En Kunduz
El general que comanda la misión de la OTAN en Afganistán reconoció el martes que se atacó "por error" el hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz y estimó que después de 2016 se necesitarán en ese país más tropas estadounidenses de lo previsto.
Ante la comisión de fuerzas armadas del Senado, el general estadounidense John Campbell manifestó la expresión más clara de responsabilidad del Pentágono hasta ahora sobre el bombardeo, que mató a 22 personas el pasado fin de semana y fue calificado de "crimen de guerra" por MSF.
La ONG, que reclama enérgicamente una investigación independiente, rechazó la explicación de Washington y Mego Terzian, presidente de MSF France se declaró persuadido de que "desgraciadamente no fue un error".
"Para ser claro, la decisión de realizar un ataque aéreo fue una decisión estadounidense, tomada por la cadena de mando estadounidense", subrayó el martes el general.
El general había subrayado el lunes en una conferencia de prensa que el ataque había sido pedido por las autoridades afganas, provocando la cólera de Médicos Sin Fronteras, que acusó a los estadounidenses "de intentar pasarle la responsabilidad al gobierno afgano".
El secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter, declaró el martes que el Pentágono "lamenta profundamente" las muertes registradas en un ataque.
"La investigación sobre cómo pudo esto ocurrir aún continúa, y estamos apoyando por completo a la OTAN y a las pesquisas afganas al respecto", dijo Carter en un comunicado.
La Casa Blanca evitó pronunciarse, alegando el portavoz presidencial Josh Ernest que hay investigaciones en curso sobre el ataque.
Se iniciaron tres investigaciones -de Estados Unidos, Afganistán y la OTAN- para establecer en qué condiciones se resolvió y ejecutó el bombardeo, y el jefe militar de la OTAN prometió "transparencia" sobre sus resultados.
El general estadounidense que se encuentra en Kunduz para realizar la investigación interna recolecta no solo el testimonio de los militares en el lugar sino también el del personal de MSF, según Campbell.
"Habló con algunos" y "sigue acudiendo a los lugares donde puede hablar con médicos, enfermeras, sobrevivientes, para asegurarse de tener toda la historia", declaró.
"La mayor parte" de Kunduz está actualmente bajo el control de las fuerzas afganas, según el general Campbell.
Pero el hecho de que los talibanes hayan logrado hacerse con la ciudad, aunque brevemente, demostró -al igual que otras batallas recientes- que las fuerzas afganas todavía no están listas para cuidar su terreno ante los talibanes.
El general Campbell reconoció la situación y se manifestó favorable a fortalecer el dispositivo militar estadounidense después de 2016.
Por ahora Estados Unidos prevé que a partir de esa fecha quede en Afganistán solo una fuerza residual de un millar de soldados, contra 9.800 actualmente.
Esta fuerza estaría concentrada en la embajada en Kabul. Por ejemplo, los militares estadounidenses ya no tendrían la base de Bagram, cerca de la capital.
Pero el general indicó ante la comisión senatorial que propuso a la Casa Blanca "opciones" para conservar un dispositivo militar estadounidense "superior" al previsto por ahora.
Según el plan actual, Estados Unidos tendría capacidades muy limitadas de formación y asistencia a las tropas afganas, subrayó. Y éstas todavía necesitan apoyo en terrenos militares cruciales como la logística, la información o el apoyo aéreo, explicó.
En sus 14 años de presencia en Afganistán, Washington ha gastado unos 60.000 millones de dólares para constituir un ejército nacional afgano.
Pero pese a estos esfuerzos este ejército "no posee la capacidad de combate y las fuerzas para proteger todas las regiones del país", subrayó Campbell.
"La batalla de Kunduz mostró varias debilidades del ejército afgano" en el uso de la información o la coordinación entre las distintas fuerzas, indicó el general. Pero estas fuerzas de todas formas mostraron "resistencia y coraje". "Piden, merecen y necesitan nuestra ayuda", indicó.
