COMMODITIES
La amenaza de una suba inminente de tasas en Estados Unidos, la revolución del shale-oil y la desaceleración económica de China son los principales motivos que marcan un contexto internacional adverso. Cómo impacta en América latina.
Producción: Tomás Lukin
Cambio de tendencia
Por Ramiro Castiñeira *
El importante descenso del precio de todos los commodities desde fines de 2014, tiene tres grandes explicaciones, donde la primera es la expectativa de inminente suba de tasas por parte de la FED. El mayor rendimiento de los activos americanos, conlleva a una mayor demanda de dólares que culmina apreciando el dólar a nivel mundial y ello se refleja en un descenso de monedas y commodities.
El segundo factor que explica la baja en los commodities, fue la revolución de shale-oil en EE.UU., que le permitió reducir drásticamente las importaciones de petróleo. Esto generó una sobreoferta de crudo a nivel mundial que hizo colapsar su precio. El precio del petróleo tiene una gran incidencia en la producción de todos los bienes en la economía y en los commodities en particular. En la agroindustria es notorio el impacto. Tanto en la siembra, la cosecha, y la posterior logística para llevarla a puerto y luego a los centros urbanos, se usa una importante cantidad de gasoil. La baja en los costos de producción de la agroindustria, también presiona el precio final de los commodities a la baja.
Por último, el tercer factor de por qué cayeron los commodities es la desaceleración de China. Si bien China es país es importador neto de commodities y el nuevo contexto favorece a su economía, igualmente se vio afectado indirectamente porque muchos de los emergentes redujeron notoriamente los niveles de importación ante el nuevo contexto, afectando las exportaciones del gigante asiático que caen un 8 por ciento en lo que va del año.
En definitiva, la política monetaria americana, la revolución de shale-gas y shale-oil en EE.UU., y la desaceleración de China son tres grandes factores juegan en igual sentido, desinflando los precios de los commodities, lo que es fuerte shock negativo en Latinoamérica en particular. En Venezuela las exportaciones caen más de 50 por ciento, en Brasil un 25 por ciento, en Argentina 17 por ciento, en Chile más de 15 por ciento.
Capitales golondrinas
Pero las malas noticias no solo vienen por la balanza comercial, sino también que los capitales privados advierten de ello y saben que no será un buen año para Latinoamérica en general, por lo que los capitales privados no sólo dejan de entrar, sino que incluso se aprestan a salir.
Por ejemplo, en el mejor momento de Brasil, cuando los términos de intercambio jugaban a favor, encontraba un sinfín de petróleo en su plataforma marina y las calificadoras lo premiaban con el galardón de “grado de inversión”, en esos años tuvo un pico de entrada de capitales que llegó a 7 por ciento del PBI en 2007. Tras la crisis sub-prime, la entrada de capitales se estabilizó en cerca de 4 por ciento del PBI, y este año estará por debajo de los 2,5 por ciento del PBI.
La contracción de dólares comerciales como financieros en Brasil, generó un menor flujo de dólares en la economía que rápidamente puso en desequilibrio el mercado de cambios presionando por una devaluación. El Banco central dejó flotar la moneda en plena corrida cambiaria y la devaluación ya es superior al 70 por ciento interanual al superar los 4 reales por unidad de dólar. Pero al margen de cómo ajusta Brasil, este escenario de menos exportaciones y menos capitales, presionando por devaluaciones que ajustan el nivel de consumo, se observa en toda la región. Los que más ajustan son Venezuela donde el PBI cae más de 8 por ciento, mientras que Brasil cae casi 4 por ciento.
Argentina también perdió todo el saldo comercial este año, y para sostener el consumo y no devaluar, el Gobierno cede sus dólares al sector privado, dilapidando las menguadas reservas del Banco Central, ahora maquilladas con el swap chino. Tras el pago de Boden 2015 y netas del Swap, para fin de año el BCRA dispondrá de reservas netas por 3 por ciento del PBI, cuando Brasil supera los 20 por ciento del PBI.
En definitiva, el escenario que tanto favoreció a Latinoamérica comenzó a quedar atrás y se plasma en el fuerte revés en los términos de intercambios, como también en el menor flujo de dólares para la región. La inminente suba de tasas de EE.UU., por más simbólica que sea, será otra señal en igual sentido y los capitales ya se anticipan saliendo de la región. Ahora bien, al margen del contexto adverso, Argentina está desendeudada y esa es su principal carta para afrontar el contexto adverso con suba de tasas. La deuda pública en moneda extranjera no supera los 16 por ciento del PBI, aún considerando los holdouts, el swap chino y el atraso cambiario. Todavía queda algo de tiempo para poner en marcha la agenda pérdida de la sintonía fina, que permita adecuar la economía al nuevo contexto internacional.
* Economista de Econométrica.
El verdadero problema
Por Matías Vernengo *
El comité de mercado abierto de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, decidió por mayoría de votos (hubo un disidente) en su última reunión mantener la tasa de interés básica en casi cero (0,25 por ciento). La principal razón aludida en el informe de prensa fue la situación internacional incierta. En sí misma la razón es una novedad, una vez que, por lo general, solamente las condiciones internas de la economía estadounidense son tomadas en cuenta. Y, si bien hay razones de sobra para preocuparse con la situación internacional, con la desaceleración china y la interminable crisis europea, los problemas internos de la economía estadounidense no deben ser minimizados. Aunque varios economistas conservadores, por ejemplo Martin Feldstein quien comandó el Consejo de Asesores Económicos de Ronald Reagan, han sugerido que la economía está en pleno empleo lo cierto es que el mercado de trabajo sigue relativamente endeble.
La tasa de desempleo oficial es de 5,1 por ciento. Pero, medidas más amplias que incorporan a los trabajadores desalentados que abandonaron la búsqueda de empleo y a los que trabajan menos horas de lo que estarían dispuestos, indican que el desempleo se ubica por encima del 10 por ciento. Ese número condice con el relativo estancamiento de los salarios, y sugiere que la situación laboral estadounidense es mejor, pero no demasiado, que la europea.
El desempleo más elevado de lo que los números oficiales sugieren, los salarios estancados, la casi imposibilidad de aprobar un aumento del salario mínimo en el congreso dominado por los republicanos, componen un panorama en el cual el riesgo de inflación es muy bajo. A esa situación, contribuyen la lenta recuperación después de la crisis de 2008 y la caída de los precios de las commodities, en particular del petróleo.
La presión para el aumento de la tasa de interés no parece estar, a pesar de la retórica, en un peligro inflacionario. La política monetaria, como había notado Keynes, no sólo afecta el nivel de actividad y, por medio de la presión en el mercado de trabajo y del poder de negociación de los trabajadores, los salarios y los precios. También tiene efectos distributivos directos. Y ésa es la razón de los crecientes reclamos de los mercados financieros por lo que ellos denominan la normalización de la política monetaria. Tasas de interés más altas se traducen en mayor remuneración para el capital y los rentistas.
Un aumento de la tasa de interés, es importante notar, seria gradual, y es de esperar que su impacto sobre los mercados financieros internacionales no sería catastrófico. Por cierto reforzaría los flujos de capital hacia Estados Unidos, y pondría más presión sobre las monedas de los países periféricos, que ya están en proceso de devaluación. Pero el peligro de aumentar la tasa de interés del punto de vista de sus consecuencias domésticas es más grave. No tanto porque el aumento de la tasa de interés pueda tener un efecto dramático sobre el nivel de actividad doméstico. Del mismo modo que las tasas bajas han sido insuficientes para sacar a la economía de la crisis, no hay porque creer que un aumento gradual conllevaría a un empeoramiento serio de la situación económica.
El problema es que las tasas bajas cumplen un papel crucial que no es comprendido por los economistas conservadores. Keynes señalaba que las tasas bajas, lo que él llamaba la eutanasia de los rentistas, permitían la expansión del gasto público en bases sostenibles. El gobierno podría tomar prestado a tasas bajas, gastar, aumentando los déficit y la deuda, pero permitiendo la recuperación de la economía, y por lo tanto sus ingresos y la capacidad de pagar. Los críticos de la política de tasas de interés cero parecen no entender que el objetivo no es tanto que la tasa por el piso permita la expansión del crédito, algo que solo ocurriría con la recuperación de la propia economía, sino permitir la expansión del gasto fiscal.
Como decía Marriner Eccles, gobernador de la Reserva Federal durante los años 30 y 40, hacer política monetaria en una crisis como la de 2008 es como empujar con una cuerda. El riesgo, entonces, es que además de los problemas políticos para la expansión fiscal enfrentados en el plano legislativo, el gobierno tendría que tomar prestado a tasas más altas. Esto pone más trabas a la débil recuperación estadounidense, y esta, y no tanto la desaceleración china, es el problema central de la economía global.
* Profesor titular de Bucknell University y de la Maestría en Desarrollo Económico de la Universidad Nacional de San Martín (MDE-Unsam).
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