IMMANUEL WALLERSTEIN / LA JORNADA –
El 10 de julio, el gobierno alemán demandó el retiro inmediato del jefe de la misión de la CIA en Berlín. Tal exigencia no es inusual, aun entre aliados ostensibles. Lo que es inusual es que deba ser anunciado públicamente y con tanta fanfarria. ¿Qué es lo que da cuenta de lo que algunos ya están llamando una brecha sin precedente en las muy cercanas relaciones entre Estados Unidos y la República Federal Alemana desde 1945?
En tan sólo un día el asunto fue la ocasión para dos textos importantes: un editorial en Los Ángeles Times y un reportaje en el periódico alemán Der Spiegel. Ambos son pesimistas en torno a si tal brecha sin precedente pueda ser reparada con prontitud, si es posible repararla.
El editorial de Los Ángeles Times, escrito por Jacob Heilbrun, se titula La ruptura germano-estadunidense. La palabra ruptura es inequívoca. O casi. Tras una revisión panorámica de varios comentarios alemanes, Heilbrun finaliza con esta admonición: “Si Obama es incapaz de controlar el espionaje en Alemania puede descubrir que está ayudando a convertir en adversario a un aliado. Para Obama, decir auf wiedersehen a un aliado de muchos tiempo le asestará un golpe a la seguridad nacional estadunidense que ninguna cantidad de información secreta podrá justificar”.
Si Heilbrun parece tener muy poca esperanza de que su punto de vista sea escuchado en Washington, palidece ante el reportaje principal de Der Spiegel de la misma fecha. Este largo texto se intitula: La opción de Alemania: ¿Será Estados Unidos o Rusia? Una sección del reportaje tiene por título: La gota que derramó el vaso. Cita a alguien que no está en la izquierda o a alguien que haya promovido relaciones más cercanas con Rusia. Menciona, en cambio, a un promovente de la economía de libre comercio, conservador y pilar de las relaciones con Estados Unidos, alguien que es cabeza de una organización conocida como el Puente Atlántico. En un tono de desesperación, dice: Si (los más recientes alegatos acerca del espionaje) resultan ser ciertos, es tiempo de que esto se detenga. Nótese que el escrito dice que es tiempo de que esto se detenga, no de que haya ulteriores discusiones o negociaciones al respecto. Sólo detenerse.
Un último detalle punzante: el embajador estadunidense en Alemania no habla alemán. El embajador ruso es tan fluido en alemán, que casi no se le nota el acento. La entrada a la oficina del embajador estadunidense está protegida con el nivel más alto de seguridad posible, sobrepasando aun la que gobierna la entrada a la Oficina Oval de la Casa Blanca. La entrada a la embajada rusa es tan casual, que ocasiona desconcierto.
¿Es esta brecha sin precedente tan repentina e impredictible? Por ahora, cada uno de los periódicos importantes y menores en Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y otras partes está publicando esta historia, analizando las causas y predicando entorno a la solución. Sobre todo, casi todos los artículos buscan a quien culpar. Los sospechosos principales son la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y el presidente Obama. Pero, ¿acaso son simplemente las poco sabias decisiones de la NSA o de Obama? En otras palabras, ¿podría haber sido diferente? Bueno, seguramente en los detalles. El gobierno estadunidense ha sido estúpido y muy torpe. Sin embargo, el problema es estructural. No son los errores coyunturales ni la estupidez de quienes detentan el poder en Estados Unidos.
El problema básico es que Estados Unidos está y ha estado por algún tiempo en decadencia geopolítica. No le gusta esto. En realidad no lo acepta. Con seguridad no sabe cómo manejarlo, es decir, minimiza las pérdidas para Estados Unidos. Así que intenta restaurar lo irrestaurable –el liderazgo estadunidense (léase: la hegemonía) en el sistema-mundo. Esto hace de Estados Unidos un actor muy peligroso. No es pequeño el número de agentes políticos en Estados Unidos que llaman a alguna suerte de acción decisiva –sea lo que esto pueda significar. Y las elecciones estadunidenses pueden depender en gran parte de cómo juegan este juego los actores políticos estadunidenses.
Eso es de lo que se están percatando los europeos en general y ahora la canciller Angela Merkel. Estados Unidos se ha vuelto un socio muy poco confiable. Así que aun aquellos que en Alemania y otros países de Europa tienen nostalgia por el cálido abrazo del mundo libre, con renuencia se están uniendo a los menos nostálgicos en decidir cómo sobrevivir geopolíticamente sin Estados Unidos. Y eso los está empujando a la alternativa lógica: a un techo europeo que incluya a Rusia.
Y conforme alemanes y europeos en general se mueven inexorablemente en esta dirección, tienen sus dudas. Si ya no pueden confiar en Estados Unidos, ¿podrán realmente confiar en Rusia? Y lo más importante, ¿podrán hacer un arreglo con los rusos que los rusos encuentren importante y necesario cumplir? Pueden apostar que eso es lo que se está discutiendo en los círculos internos del gobierno alemán hoy, y no cómo reparar la brecha irreparable de confianza con Estados Unidos.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein