“El hospital de MSF en Kunduz ya no está operativo. Algunos miembros de nuestro personal médico están trabajando en dos hospitales a los que fueron trasladados algunos heridos” fuera de Kunduz, explicó Kate Stegeman, vocera en Afganistán, en su cuenta de Twitter.
El hospital atacado ayer por un presunto ataque de las fuerzas de Estados Unidos, que lo calificó como “un daño colateral”, era el centro especializado en trauma más importante del norte de Afganistán y el único centro de salud que había quedado operativo dentro de Kunduz desde el inicio de la última ofensiva talibán contra esa ciudad el lunes pasado.
Ese día el movimiento insurgente islamista anunció que después de varios intentos fallidos había logrado tomar el control de la ciudad de 300.000 habitantes cercana a la frontera con Tayikistán.
Se trató de su primera gran victoria desde la invasión de Estados Unidos en 2001 y, por eso, desató un masivo contraataque del Ejército afgano y sus aliados occidentales.
Ochenta personas, locales e internacionales, trabajaban en el hospital de MSF y desde el lunes pasado trataron a cerca de 400 heridos, la mayoría por los combates y los bombardeos. Al momento del ataque, había 150 pacientes adentro del hospital.
Según el último comunicado de MSF, 12 de sus trabajadores y siete pacientes, entre ellos tres niños, fallecieron, mientras que otros 19 miembros del staff y 18 pacientes resultaron heridos.
“Además del fallecimiento de colegas y pacientes, este ataque cortó de golpe el acceso a los servicios de traumatología de la población de Kunduz justo cuando más lo necesitaban”, aseguró la presidenta de MSF en Bélgica, Meinie Nicolai, en un comunicado citado por la agencia de noticias EFE.
Después de una jornada de silencio, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prometió anoche en un comunicado una investigación del bombardeo de ayer y adelantó que no hará comentarios hasta que se conozcan los resultados.