Prueba de que el vudú no muere
Resulta que prodigaría enormes recortes a los ricos al tiempo que dispararía el déficit.
12 oct 2015
Barack Obama Foto: Reuters
Esto no marca un contraste con el plan de Jeb Bush, que bañaría con enormes recortes a los ricos al tiempo que dispararía el déficit, y el plan de Marco Rubio, el cual prodigaría enormes recortes a los ricos al tiempo que dispararía el déficit.
Por lo que vale, es como si el plan de Trump creara un hoyo incluso más grande en el presupuesto que el de Jeb. Alegando que duplicaría la tasa de crecimiento del país, Jeb justifica su plan; Donald promueve esto alegando que él triplicaría la tasa de crecimiento. Pero, de verdad, ¿por qué sudar los detalles? Todo es vudú.
La cuestión interesante es por qué cada candidato republicano se siente obligado a seguir este camino.
Se pudiera creer que hubiera un argumento defendible de tipo económico por la obsesión de reducir impuestos a los ricos. Esto es, se pudiera creer si uno hubiera pasado los últimos 20 años en una cueva (o en un conservador centro de análisis estratégico). De lo contrario, usted estaría consciente de que los entusiastas de reducciones fiscales tienen un notable registro probado: han estado equivocados con respecto a todo, año tras año.
Algunos lectores podrán recordar los pronósticos de perdición económica de vuelta en 1993, cuando Bill Clinton elevó la principal tasa fiscal. Lo que ocurrió más bien fue un auge sostenido, superando los años de Reagan en cada medida.
Sin intimidarse, la misma gente pronosticó grandes cosas como resultado de los recortes fiscales de George W. Bush. Lo que ocurrió más bien fue una lenta recuperación seguida de una catastrófica caída de la economía.
En fechas más recientes, los sospechosos usuales pronosticaron nuevamente la perdición en 2013, cuando los impuestos al 1% subieron marcadamente debido a la expiración de algunos de los recortes fiscales de Bush y nuevos impuestos que contribuyen a pagar la reforma de salud. Lo que ocurrió más bien fue un crecimiento de empleos a tasas no vistas desde los años noventa.
Cierto, se puede encontrar autoproclamados expertos económicos alegando que encuentran evidencia general de que bajas tasas fiscales impulsan el crecimiento económico, pero ese tipo de expertos invariablemente termina estando en la nómina de grupos de presión de la derecha. Estudios independientes de la correlación entre tasas fiscales y crecimiento económico, por ejemplo por parte del Servicio de Investigación del Congreso, no encuentran de manera consistente relación alguna. No existe un solo argumento serio en lo económico para la obsesión con la reducción de impuestos.
De cualquier forma, los recortes fiscales son populares políticamente, ¿cierto? De hecho, no lo son, cuando menos cuando se trata de reducciones fiscales para los ricos. Con base en Gallup, solo 13% de los estadounidenses cree que individuos de altos ingresos pagan demasiados impuestos, en tanto 61% o cree que pagan muy poco. Incluso entre quienes se identifican como republicanos, aquellos que dicen que los ricos deberían pagar más superan a quienes dicen que dicen que ellos deberían pagar menos, por 2 a 1.
Así que cada republicano que pudiera ser presidente está comprometido con una política que es tanto demostrablemente mala economía como profundamente impopular. ¿Qué está pasando? Bien, consideremos la trayectoria de Marco Rubio, quien pudiera en este punto ser el nominado republicano más probable. El año pasado apoyó un plan de reducción fiscal concebido por el senador Mike Lee, que supuestamente iba enfocado a los pobres y la clase media. En realidad, sus beneficios se inclinaron con fuerza hacia los ingresos altos… pero siguió captando duras críticas de la derecha por darles demasiado a familias ordinarias al tiempo que no redujo impuestos en la medida suficiente para los mayores ingresos.
Así que Rubio regresó con un plan que eliminaba impuestos sobre dividendos, ganancias de capital y riqueza heredada, suministrando una enorme bonanza para los muy ricos. Repentinamente, se hablaba mucho sobre él entre donadores republicanos. El nuevo plan sumaria billones de dólares al déficit, por lo cual se interesan conservadores, según alegan, pero eso no tiene importancia.
En otras palabras, es directo y bastante claro: los republicanos apoyan grandes reducciones de impuestos para los ricos porque eso es lo que quieren donadores ricos. Sin duda la mayoría de esos donadores han logrado convencerse de que lo que es bueno para ellos es bueno para Estados Unidos. Sin embargo, en la raíz es sobre gente rica que apoya a políticos que los volverán más ricos. Todo lo demás es mera racionalización.
Por supuesto, una vez que los republicanos se pongan de acuerdo en un nominado, un ejército de armas a sueldo será movilizado para oscurecer esta escueta verdad. Veremos alegatos de que es realmente una reducción de impuestos para la clase media, que éste también hará grandes cosas por el crecimiento económico, que miren por allá: ¡mensajes de correo electrónico! Además, dadas las convenciones del periodismo del tipo de "él dijo-ella dijo", esta campaña de ofuscación podría funcionar.