Según The Washington Post, Campbell presentó cinco opciones para la permanencia de una fuerza de 7.000 hombres después de 2016.
Por su parte, el ex jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, propuso dejar hasta 5.000 hombres en el lugar.
La ONG, que reclama enérgicamente una investigación independiente, rechazó la explicación de Washington y Mego Terzian, presidente de MSF France se declaró persuadido de que "desgraciadamente no fue un error".
"Para ser claro, la decisión de realizar un ataque aéreo fue una decisión estadounidense, tomada por la cadena de mando estadounidense", subrayó el martes el general.
El general había subrayado el lunes en una conferencia de prensa que el ataque había sido pedido por las autoridades afganas, provocando la cólera de Médicos Sin Fronteras, que acusó a los estadounidenses "de intentar pasarle la responsabilidad al gobierno afgano".
El secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter, declaró el martes que el Pentágono "lamenta profundamente" las muertes registradas en un ataque.
"La investigación sobre cómo pudo esto ocurrir aún continúa, y estamos apoyando por completo a la OTAN y a las pesquisas afganas al respecto", dijo Carter en un comunicado.
La Casa Blanca evitó pronunciarse, alegando el portavoz presidencial Josh Ernest que hay investigaciones en curso sobre el ataque.
Se iniciaron tres investigaciones -de Estados Unidos, Afganistán y la OTAN- para establecer en qué condiciones se resolvió y ejecutó el bombardeo, y el jefe militar de la OTAN prometió "transparencia" sobre sus resultados.
El general estadounidense que se encuentra en Kunduz para realizar la investigación interna recolecta no solo el testimonio de los militares en el lugar sino también el del personal de MSF, según Campbell.
"Habló con algunos" y "sigue acudiendo a los lugares donde puede hablar con médicos, enfermeras, sobrevivientes, para asegurarse de tener toda la historia", declaró.
"La mayor parte" de Kunduz está actualmente bajo el control de las fuerzas afganas, según el general Campbell.
Pero el hecho de que los talibanes hayan logrado hacerse con la ciudad, aunque brevemente, demostró -al igual que otras batallas recientes- que las fuerzas afganas todavía no están listas para cuidar su terreno ante los talibanes.
El general Campbell reconoció la situación y se manifestó favorable a fortalecer el dispositivo militar estadounidense después de 2016.
Por ahora Estados Unidos prevé que a partir de esa fecha quede en Afganistán solo una fuerza residual de un millar de soldados, contra 9.800 actualmente.
Esta fuerza estaría concentrada en la embajada en Kabul. Por ejemplo, los militares estadounidenses ya no tendrían la base de Bagram, cerca de la capital.
Pero el general indicó ante la comisión senatorial que propuso a la Casa Blanca "opciones" para conservar un dispositivo militar estadounidense "superior" al previsto por ahora.
Según el plan actual, Estados Unidos tendría capacidades muy limitadas de formación y asistencia a las tropas afganas, subrayó. Y éstas todavía necesitan apoyo en terrenos militares cruciales como la logística, la información o el apoyo aéreo, explicó.
En sus 14 años de presencia en Afganistán, Washington ha gastado unos 60.000 millones de dólares para constituir un ejército nacional afgano.
Pero pese a estos esfuerzos este ejército "no posee la capacidad de combate y las fuerzas para proteger todas las regiones del país", subrayó Campbell.
"La batalla de Kunduz mostró varias debilidades del ejército afgano" en el uso de la información o la coordinación entre las distintas fuerzas, indicó el general. Pero estas fuerzas de todas formas mostraron "resistencia y coraje". "Piden, merecen y necesitan nuestra ayuda", indicó.
Según The Washington Post, Campbell presentó cinco opciones para la permanencia de una fuerza de 7.000 hombres después de 2016.
Por su parte, el ex jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, propuso dejar hasta 5.000 hombres en el lugar.