5 ago 2014

LAS NAZIS TAMBIEN CUENTAN

Foto: AP
Detractora número uno de los países progresistas de América Latina en el Congreso de Estados Unidos, Ileana Ros-Lehtinen es la más fanática partidaria en Washington de la masacre israelí de palestinos en Gaza, a pesar de la indignación que provoca este genocidio en el mundo entero.
De la misma forma que se alegró de la muerte de Hugo Chávez y sostuvo ciegamente el régimen golpista de Roberto Micheletti en Honduras, la representante norteamericana nacida accidentalmente en Cuba lidera el grupo de defensores de la agresión israelí en Gaza y es la autora de una resolución votada estos últimos días para condenar a la organización Hamas por “sus recientes ataques contra Israel”.
Ros-Lehtinen, quien va con frecuencia a Israel en viajes patrocinados por organizaciones sionistas, se encontraba en Tel Aviv cuando empezó la operación israelí de limpieza étnica contra la población palestina de la Franja de Gaza.
La vinculación de Ros-Lehtinen con Israel y sus lobistas del capitolio es bien conocida en Washington. Presentó hace unos meses una resolución para que Washington permita la venta de armamentos de última generación a una nación que ya dispone de la bomba nuclear.
Esta  ley codifica la política de EE.UU. para prestar asistencia a Israel en materia de sistemas defensivos como Iron Dome (Domo de Hierro), David’s Sling (Honda de David) y Arrow (Flecha), con sistemas de misiles de última generación. “Iron Dome ha protegido a millones de civiles israelíes inocentes de los ataques con cohetes de Hamas y es la razón por la que hemos sido testigos de tan pocas muertes en el lado israelí”, dijo la congresista en un análisis que acaba de publicar en el Washington Times, diario de extrema derecha, en el que no menciona la efectividad de los sionistas en asesinar a miles de palestinos en la Franja de Gaza.
En el mismo escrito propone que sean castigadas las entidades de la ONU que se oponen a la intervención israelí: “El Congreso debe instar a Obama a retirar inmediatamente y cortar cualquier ayuda a cualquier entidad de la ONU que busca deslegitimar a Israel y socavar su seguridad nacional y debe comenzar con el Consejo de Derechos Hu­manos de la ONU”, escribió.
Ferviente defensora de los crímenes de los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, Ros-Lehtinen no pierde una oportunidad de atacar a Vene­zuela. Se pretende defensora de los derechos humanos y retoma constantemente la misma retórica difamatoria antiprogresista que a menudo recupera el propio Departamento de Estado.
En el 2009, Ros-Lehtinen obtuvo de la Cá­mara Baja la condena al Informe Gol­dstone presentado en la ONU, que reconoce el carácter genocida de los crímenes de Israel en su guerra contra la Franja de Gaza.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó entonces, por una mayoría que revela la omnipresencia del lobby sionista en Washington, la resolución redactada por Ileana Ros-Lehtinen junto con otro colega. Como en el caso de Honduras, la congresista de extrema derecha instó directamente al presidente Barack Obama a oponerse al documento y a rechazar sus recomendaciones.
Ros-Lehtinen es conocida como una destacada activista del AIPAC, el controvertido lobby israelí de Washington que le garantiza financiamiento para todas sus campañas.
En 2009, en uno de sus viajes al estado ju­dío, Ros-Lehtinen y su marido, Dexter (quien lanzó un televisor a su exesposa en 1982 en el medio de una discusión familiar), se reunieron con Benjamin Netanyahu. No se sabe cuántas veces luego se repitió el encuentro.
La congresista nació en 1952 en La Ha­bana, su padre era una eminencia de la dictadura de Batista, pero se crió en Miami y luego se sumó a la derecha más intransigente de Miami, la de la plantocracia cubana del azúcar y del ron.
Su abuelo materno, Jacobo Adato, fue un respetable líder de la comunidad judía habanera.
Adato no solo se quedó en Cuba en 1959 con la Revolución, sino que fue presidente del Centro Sefardí de La Habana y el presidente de la Junta Coordinadora de las Comuni­dades Hebreas de Cuba.
Jacobo Adato siempre aseguró la permanencia de su fe religiosa ante las dificultades provocadas por las agresiones norteamericanas, que hoy Ros-Lehtinen defiende con rabia.