economía ha significado uno de los principales disciplinadores de los gobiernos.
Kirchner cumplió con lo que había prometido. Fue el ministro de Economía en los hechos. Se dedicó a analizar diariamente las principales cifras de variables clave y se ocupó de estar al tanto de todos los detalles de la política económica. El ministro del área era su asistente. Así sorprendió con varias medidas económicas fuertes, por ejemplo pagar al FMI toda la deuda al contado de un día a otro. No sólo recibía las cifras, sino que cuando alguien le acercaba alguna observación sobre un tema económico que desconocía, la estudiaba y luego ordenaba instrumentar una medida al respecto. Uno de esos casos fue fijar retenciones sobre las exportaciones de hidrocarburos.
Néstor Kirchner fue el primer presidente de la democracia recuperada en 1983 que se puso al frente de la conducción de la economía. Fue una de las principales enseñanzas que dejó para la gestión de gobierno, y que Cristina Fernández de Kirchner continuó en sus dos mandatos. Es un activo que se pondrá a prueba con el próximo gobierno que surgirá del ballottage del 22 de noviembre.